En las últimas semanas se ha levantado una auténtica campaña de acoso y derribo contra la persona de nuestro Arzobispo, Monseñor Fray Jesús Sanz Montes O.F.M. a quien se le ha acusado desde personas pertenecientes a grupos políticos con responsabilidades institucionales y de pretendida representación de "todos" los asturianos , así como algunos llamados movimientos "cristianos" ideologizados a la par, de que nuestro pastor diocesano utiliza la predicación de la solemnidad de la Santina para hacer discursos "políticos".
El Sr. Arzobispo siempre alude en los días previos de la Novena, y muchos años lo reitera el día propio de la Santina, que con Ella iniciamos el curso pastoral, y en más de una ocasión -por no decir casi todos los años- el Prelado habló de los retos de la Diócesis, de las líneas trazadas por el Plan de Pastoral Diocesano, o de las experiencias tenidas o a la vista. Fray Jesús Sanz Montes defiende la familia y la vida en contraposición al aborto y la eutanasia. Es curioso y menos siniestro la manipulación que se hace desde algunos medios de comunicación cuando la ideología también marca la línea editorial. No se entienden las críticas a San Juan Pablo II y Benedicto XVI cuando igualmente defendían la familia y la vida y, sin embargo, el Papa Francisco que no se cansa de predicar lo mismo contra el aborto y la eutanasia, de defender la familia tradicional, de la exclusión de mujeres al sacerdocio, a o firmar de su puño y letra beatificaciones de nuestros mártires del siglo XX en España, siendo mirado de otra forma. Pasa exactamente con los obispos, algunos son etiquetados directamente por el rodillo censor de los que se dicen demócratas, y otros que dicen lo mismo son muy majos ellos... Quizá habría que partir de un denominador común: si estás a favor del aborto, la eutanasia, el sacerdocio femenino, en contra de los mártires, a favor de los sacerdotes casados, en contra de la familia tradicional, entonces puede que estés ya fuera de la Iglesia Católica, pues la secularización no únicamente es un papel que lo atestigua, es algo que se nota y se vive día a día. Puede que alguno se haya equivocado de "Barca".
Criticar a Monseñor Sanz por cumplir con su misión de Pastor, cuando menos tiene gracia, y, sobre todo, sorprende el atrevimiento ignorante de los que se tienen por adalides de la libertad. Los pastores deben no sólo velar por su grey, sino denunciar, santificar, corregir, enseñar... Cuando un obispo aborda en sus predicaciones realidades de la sociedad actual, choques entre la enseñanza de la Iglesia y las legislaciones y enseñanzas de un gobierno no es que esté metiéndose donde no le llaman, al contrario, si guardara silencio, estaría siendo cómplice de ese mal. Lo que hace el Sr. Arzobispo al señalar los caminos que no nos conducen al bien, aunque socialmente estén aplaudidos y reconocidos, se llama ser profeta. Nos advierte de un mal del que ahora no somos conscientes, pero del que el día de mañana pagaremos las consecuencias.
¿Alguien encuentra diferencia de contenido, entonces por que ponemos etiquetas de conservadores y progresistas? ¿Por qué cuando un Arzobispo defiende la familia y la vida frente al aborto y la eutanasia se hace un titular de prensa en su contra, y con otros no pasa nada?. Da la impresión que hay cierto sector de prensa religiosa que dicta a la prensa nacional a que obispos hay que machacar y a cuales hay que aplaudir, pero si miramos detalladamente la predicación de todos ninguno dice nada fuera de la doctrina católica ¡Eso sí sería un titular!.
En diferentes medios de comunicación y redes sociales se ha tildado sus homilías de "ultraderechistas", carentes de contenido social, lejanas al magisterio del Papa Francisco, y duras con aquellos que tienen responsabilidad pública en el Principado, el cual no aborda la realidad pastoral...
A continuación ofrecemos fragmentos de todas las homilías de Monseñor Sanz del día 8 de Septiembre que demuestran no sólo su audacia en la oratoria, su fina pluma y su cabeza perfectamente amueblada en lo teológico y social, sino que además queda de manifiesto que los que hablan o no han escuchado las homilías completas o le han dado un enfoque sesgado y malintencionado.
Homilía 8 de Septiembre de 2010
DEFENSA DE LA FAMILIA
La familia, buena noticia para la vida Me detuve en esa escena de familia en donde Dios y sus hijos crecen, y prendado por ese encanto del primer Belén viviente, me imaginé Covadonga como una nueva edición que nos permitiese dar gracias por el don de la familia, y pedir también fortaleza cuando debemos luchar para seguir adelante en todo lo que la destruye y la ensombrece.
La familia no es una institución rancia de otros tiempos, de otras clases políticas o sociales, o de otros credos confesionales, sino el cauce en donde la vida de los hombres nace como don, crece como empeño, y tras haber hecho todo bien posible entre esfuerzos y desvelos concluye esta etapa para seguir la eterna del cielo. Hace dos mil años aquella sagrada familia tuvo dificultades de todo tipo: no había sitio en la posada y no se le daba cobijo, no se prestó la ayuda necesaria a una joven mamá que quería sacar adelante a su hijo, y cuando éste nació de pronto se le tuvo miedo y se decretó legalmente su destrucción con la matanza de los inocentes.
