«El día más bello es... hoy»
Era bajita, desgarbada... Pero las cámaras se fijaron en ella, porque en aquella mujer de apariencia frágil era fácil intuir una singular fortaleza de espíritu. Católicos y no católicos la identifican sin mayor discusión como una de las grandes heroínas del siglo XX, como uno de los grandes iconos de nuestro tiempo, aunque lo suyo no era posar para las cámaras ni sorprender con espectaculares declaraciones.
Aceptó la fama porque la publicidad les venía bien a los pobres, y con el ruego de que cada fotografía sirviera para rescastar a un alma del Purgatorio. La Beata Teresa de Calculta, que ni por todo el oro del mundo hubiera hecho lo que hizo, siguió a lo suyo, o sea, a lo de Cristo, reflejado en el rostro de cada pobre. Con su sonrisa en la cara, quitaba siempre hierro a sus proezas.
No eran obras sobrehumanas las que ella hacía, sino signos auténticos de humanidad. Todos estamos llamados a la santidad, pero antes debemos salir de nuestro ensimismamiento, abrirnos a la vida, a las alegrías y a las tragedias de los demás. La Beata Teresa de Calcuta nos dejó estas reflexiones que, con total sencillez, nos ofrecen nada menos que el camino a la santidad:
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