Felicidad y pesar. Sentimientos encontrados fueron la sensación que me produjo conocer el nuevo nombramiento del Rvdo. Sr. Cura Párroco de las Unidades Pastorales de Villamayor y Sevares. La pena de que Piloña pierda un pastor bueno, pero también desde la alegría de saber que con este gesto la diócesis le premia y reconoce su itinerario pastoral, incluyéndole en el Colegio más granado y privilegiado del presbiterio, por ser quienes cuidan y moran a los pies de la Madre y Reina de nuestras montañas.
Queda ya lejano aquel año de 1997 en que tomaba posesión de San Pedro de Villamayor, con Borines; Pesquerín, San Román con Villa y Miyares, con Vallobal. Estoy seguro que aquella Eucaristía de inicio del ministerio de Párroco en Piloña no la olvidará tan fácilmente.
Venía usted a poner fin a una saga, la de "los Corripio", que con tanto mimo y celo pastorearon la feligresía de Villamayor y sus anejos. Entre Don Ángel y Don Miguel Ángel, entre tío y sobrino; casi un siglo vinculados a la citada parroquia desde la toma de posesión del primero en 1938 y hasta la jubilación del segundo en 1996.
También el bueno de Don Luis Ardavín, hermano del renombrado mártir, le daría buenas cuentas de la vida, historia y complejidades de las parroquias de la zona, en especial de la Iglesia de Villa que tantos quebraderos de cabeza le supuso con sus antecesores.
Aquel piadoso arciprestazgo de Piloña estaba ya por el paso del tiempo "herido de muerte"; aún así le tocó trabajar todavía con algunos de "los últimos de Filipinas" que allí seguían por entonces al pié del cañón: Don Demetrio Pelaez, Don Alfonso Carrandi y Don José Cernuda, que muchos aún a día de hoy, cuando le recordamos en su descanso eterno seguimos llamando ''el cura de los Montes''. Aquellos meritorios curas de aldea que habían sobrevivido a una "revolución", a una guerra fratricida, al Conclio y Postconcilio... quizá por ello se habían hecho incombustibles, mirando siempre al frente sin escandalizarse de nada y seguir entregándose a su labor pastoral con el mismo ímpetu del primer día que bien ejemplificaba el cura de Espinareu cuando dejaba caer su coletilla de ''fai fumu''... Era el ardor y la prisa por llevar a Cristo a los hombres.
¿Ha tenido Piloña buenos sacerdotes? Yo creo que sí; aunque también es verdad que en Piloña es raro que un cura no llegue a encajar. No exigen los piloñetos nada extraordinario, tan sólo lo que dice el Evangelio: ''que les den el pan a su hora''.
Un día estando comiendo en Infiesto con un amigo sacerdote de otra diócesis, le preguntaba éste a la camarera, en plan de broma, que si le querrían si pedía venirse a la zona, a lo que la moza, muy hábil -como son las de Piloña- le respondió: por aquí han pasado curas de sotana y de bermudas, africanos y del Oviedo, que les gustaba el vino y la sidra... y a todos los hemos querido por igual... pienso yo que la respuesta dice mucho refrendando la bondad de la gente del lugar.
D. Luis Marino pronto se supo inculturizar en el lugar, no sólo conociendo nombres, familias, motes y toponimias, sino sumergiéndose también en los detalles de la historia local, de la que me consta es buen conocedor y entendido. Ello le ha servido para defender la fe desde el propio bagaje histórico parroquial, con hechos como la colocación del crucero de Villamayor, para reivindicar la ubicación del antiguo templo; o la recuperación de devociones perdidas con los años, como la de San Ramón en Argandenes...
Qué decir de su defensa desde el primer día, de los restos del monasterio de Santa María de Villamayor, cuando a su llegada parecía que nadie se acordaba ya de aquella inmortal abadesa que fuera Mencía de Mones. Ahí queda también su lucha por la rehabilitación del edificio y el espacio sacro del ábside, que tanto trabajo costó y por el que a tantísimas instancias hubo de apelar. Sus ideas para la rehabilitación del Complejo, fueron acogidas en su totalidad por el arquitecto, incluyendo el detalle de simular la espadaña para que los turistas sitúen dónde estaba la portada del templo conventual... Sé que le hubiera gustado dotar al ábside de una virgen románica y un cristo al estilo del crucifijo de Viñón, o de la nueva talla colocada en La Oliva de Villaviciosa... Sin duda alguna que esta joya del románico es el mejor rincón para la misa diaria de la Unidad Pastoral. Sería hermoso recrear esa talla románica desaparecida, que se refleja en alguna litografía donde aparece Nuestra Señora de Villamayor. Pero algo habrá que dejar para los que vengan...