Hoy esta institución humana fundamental vive de nuevo la persecución de quienes tienen miedo a la familia, de quienes no protegen la vida ni la quieren verdaderamente educar. Sería enojoso ahora hacer el elenco del desmantelamiento de lo que significa la familia en todos sus frentes: se destruye la vida que por un módico precio no dejan que nazca, se destruye la vida no ayudando a la mujer por prepotencia machista o demagogia feminista, se destruye la vida que no crece en libertad, justicia y dignidad, se destruye la vida cuando se abarata el amor propiciando su banalización en la irresponsable aventura fugaz, o como si nada pasara en la fácil ruptura, se destruye la vida anciana o enferma terminal cuando se la echa como residuo a un cubo de basura. Frente a la cultura de la muerte en todos sus rostros, nosotros creemos en el evangelio de la vida. Por este motivo nos duele enormemente cuando se atenta impunemente contra los más vulnerables, y nos alegra sobremanera que –como me consta– se hagan esfuerzos políticos y sociales para defender a la mujer, al hijo de sus entrañas, a los ancianos y enfermos terminales, sin un rédito aprovechado de intereses electorales.
RECUERDO PARA LOS CRUCIFICADOS DE HOY
Pero en esa cruz no han dejado de clavarse otros crucificados a lo largo de los siglos. Personas que han sufrido todo tipo de barbaries como las guerras, los terrorismos, la falta de libertad de toda ralea, el desencanto desesperado que produce la falta de trabajo, la falta de salud o la soledad sin amigos. Tantos nombres tienen los clavos con los que tantos hombres y mujeres han sido en sus cruces clavados. Esta cruz ha estado en los escenarios de nuestro mundo donde el egoísmo, la violencia, la insolidaridad, la tragedia natural nos han impuesto su maleficio. En esa Cruz vacía, confiada a los jóvenes, Cristo se ha mostrado clavado en las distintas pasiones de cada uno de los crucificados a lo largo y ancho de las naciones. Es un Cristo que habla todas las lenguas, que tiene todos los colores de piel, que pertenece a todas las clases sociales y culturales, y que muere de todas las hambres y de toda la sed. Pide brazos cirineos que sean jóvenes, que le ayuden a llevar la cruz. Y junto a Cristo y a sus cirineos jóvenes, está María al pie de la Cruz representada en el Icono.
En los varios calvarios de nuestro mundo, el Señor no rehúye su sitio, asume el dolor y los desafíos con todos sus rostros, y en todo momento ofrecerá su redención salvadora, pronunciando su palabra última de vida resucitada, tras las palabras penúltimas de la muerte amortajada. Es el signo de nuestra victoria y no el pin de nuestra derrota.
AGRADECIMIENTO AL GOBIERNO
Todo esto hemos visto contemplando a María en esta Novena que en la fiesta de la Santina concluye en el abrazo festivo del día de Asturias. Todo esto se ha vivido en Covadonga. Es hermoso este lugar, tiene larga historia que agradecemos y custodiamos, un presente apasionante y un futuro que soñamos aún mejor. Por eso somos celosos de este sitio sin ser celantes. Agradecemos el interés y la ayuda del Gobierno de nuestro Principado, del Parque Nacional de los Picos de Europa y el Ministerio de Cultura, de las Instituciones asturianas y de un inmenso número de particulares, de cuantos con nosotros confluyen en este lugar tan especial para que podamos mejorarlo en todos los sentidos. No queremos hacer de Covadonga un hermético convento de clausura –que no es el caso–, pero tampoco un parque temático al albur de cualquier pretensión o estructura. Celosos y no celantes, cuidando con respeto y nuestro mejor esmero del significado hondamente religioso de este lugar, de su historia secular, de la belleza natural que lo acoge y rodea, y favoreciendo desde él lo mejor de nuestra cultura cristiana que en Asturias y en España cuna de ella lo es. Porque como sucede con nuestros buenos caldos, nuestras fabes o la sidrina, también Covadonga tiene una denominación de origen cristiana que no la queremos perder.
Homilía 8 de Septiembre de 2011
RECONOCIMIENTO AL GOBIERNO
Hay tantos caminos y tantos motivos por los que sin traicionar nuestras raíces ayudarnos mutuamente a seguir adelante, en un sincero diálogo, con una colaboración leal y amable, buscando sencillamente el bien de todos en todos los sentidos para dicha de nuestra gente.
Así lo deseo sentidamente y estoy seguro que seremos capaces de pasar página del ayer con gratitud y escribir juntos la historia esperanzadora que tenemos por delante. A nuestro nuevo Gobierno del Principado de Asturias desde aquí le brindo mi mano en lo que a la Iglesia le compete, y en esta lealtad responsable que busca el bien de las personas estoy cierto, bien cierto, de que nos ayudaremos institucionalmente en este servicio común que por distintos motivos estamos comprometidos ante nuestro pueblo y nuestras gentes. Les deseo una feliz andadura en esta aventura del sabio gobierno y la certeza de nuestra oración y colaboración sincera.
SOBRE LOS JÓVENES
La juventud, como anoche pudimos volver a celebrar en la vigilia de oración que tuvimos en la explanada con tantos chicos y chicas, es nuestra esperanza. Lo hemos vivido en Madrid en la reciente JMJ que hemos tenido con el Santo Padre.
