En la mañana de ayer, en el contexto de la Festividad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y Jornada por la Santificación del Clero y consiguiente homenaje a los sacerdotes que celebran este año sus bodas de oro y plata sacerdotales, el Sr. Arzobispo hacía público el alegre comunicado de que la Santa Sede hará inminente el reconocimiento de las virtudes heroicas de los nueve seminaristas mártires de Oviedo. Muchos sacerdotes comentaron entusiasmados "el notición", e incluso lo hicieron saber a sus feligreses en las misas de la tarde en sus parroquias (no era para menos) ya que no sólo es una noticia buena sino muy buena; todo un motivo de gozo y una nueva bendición para la Iglesia que peregrina en Asturias el hecho de que un grupo no pequeño de hijos suyos vayan a ser incluidos en el libro de los Beatos.
¡Cuánto ha costado sacar adelante esta Causa!; supuso muchísimo empezar, continuar; hubo parones, errores de forma, cambios del equipo de postulación... Parecía que el mal se había confabulado contra la Causa, pero por fín parece que se vislumbra la luz al final del túnel... ¡Bendito sea Dios!
Estos nueve jóvenes, no son todos los seminaristas mártires de Oviedo; son un pequeño grupo, sólo una representación de los muchos que sufrieron persecución, maltrato y muerte por la única "culpa" de haber osado seguir los pasos de Cristo que se cruzó en sus vidas.
Y si son más de nueve, ¿por qué no fueron incluidos en la Causa todos los que faltan? Muy sencillo, la complejidad de datos y fechas en que fueron ejecutados todos ellos; el tiempo transcurrido, con la consiguiente desaparición de testimonios afirmando que ciertamente murieron por amor y perdonando, ha puesto muy cuesta arriba cualquier intento para su reconocimiento público. Pero esto no les quita importancia. A buen seguro que los seminaristas (ahora Siervos de Dios) que una vez beatificados llamaremos "Beatos" y los que se quedarán en el anonimato, no tendrán diferencia ante Él, pues mejor que nadie Dios mismo sabe quienes están a su diestra alabándole en su gran Asamblea. Así mismo nos lo recuerda la Escritura: ''Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero'' (Ap 7,10).
Cuando algunos medios de comunicación se hacen eco del reconocimiento de nuestros mártires con mayor o menor intención, hablan de "mártires de la guerra civil", pero no es del todo correcto, ya que muchos de estos, como en el caso que ahora nos ocupa, fueron masacrados antes incluso de haberse iniciado la contienda civil. Seis seminaristas fueron martirizados durante la Revolución de Octubre de 1934 y tres martirizados durante la guerra civil. Es por ello que la Iglesia habla, y dice bien, recordado a los de Mártires del siglo XX en España.
Los seis primeros en morir fueron: Gonzalo Zurro, José María Fernández, Ángel Cuartas, Juan José Castañón, Jesús Prieto y Mariano Suárez, que alcanzaron la Gloria el día 7 de octubre.Y dos años después, entregaban su alma a Dios Luis Prado y Manuel Olay, los dos asesinados en el mes de Septiembre; el primero el día 4 y el segundo el día 22. Y por último, en Mayo de 1937 partiría hacia el Cielo Sixto Alonso. No llegaron a ser sacerdotes, pero se hicieron ofrenda, oblea santa y sacrificio... Nueve espigas que se dejaron moler y triturar para ser la harina con la que traer a Cristo al mundo; nueve semillas que aceptaron morir en tierra para dar mucho y buen fruto que permanece y florece hoy.
Con entusiasmo esperamos la firma del Santo Padre por la que autorizará la publicación del decreto que reconoce sus martirios, el cual propiciará que pronto tenga que volver a reunirse la Diócesis en la Catedral para celebrar la tercera beatificación de su historia. Que en nada las estelas de estos nuevos modelos de vida cristiana sean potenciadas y dadas a conocer al mundo buscando estimular el camino hacia la santidad a la que todos estamos llamados. Gracias Seminaristas Mártires por ser luz y sal para esta Asturias muchas veces sosa y en tinieblas.
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