''¡Bendito el que viene en nombre del Señor!'' (Sal 118,26). Con este sentimiento recibimos en este día al que de ahora en adelante hará las veces de Cristo en medio de esta comunidad parroquial. Ante todo, debe ser un día de gratitud al Señor, que permanece fiel a su pueblo, que no nos abandona a nuestra suerte sino que nos concede los pastores que necesitamos para que nos den el alimento espiritual a nuestra hora. Agradecimiento a Don Ángel Rodríguez Viejo cuya vida ministerial se ha gastado a lo largo de toda una vida en esta feligresía, nada menos que 49 años de los cuales los últimos 25 han sido como párroco y los anteriores 24 como coadjutor. Un recuerdo para tantos sacerdotes que en la más que milenaria historia de esta parroquia han apacentando con celo a su pueblo: Don José Espiña, Don José Iglesias y el recordado párroco y arcipreste de Oviedo Don Feliciano Redondo Cadenas, cuya memoria sigue viva en este barrio y este arciprestazgo.
Llega a vosotros un sacerdote con años y experiencia a sus espaldas, pero con un corazón y espíritu jovial, que conoce muy bien Oviedo de sus años de coadjutor de San Pedro de los Arcos y como primer párroco de San Melchor de Vallobin, curtido en las montañas de Grandas de Salime, en el asfalto gijonés del barrio del Carmen como párroco de San José y hasta ahora abad del Real sitio - santuario de Covadonga; Vicario Episcopal de Santuarios y párroco de la Riera. Os llega un sacerdote bueno y cercano, que siempre ha sabido integrarse e impregnarse en el humus de cada destino que ha recibido. Ayudadle, pues os necesita, arropadle como habéis hecho con Don Ángel hasta ahora, y evitad todo aquello que pueda dañar a la comunidad parroquial. Hoy más que nunca que somos menos en número, debemos de ser mejores en calidad de cristianos. Que a partir de hoy parroquia y párroco caminen a la par, teniendo presente nuestra realidad, nuestras flaquezas y nuestro futuro.
Querido Don Adolfo, llegas a una comunidad parroquial cuyas raíces se pierden en el tiempo junto al comienzo mismo de esta ciudad como sede episcopal. El Señor te regala una de las parroquias más antiguas de este Oviedin del alma, mandada construir por el rey Alfonso II para rendir culto al mártir soldado de Asia Menor, cuya devoción parece que llegó a la Península en época visigoda, tal vez por influencia de inmigrantes griegos. Su antigüedad y situación geográfica tiene también su pero, como les ocurre a sus hermanas de La Corte y San Isidoro que en las últimas décadas han experimentado como el Oviedo intra muros ha vivido y vive la pérdida de población, el envejecimiento de esta y la transformación de viviendas en negocios, y los comercios históricos del barrio en locales para el ocio nocturno. Ante esta realidad la Iglesia ha querido salir al paso uniendo lo poco que tenemos para ser más, no sólo en número, sino en sentido de misión. Me alegro que San Tirso, La Corte y San Isidoro tiendan hoy puentes entre sí para la acción caritativa, como hará falta a nivel catequético y dentro de no mucho también en lo litúrgico.
San Tirso es llamada la parroquia de la Catedral, pues ambas se miran con admiración, una como iglesia madre de la Diócesis y otra como sede parroquial. Ahora el ya también Vicario General de la Diócesis ya no es un sacerdote liberado de encomienda pastoral, sino que asume esta familia parroquial que a buen seguro cuidará con mimo. Parroquia real, con capilla real, como diría Don Feliciano para definir a la capilla del Santísimo, Rey de Reyes y señor de Señores. Querido Don Adolfo que encuentres en esta Parroquia, en este templo y en esta casa la paz que da saber que tan sólo somos humildes trabajadores de esta Viña.
A la intercesión del bienaventurado San Tirso ponemos este hermoso ministerio que hoy comienzas, así como de Santa María invocada en este casco histórico como Madre de la Esperanza de la Balesquida, cuya Cofradía presume de ser la más antigua de nuestra nación. Esta parroquia ha sido hogar de Santos, no sólo los desconocidos como lo son tantos, sino que entre estos muros brilla la memoria de San Rafael Arnaiz que aquí adoró tantas horas al Santísimo, y de la sierva de Dios María Isabel González del Valle, fundadora de las Misioneras de las doctrinas rurales, bautizada en esta pila bautismal que hoy recibes. Bienvenido a San Tirso el Real, bienvenido de nuevo a Oviedo, bienvenido de vuelta a tu Casa
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