Quedan vibrantes sus palabras nada más llegar a Madrid, en donde ante casi dos millones de jóvenes no dudó en advertir los claroscuros que tantas veces acorralan a nuestra generación más joven. decía el Papa que “subsisten tensiones y choques abiertos en tantos lugares del mundo, incluso con derramamiento de sangre. La justicia y el altísimo valor de la persona humana se doblegan fácilmente a intereses egoístas, materiales e ideológicos. No siempre se respeta como es debido el medio ambiente y la naturaleza, que Dios ha creado con tanto amor. Muchos jóvenes, además, miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro.
Hay otros que precisan de prevención para no caer en la red de la droga, o de ayuda eficaz, si por desgracia ya cayeron en ella. No pocos, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación, que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada que padecen en determinadas regiones y países. Se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo Nombre. Pero yo vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor. Él no ha tenido reparo en hacerse uno como nosotros y experimentar nuestras angustias para llevarlas a Dios, y así nos ha salvado”. Este es el realismo de un mensaje a nuestros jóvenes a los que como padre Benedicto XVI y todos nosotros queremos saber acompañar sin utilizar sus preguntas, sin manipular sus sueños, sin apropiarnos de su justa y razonable preocupación ante los horizontes inciertos.
Homilía 8 de Septiembre de 2012
LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE NUESTRAS DESESPERANZAS
Pienso en las cosas imposibles para nosotros, y no me refiero al regalo de engendrar, sino a tantas cosas cotidianas que nos restriegan impunes nuestra pequeñez, nuestra vulnerabilidad, como si una fuerza malhadada de inconfesables pretensiones, nos tuvieran al albur de sus intereses. En estos días son los datos que más nos acorralan, nos asustan y nos enfrentan: índice de paro, prima de riesgo, medidas a tomar. Habría que poner nombre, fecha y domicilio a las cosas que nos parecen imposibles. Porque la esperanza cristiana coincide precisamente no con el cálculo de nuestra medida capaz de hacer cosas, de enmendarlas, de proponerlas y compartirlas, sino con el don que pedimos a quien nos lo puede dar, y con la espera de que eso nos llegue algún día.
Evidentemente, no me estoy refiriendo con esa esperanza a que Dios se ponga en faena de político, de gobernante, de empresario, de líder sindical, de sabihondo con caché, y menos aún de fuerza multinacional, para que interviniendo Él nos arregle nuestras cuentas y nuestras cuitas. No, no es esta la esperanza cristiana. Tantas veces, las más importantes, ese don que pedimos al Señor está en nosotros, ya se nos había dado, pero nosotros no lo sabíamos o no queríamos enterarnos, o vivíamos mal lo que para el servicio de los demás y la gloria de Dios se nos había regalado. Entonces la gracia de Dios consiste en que nos despierta, nos abre los ojos, nos pone a trabajar con otros, para decirnos que este mundo nuestro terrible y maravilloso a la vez, en una herencia tan hermosa como inacabada que pone en nuestras manos, es un don que se hace tarea en la que podemos amasar un mundo posible.
LLAMAMIENTO AL BIEN COMÚN
Es claro en el texto, que María era portadora de Jesús, y que yendo hasta su prima anciana, le llevó lo más importante. Y la criatura de Isabel saltó de alegría. Esta es la escena. ¿Qué ocurre cuando en nuestras relaciones nos visitamos no con lo mejor, sino con lo peor de nosotros mismos? Es decir, cuando unos y otros, y así cada cual, sólo mira su pequeño mundo, su particular tragedia, su horizonte a salvar. Y aquí cada uno tiene nombre y oficio: el político y gobernante, el empresario, el trabajador, el agente social, el obispo, el sacerdote, la monja, el estudiante, el anciano, el joven… todos, absolutamente todos, tenemos nuestro mundo, nuestra dificultad. Si para salvarla salimos al encuentro del otro con lo peor de nosotros mismos, es decir, con nuestros miedos, con nuestros rencores, con nuestros egoísmos, con nuestras violencias, jamás podremos construir algo que valga la pena, algo que sirva para el bien común y el bien personal. Y lo que salta en el otro no es ya lo mejor, sino lo peor: el miedo genera miedo, la injusticia provoca injusticia, la violencia enciende violencia, y así en una espiral que no tiene término.
SALIR AL ENCUENTRO DEL OTRO
Yo me pregunto qué podemos hacer nosotros los cristianos, qué puedo hacer yo como cristiano y obispo, para salir al encuentro de tantas personas con las que a diario me cruzo deseando que salte de alegría en ellas lo mejor que lleven dentro, y que mi paso sea bendición de esperanza en sus vidas. En mayo pasado tuvo lugar en Milán el encuentro mundial de las familias con el Papa Benedicto XVI. Estaba previsto que en el Parco di Bresso se tuviera un encuentro de música y testimonios. Todo parecía discurrir normalmente tras haber escuchado a la pequeña Cat Tien, vietnamita de siete años, preguntar al Papa cómo hacía él de pequeño para vivir en cristiano. O los novios Serge y Fara, de Madagascar que le preguntaban sobre el amor y su misterio. Sin papeles desde los que contestar con respuestas repeinadas, el Papa fue escuchando lo que le presentaban, sin maquillar los mil miedos y retos que acorralan también a las familias cristianas. Calvarios y estigmas fueron presentados a pecho abierto al Papa, y también los pequeños o grandes testimonios en donde la providencia del Dios de los posibles en medio de nuestros imposibles era descrita con colores de esperanza.
