El
gesto se ha repetido. A inicios del mes de noviembre, el miércoles 6, lo hizo al
acoger a un hombre que padece una enfermedad que le desfigura el cuerpo,
especialmente el rostro (recientemente se ha sabido más sobre la experiencia de
esta persona. Puede leerse La historia de Vinicio, el enfermo consolado por el Papa: "Era
como el cielo, el paraíso").
Y
la historia se repite: en el contexto de la audiencia general del miércoles 20
de noviembre el Papa Francisco se detuvo a saludar y acoger a un hombre que
carece de rasgos faciales. Otro gesto de compasión vivida que muestra que la
mayor eficacia de la invitación a vivir la caridad es practicándola. Y sí, las
fotos son sorprendentes y seguramente muchos las compartirán. Si más allá de lo
ejemplar y edificador de las mismas al menos suponen reflexionar sobre lo que
haríamos nosotros en una situación más o menos análoga, habrá válido la pena el
compartir, me gusta o retuit.
Jorge Enrique Mújica, LC
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