También defendió el valor de "Nuestra Señora del Corriellu", a la siempre se refirió como una de las devociones marianas más antiguas de Asturias, y que ya el Ayuntamiento de Piloña ha incluido en sus catálogos turísticos y culturales como uno de los tesoros del patrimonio local. Y hablando de la Madre de Dios, no podemos omitir en el entorno a la Virgen de la Cueva, de la que D. Luis es tan devoto y a la que tantísimos días -por no decir todos- de su vida en Piloña ha ido a saludar para rezar a sus pies el rosario. Ya a finales de los noventa, defendía este cura de Villamayor el patronazgo de la Cueva sobre toda Piloña, pero aún habrían de pasar unos cuantos años hasta que esa declaración que la Santa Sede debía confirmar llegara a buen puerto. Muchos no saben que usted estuvo detrás, desde siempre y en la sombra, recopilando documentos sobre el Santuario, haciéndolos llegar a quién tenían que llegar y animando a destacados fieles y personalidades de Piloña para que se promocionara el tema con la obligada por Vd. omisión de su nombre. A Dios y a su Madre no se le escapa, y parece que a Roma tampoco, pues cuando llegó "la bula" del patronazgo, esta apuntillaba: ''al abnegado clero de Piloña''.
Cuánta gente buena hizo posible que esas parroquias tuvieran una liturgia digna y "de primera": Elenita, Pablo Rosete, Bernardo... Cuántos predicadores, conferenciantes y hasta prelados que han venido a presidir la fe en esta periferia de la tierra del asturcón: el de Oviedo, Tarragona, el Auxiliar de Madrid, etc... Ha sido tanto bueno lo hecho que sólo queda dar gracias; sólo eso, sentirse satisfecho de que en su nombre durante estos años y en esta tierra ''por su palabra echó las redes''.
Ahí queda su querida rectoral de San Román con su huertina, la su padre cuida con mimo y que los mininos hicieron suya; la sacristía de Borines con la cafetera para las tertulias, los pillos monaguillos de Miyares, los locales de Villamayor, la empinada carretera a Pandavenes, las fiestas vecinales en Sorribas...en definitiva, deja un pueblo al que ha amado con su propia vida y con las incomprensiones que esto lleva muchas veces aparejado. Con disgustos y problemas que incluso le llevaron, por amor de su rebaño, a plantarle cara a la misma Curia Diocesana en más de una ocasión y en favor del rebaño que el Señor le confió.
En 2008 se añadirían las cuatro parroquias de la anexa UPAP; otro reto, pero volvió a salir airoso. Pronto se pondría manos a la obra de nuevo para que esas parroquias fueran igual de mimadas y cuidadas que las otras: que si arreglos en el cementerio de los Montes, que si imposiciones del escapulario del Carmen en Sevares, recepción de reliquias en la capilla de Sardea (Cereceda), candelabros nuevos para el altar de Sorribas... siempre había algo que hacer, aunque fuera tan sencillo como merendar con los vecinos, visitar a los enfermos o coger el coche para ir al tanatorio... en fin, el día a día de un cura de pueblo que como los de todos también tienen sus afanes...
¡Y cuántas obras!: la Capilla de San Miguel de Villa, los muros del cementerio de Sevares... ¡Y cuántas vivencias!... Ahí queda en el recuerdo el cierre de la fábrica de "Chupa Chus", el famoso y falso "Obispo Mingo", o tantas otras malas y buenas anécdotas, prevaleciendo, a buen seguro las segundas. Alguien decía, no falto de razón, que con su marcha Piloña será un poco menos católica, y es que si en algo se ha caracterizado siempre su pastoreo ha sido por la ortodoxia; por transmitir la verdad que la Iglesia predica y el cuidado de lo que a Dios le pertenece.
Pueblos hermosos aunque sin recursos. Parroquias ricas por sus bondadosas gentes, a la vez que pobres y siempre necesitadas de arreglos, obras o mejoras... ojalá el párroco que llega pueda encauzar tantas buenas ideas que permanecen en el tintero a la espera del respaldo necesario para salir adelante. Estoy seguro que Don Cristobal será recibido con los brazos abiertos por el buen augurio que supone saber que Ciaño y La Nueva lloran también su marcha...
Querido Don Luis Marino:
Alguna despedida u homenaje caerá, ya imagino -conociendo su forma de pensar- que no le apetece ese trago, pero como siempre dice Vd. "el cura es el burrín con el que Jesús sube a Jerusalén, el burrín piensa que las palmas y mantos son a él, pero en verdad son para el Señor"
Sé que hoy le duele el alma por decir adiós a esta tierra, pero no se aflija porque ni del arciprestazgo se va. Veintiún años de Párroco en Piloña no se cumplen todos los días: ¡ahí es nada!... Toda una vida con las manos sobre el arado, lo que es la misma vida; lo que cada uno al final podemos presentar: luces y sombras, aciertos y fallos, trigo y cizaña...pero todo a los pies del Crucificado que le da a ésta sentido y plenitud.
La Señora le reclama, hacía tiempo ya que quería tenerle a su servicio y al final, como buena y sabia madre, se ha salido con la suya. Qué mejor año para subir a Covadonga que este Jubileo que nos habla del trono de una Madre que es auxilio de los cristianos.
Felicidades de todo corazón; ya sabe que aquí tiene un amigo que da gracias a Dios por su fecundo sacerdocio: "DUC IN ALTUM."
Felicidades de todo corazón; ya sabe que aquí tiene un amigo que da gracias a Dios por su fecundo sacerdocio: "DUC IN ALTUM."
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