Lo que más me conmovió fue el testimonio de Nikos y Pania, un matrimonio de Atenas, que contaron su agobio al llegarles la durísima crisis económica: “Santidad, cada día nos queda menos para mantener a nuestras familias. Nuestra situación es una más entre millones de otras. En la ciudad, la gente va agachando la cabeza; ya nadie confía en nadie, falta la esperanza. También a nosotros, aunque seguimos creyendo en la providencia, se nos hace difícil pensar en un futuro para nuestros hijos. Hay días y noches, Santo Padre, en los cuales nos surge la pregunta sobre cómo hacer para no perder la esperanza. ¿Qué puede decir la Iglesia a toda esta gente, a estas personas y familias a las que ya no quedan perspectivas?”.
RECOMENDACIÓN A LOS POLÍTICOS DEL PAPA
El Papa, conmovido, invitó a los políticos a que “no prometan cosas que no pueden realizar, que no busquen sólo votos para ellos, sino que sean responsables del bien de todos y que se entienda que la política es siempre responsabilidad moral ante Dios y los hombres”. Pero él se hizo la pregunta: ¿qué podemos hacer nosotros? “Quizás podrían ayudar los hermanamientos entre ciudades, entre familias, entre parroquias. Nosotros tenemos en Europa una red de hermanamientos e intercambios culturales muy buenos y útiles, pero quizás se requieran hermanamientos en otro sentido: que realmente una familia de Occidente… se tome la responsabilidad de ayudar a otra familia. Y también así las parroquias, las ciudades”. Es todo un programa de compromiso cristiano: mirar al otro con respeto como alguien que me pertenece, justo como hace Dios que nos escucha a cada uno mirándonos a los ojos.
LLAMAMIENTO A LA CARIDAD ANTE LA CRISIS
Al escuchar estas palabras del Papa, yo me siento invitado a dar un paso, a hacer un gesto, para que mis palabras no queden en discurso de solidaridad retórica, sino testimonio humilde que no busca titulares o medallas, que con respeto pone una pequeña luz en el candelero del presente tan duro en tantas personas. Me uno a tantas iniciativas de personas e instituciones que están haciendo lo que sus posibilidades les permiten, y lo que desde tantas parroquias y nuestros cauces de caridad se está realizando desmedidamente, para aportar cada mes una parte de mi sueldo que donaré a Cáritas, hasta que las familias más desfavorecidas no miren la crisis económica y moral que nos asola como una maldición de la peor desdicha. Será un año o más, pero lo será también para mí, también para la Iglesia diocesana, como gesto de cristiana solidaridad con los que menos tienen. Así nos seguimos hermanando con los que peor lo están pasando, como sugería el Papa a esa familia griega.
Homilía 8 de Septiembre de 2013
NO DEJARNOS ROBAR LA ESPERANZA
Muchas veces nos encontramos precisamente ante el desafío de tantas realidades que porfían con nosotros como si la dureza de la vida y los problemas que nos asaltan fueran una especie de losa que nos aplasta o una amenaza que quiere acorralarnos. Cada uno reconoce en sí mismo esta situación que nos echa un pulso como queriendo arrebatarnos la paz del corazón y la luz de la mirada. El Papa Francisco no deja de repetirlo: que nada ni nadie os robe la esperanza. ¡Qué palabras tan llenas de verdad! Unas veces son las situaciones externas a nosotros las que pueden atentarnos con este latrocinio al sentimos vapuleados por incomprensiones, desgracias, enfermedades, soledades, pero otras veces somos nosotros mismos los que más nos robamos la esperanza cuando no vemos las cosas como las ven los ojos de Dios, ni las vivimos acompañados por su gracia. Pero de entre tantos retos, digamos algo al menos de dos.
LA FALTA DE TRABAJO Y DE TECHO
Los medios de comunicación social nos sirven cada día una serie de porcentajes estadísticos, que nos permiten seguir los datos macroeconómicos que tienen que ver con el índice de paro laboral, el baremo de la prima de riesgo, las cifras de la población activa, el termómetro bursátil, la balanza comercial… Podría parecer que este elenco de números, esta ensalada de conceptos, de comparativas, de previsiones, esconden tras de sí un problema que es anónimo y que no es capaz de incidir en la vida real de las personas porque desconocemos quiénes son. Sin embargo, cuando un joven no logra encontrar su primer trabajo tras largos años de preparación seria, cuando un adulto lo pierde sin apenas esperanza de reencontrar otra salida, cuando una empresa despide por cierre o por reajuste una parte o la totalidad su plantilla, no estamos hablando de números sino de personas que tienen rostro, que tienen familia, que tienen edad y domicilio. Es ahí donde las estadísticas toman el rostro de las personas hundidas y tocadas, es ahí donde los números nos dicen cómo se llaman, dónde viven y porqué se desesperan.
Subir hoy a Covadonga no es poner un paréntesis piadoso y tierno, porque el día 8 de septiembre no impide que el día 9 llegue después, imponiéndonos la dureza cotidiana que aguardaba tenaz tras unas horas de tregua festiva en torno a la Santina. Por supuesto que vivimos con gozo y gratitud lo que significa la fiesta de la Virgen de Covadonga, pero aquí debemos también aprender el momento concreto que nuestra sociedad y nuestra región está viviendo en la situación hiriente y preocupante de quienes no encuentran trabajo, de quienes lo están perdiendo, de quienes tienen serios problemas para llevar una vida digna tocando los problemas que afectan a la comida, a las medicinas, a la vivienda.
Quedarse sin trabajo o sin hogar, no es una cuestión simplemente socioeconómica o política que pueda resolverse con soluciones técnicas y con pactos entre los gestores de la cosa pública. La situación de este drama humano describe una tragedia concreta, tejida del sufrimiento que viven las personas concretas. Hermanos nuestros e hijos de Dios, a quienes su situación rompe, frustra y margina de tantas maneras. Sin que sea una obviedad buenista, yo agradezco el esfuerzo que nuestros gobernantes y empresarios hacen para paliar y remediar esta situación, al tiempo que les emplazo con altura de miras a buscar y hallar los recursos de la solución. No es fácil, ni simple. Lo sabemos. Vaya mi aliento y mi comprensión.
LA CARIDAD EN EL PLAN PASTORAL DIOCESANO
Pero la Diócesis de Oviedo quiere alentar y comprender a quienes más están sufriendo este momento. La Iglesia tiene un compromiso cotidiano con todos estos hermanos que llaman diariamente a nuestra puerta. Cáritas y todas nuestras instituciones que en nombre del evangelio viven la solidaridad cristiana, saben lo que es acoger, sostener y acompañar con palabras y gestos a la parte de la sociedad más vulnerable y herida. Primero saliendo al paso de sus necesidades más básicas, y luego previniendo para que nuevos escenarios no tengan lugar en determinadas derivas. Comedores sociales, bolsas de trabajo, centros de acogida y albergues, programas de educación solidaria, defensa de niños y mujeres en situación de riesgo de la violencia atenazante o jóvenes y adultos en riesgo de exclusión social, ayuda económica contante y sonante. No en vano, nuestro nuevo Plan de Pastoral diocesano que nos acabamos de dar para los próximos cinco años, incluye toda una serie de prioridades concretas y objetivos precisos para salir al paso de esta necesidad que nos reclama un compromiso cristiano con los más desfavorecidos. Debemos hacer verdad que “La ciudad se llenó de alegría” (Hch 8,8), como reza el título que hemos dado a este Plan: porque “en la caridad y el servicio nos jugamos nuestra credibilidad como cristianos. Vemos cómo en este momento los nuevos rostros de pobreza nos están pidiendo una apuesta de servicio pastoral que con entraña samaritana reconozca en ellos los rasgos dolientes de Jesús y desde Él anuncie el evangelio que trae gracia, esperanza y libertad. Son los pobres que siempre tendremos entre nosotros como ya nos anunció el Maestro (cf. Mt 26, 11)” (PPD 2013-2018, pág. 17).
Junto a las pobrezas emergentes, tenemos delante otro reto particularmente doliente como es la violencia y la guerra que amenazan la paz. Ayer vivimos una jornada de ayuno y oración propuesta por el Papa Francisco a toda la Iglesia católica, abierta a otras confesiones religiosas y a todas las personas de buena voluntad.
OREMOS POR LA PAZ
Ya el domingo pasado en una Plaza de San Pedro repleta de miles de fieles el Papa pidió que “estalle en el mundo la paz”, y hace unos días escribía al Presidente Putin como anfitrión del G-20 para pedir que “se abandone la vana pretensión de una solución militar” para Siria. El Papa puede ser entendido por todos, sencillos e intelectuales, pobres y poderosos de la tierra. Porque apela a una exigencia del corazón de cada hombre y porque pone en juego una racionalidad más abierta y exhaustiva que la que estos días se escucha en los foros internacionales. Francisco, y con él toda la Iglesia, no patrocina una suerte de pasividad frente a la tragedia siria. En realidad la Iglesia lleva años reclamando una acción concertada de la comunidad internacional para poner coto a las masacres, auxiliar eficazmente a las víctimas e impedir una nueva tierra quemada en la que sólo brote la semilla del rencor, del fundamentalismo y del terrorismo. El Papa Francisco propone con este gesto público, en medio de las plazas del mundo, un clamor que haga entender y sentir que “no es la cultura de la confrontación y del conflicto la que construye la convivencia, sino la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la paz” (J.L. Restán, El gesto más razonable. Páginas Digital. 7sep13).
Pero no sólo las palabras y los gestos que miran a la paz planetaria amenazada, sino esa paz presente o ausente en el corazón de cada uno. Porque es ahí donde se declaran las guerras o donde se firma la paz, es ahí donde se camuflan los intereses egoístas de toda violencia o donde late el sincero deseo de perdón. El Papa Francisco ha pedido la paz para Siria y los países en guerra, pero también para nuestro corazón frente a cualquier conflicto que desde él podamos mantener.
He recibido hace unos días un dibujo de una niña siria de ocho años. Los ojos de esta pequeña se han asomado a una tragedia que sus lápices de color han ilustrado. Impresiona su precoz sensibilidad y su prematuro dolor: junto a cuerpos sin vida que yacían por tierra con lágrimas bruscamente interrumpidas, ella imagina en su dibujo que todos suplen ese llanto: el sol, los pájaros, los adultos, los niños, las montañas. Todos lloran como queriendo suplir a quien no puede seguir llorando. Los aviones tiran bombas y los carros de combate sus misiles. Sólo el llanto infantil de su imaginación hace en su inocente pintura que la vida rompa en lágrimas como si Dios mismo no dejase de llorar sobre la tierra ensangrentada. Es la estampa que he puesto en mi libro de oraciones para pedir a Dios que yo sea un instrumento de su Paz.
CONTRA LA INJUSTICIA Y LA DESIGUALDAD
Pedimos a la Reina de la Paz, nuestra Madre la Santina, que interceda por quienes deciden en este mundo las falsas soluciones violentas que jamás resuelven los verdaderos problemas de injusticia y desigualdad. María fue a la montaña, como esta mañana nosotros hemos subido a Covadonga. Ella llevaba en su entraña al Hijo que llenó el mundo de luz y lumbre, de alegría y esperanza. Sí, llenó la tierra encendiéndola con una gracia que no podrán nunca apagar nuestras desgracias.
Homilía 8 de Septiembre de 2014
RECUERDO DE LA VISITA HISTÓRICA DE SAN JUAN PABLO II
Sucedió hace ahora XXV años. Nunca antes había ocurrido que un Papa viniese hasta aquí como peregrino. Asturias entera quiso acoger a quien venía en el nombre del Señor para anunciarnos la buena noticia con entraña de Evangelio. Juan Pablo II nos miró, se aprendió los nombres de nuestra tierra, se informó de nuestra historia, se asomó a nuestros lares, y quiso dejarnos un mensaje que en estos días de la Novena a la Santina hemos venido recordando. Fueron dos los paisajes que a él le tocaron en corazón.
LA NATURALEZA, CREACIÓN: DON DE DIOS
La primera impresión de este singular peregrino en Covadonga fue conmoverse ante la creación tan prestosa que rodea este querido lugar. Era conocida su sensibilidad por la montaña, pero aquí quedó prendado de la belleza natural que nos circunda. Lo mismo me sucede a mí, cuando subo a Covadonga con jóvenes caminando por los bosques hasta llegar a la Santa Cueva o cuando me adentro en los Picos de Europa. Asturias es un lugar realmente especial. Están marcadas con hondura las pisadas en los caminos que suben a Covadonga. Han sido siglos de andadura, donde cada cual con su anhelo de luz y la noble búsqueda de la paz, se ha sabido peregrino de la gracia, de lo mejor que cada día estaba aún por estrenar. Enel Valle del Auseva hay senderos abiertos que como veneros de esperanza nos permiten ver cada año a las buenas gentes asturianas que llegan hasta este lugar, como de todos los concejos han subido en la Novena.
Hay un concierto ininterrumpido en medio de esta naturaleza: la espesura de los bosques que guardan celosos su mejor secreto; el fluir de arroyos y manantiales que en su agua saltarina nos brindan su humilde sorbo que apaga la sed; el canto de los pájaros que cada mañana estrenan la sinfonía incompleta que para ellos ha vuelto a componer el Creador; la majestuosidad de las montañas que nos presiden con sus riscos invitándonos a levantar la mirada por encima de las brumas angostas hacia la luz indeclinabledel hermano sol. ¡Cuanta belleza nos narra a su modo una historia amable en donde las cosas nos guiñan su encanto con una bondad que no caduca ni engaña! Como decía el gran poeta Rilke, aquí parece que todo conspira para nuestro bien. Esto llenó la mirada de Juan Pablo II y puso alegría en su corazón cuando se zambulló en estos mismos valles y subió luego hasta los Lagos para asomarse al espectáculo que la madre tierra nos brinda exhibiendo la firma de su Creador.
LAS ENSEÑANZAS SOCIALES DEL PAPA EN ASTURIAS
Por eso el Papa Juan Pablo II no habló en Asturias sólo de la hermosa tierra, sino de la criatura más importante y a veces más vulnerable como es el ser humano. Si tan sólo estuviésemos admirando la belleza natural de un paisaje, pero no tuviésemos mirada para quien por su situación de pobreza, de injusticia, de falta de libertad, de violencia, es rehén de su tristeza y malaventura, estaríamos pecando de omisión, cuando no de cómplice acciónpor no salir al encuentro de quien necesita que compartamos con él lo que a nosotros se nos ha dado, o que busquemos y luchemos con él lo que ninguno tenemos ni gozamos. Fue este otro paisaje el contexto en el que el Papa Juan Pablo II tuvo también un importante discurso socialen su viaje a Asturias.
Fueron elocuentes sus palabras al respecto: «La tarea de los cristianos hoy, para el bien de todos los hombres, es testimoniar con las obras de su trabajo una auténtica humanización de la naturaleza, dejando en ella una huella de justicia y belleza, manifestando el verdadero sentido humano del trabajo y rindiendo de este modo obediencia y gloria al Creador. Ante todo, se trata de reconstruir en el mundo del trabajo y de la economía un sujeto nuevo, portador de una nueva cultura del trabajo. No es suficiente que cada uno ejerza bien el papel de empresario, sindicalista o político, consumidor o economista, que le ha sido asignado por la estructura social; es preciso realizar hechos nuevos, intentar obras nuevas, nuevas iniciativas, nuevas formas de solidaridad y organización del trabajo basadas en esta cultura».
PASAR DE LA DESESPERACIÓN AL AGRADECIMIENTO (Alusión Mayo 68)
Por eso necesitamos sacudirnos la inercia que puede hacernos cansinos, pesimistas y desesperanzados. No se trata de caer en una ingenuidad falsa que pinta la vida con colores dequimera. Pero tampoco ayuda, machacar como agoreros de calamidades diciendo que el mundo no puede cambiar. Lo decían aquellos revolucionarios del 68: “sed realistas: pedid lo imposible”. Lástima que tantos de ellos luego terminaron cambiando la barricada indómita de sus utopías por la moqueta de sus burguesas conquistas. Pero había un poso de verdad en su rebeldía: no resignarse ante lo que puede ser cambiado, no censurar la aspiración serena y creativa de lo que nuestro corazón de tantos modos reclama y aspira. Dicho de otro modo, y parafraseando a Chesterton: «hay cosas que van mal por estar ciegos ante las que van bien».Depende de si nuestros ojos se llenan de escéptica desesperación o de audaz agradecimiento.
CARIDAD CON LAS FAMILIAS NECESITADAS
Nuestra Diócesis de Oviedo quiere aprender esto y quiere mostrarlo viviéndolo. Ahí está nuestro compromiso solidario a través de tantas realidades con las que los cristianos salimos al encuentro de los hermanos más desfavorecidos. No hay alarde, no recabamos luego ningún tipo de reconocimiento ni aspiramos a la prebenda de ningún privilegio. Mirando esta belleza que nos rodea, nos sentimos comprometidos para superar aquello que la mancha en la vida de nuestros hermanos. Así lo enseñó Juan Pablo II como peregrino en Asturias hace XXV años. Y además de lo que con inmenso esfuerzo y no pocos resultados estamos haciendo por los que sufren de tantos modos la crisis económica y moral con todos sus rostrosy están en riesgo de exclusión social, queremos dar un paso más, sencillo y humilde, quepueda también educarnos en un gesto de cristiana solidaridad. La Diócesis cuenta con algunas casas rectorales que en este momento no necesitamos, o que hay gente sin techo y desahuciada que las necesita mucho más. He encargado a nuestra Cáritas que disponga de una serie de casas rectorales para que las ofrezca a familias en necesidad.
No se trata de poner parches sólo ante lo inmediato, sino de educarnos con gestos que nos humanizan mirando la solidaridad del mismo Dios haciendo nosotros lo mismo que en Él aprendemos y admiramos. Lo decía con agudeza Antoine de Saint Exupery «si quieres construir una barca no reúnas sin más hombres para cortar leña sino despierta en ellos la nostalgia por el mar infinito». Es el deseo de un mundo diferente, como el mar infinito, el que convoca lo mejor de nosotros con audacia, fe y valentía.
COVADONGA, PIEDRA Y RAIZ DE LA EUROPA CRISTIANA
Quiero concluir con una mención que Juan Pablo II hizo de nuestra idiosincrasia asturiana que se nutre de lo que Covadonga significa. En aquella mañana, durante la homilía de la Misa que se celebró en la explanada frente a la Basílica, el Papa dijo algo muy importante: «Covadonga, a través de los siglos, ha sido como el corazón de la Iglesia de Asturias. Cada asturiano siente muy dentro de sí el amor a la Virgen de Covadonga, a la “Madre y Reina de nuestra montaña”, como cantáis en su himno.Por eso, si queréis construir una Asturias más unida y solidaria no podéis prescindir de esa nueva vida, fuente de espiritual energía, que hace más de doce siglos brotó en estas montañas a impulsos de la Cruz de Cristo y de la presencia materna de María.
¡Cuántas generaciones de hijos e hijas de esta tierra han rezado ante la imagen de la Madre y han experimentado su protección! ¡Cuántos enfermos han subido hasta este santuario para dar gracias a Dios por los favores recibidos mediante la intercesión de la Santina!La Virgen de Covadonga es como un imán que atrae misteriosamente las miradas y los corazones de tantos emigrantes salidos de esta tierra y esparcidos hoy por lugares lejanos.La Virgen María, podemos decir, no es sólo la “que ha creído” sino la Madre de los creyentes, la Estrella de la evangelización que se ha irradiado en estas tierras y desde aquí, con sus hijos, misioneros y misioneras, ha llegado al mundo entero.
Covadonga es además una de las primeras piedras de la Europa cuyas raíces cristianas ahondan en su historia y en su cultura. El reino cristiano nacido en estas montañas, puso en movimiento una manera de vivir y de expresar la existencia bajo la inspiración del Evangelio.
Por ello, en el contexto de mi peregrinación jacobea a las raíces de la Europa cristiana, pongo confiadamente a los pies de la Santina de Covadonga el proyecto de una Europa sin fronteras, que no renuncie a las raíces cristianas que la hicieron surgir. ¡Que no renuncie al auténtico humanismo del Evangelio de Cristo!».
Precioso mensaje que nos dejó como precisa herencia el paso bondadoso de este Papa santo que peregrinó a nuestra tierra y supo reconocer y abrazar nuestra forma de ser, de sentir, de soñar y de construir un mundo que valga la pena. Por eso, hago una petición especial al Señor y a la Santina. Este Arzobispo madrileño de día en día es más asturiano de corazón. No sólo la belleza de nuestra tierra, sino la nobleza de su gente, no dejan de admirarme y de sentirme agradecido. He aprendido aquí y con vosotros, lo que significa un pueblo que no excluye a otros reclamando fronteras que dividen e insidian tejiendo secesiones. Pido desde esta tierra que no se dilapide el valor de la unidad plural de una historia como España que tiene siglos de fecunda convivencia y fraterna complementariedad. Que en el respeto de los valores propios se sepan armonizar los valores comunes que nos hacen grandes y solidarios. La unidad de un pueblo que lleva siglos conviviendo no es dictadura ni uniformidad, sino un bien moral que vale la pena cuidar, defender y seguir construyendo juntos.
Termino como hizo Juan Pablo II en su visita a este santuario, diciendo su plegaria:«Quiero presentarte y poner ante tu pies, Virgen de Covadonga,
a todos tus hijos de Asturias, las gentes del campoy los hombres del mar,
los mineros con su duro e inclemente trabajo,
los niños y los ancianos,
los enfermos y todos los que sufren en el cuerpo y en el alma,
las familias, y sobre todo, los jóvenes, promesa del futuro,
que buscan la razón y el sentido de su vivir.
Alcanza para todos de Dios,
con tu poderosa mediación maternal,
la gracia del perdón y de la reconciliación
que Cristo tu Hijo nos ha merecido
para vivir en paz con Dios y con los hermanos». Amén.
Homilía 8 de Septiembre de 2015
EL RECONOCIMIENTO DEL OTRO
María e Isabel se dieron un abrazo, y la prima anciana testimonió a su joven pariente cómo había saltado de alegría en su entraña lo mejor que ella llevaba dentro. ¡Cómo cambia la vida cuando somos portavoces de una palabra que Dios pone en nuestros labios, cuando somos portadores de la presencia del Señor que nos hace hermanos! No sólo no humillamos al otro, no sólo no lo reducimos y destruimos de tantos modos, sino que permitimos que crezca, que respire, que camine, que viva sencillamente aquello para lo que fue llamado a la vida.
La Diócesis de Oviedo sigue adelante con su plan pastoral que nos dimos para cinco años con toda una serie de objetivos, cauces e iniciativas inspirándonos en lo que decían aquellos primeros cristianos: que la ciudad se llene de alegría. No es una quimera piadosa, tan abstracta que no pudiera abrazar la vida levantándola, curando sus heridas, y dando a las personas razones para la esperanza. Hay tantos caminos y tantos motivos por los que sin traicionar nuestras raíces ayudarnos mutuamente a seguir adelante, en un sincero diálogo, con una colaboración leal y amable, buscando sencillamente el bien en todos los sentidos para dicha de nuestra gente.
BUENOS DESEOS AL NUEVO GOBIERNO
Así lo deseo sentidamente y estoy seguro que seremos capaces de escribir juntos la historia esperanzadora que tenemos por delante. A nuestro nuevo Gobierno del Principado de Asturias desde aquí le brindo mi mano en lo que a la Iglesia le compete, y en esta lealtad responsable que busca el bien de las personas estoy cierto, bien cierto, de que nos ayudaremos institucionalmente en este servicio común que por distintos motivos estamos comprometidos ante nuestro pueblo. Les deseo una feliz singladura de sabio gobierno junto a la certeza de nuestra oración y colaboración sincera.
Este verano ha plasmado en mi retina dos imágenes que en su tragedia han provocado tantas preguntas a mi conciencia.
DEFENSA DE LA VIDA
La primera se llama Marco y tenía hace dos meses tan sólo tres días de vida. Una extraña escalada de razones y de coincidencias, hizo que una joven mujer se deshiciera de su hijo recién nacido. Es confuso todo lo que ella declaró para intentar explicar lo inexplicable. Sin embargo, esta mujer tuvo a su hijo. No lo destrozó en su vientre, no succionaron sus trozos con una aspiradora, no lo ahogaron hasta envenenarlo en una solución de sal amarga. Sencillamente tuvo a su hijo, respetó su nacimiento. Tamaña gesta ya la colocaba en el palmarés de las madres que en medio de tremendas dificultades, increíbles miedos y incomprensibles soledades, dan a luz al hijo que llevaban dentro. Pero luego vino lo que nos parece difícil de creer: tirarlo vivo a un contenedor. Con un biberón para ese viaje maldito en medio de toda la podredumbre infecta, ella se deshizo de ese pequeño apenas nacido. Era como un aborto “post partum”, igual de cruel y horrible ante el ser humano más pequeñín e indefenso.
Pero el final ha sido tan sorprendente e inesperado, fruto de un inmenso milagro como ha sido llamado con justicia, y la luz que proyecta eclipsa del todo la penumbra que tan fatalmente lo oscurecía. Y en ese marco Dios con Marco nos ha dibujado una obra de arte. La tiniebla de un basurero bajo tierra explotó ante la luz que allí encendió un llanto. Y toda la porquería junta, se rindió ante la inocencia tierna y pura de un bebé que llorando entonó a su propia vida el más hermoso himno a la alegría. En medio de aquella basura brilló como una gema la más bella de las joyas que es siempre la vida humana.
Unas lágrimas de infante fueron suficientes para que en ellas Dios llorase de nuevo como sólo Dios sabe hacerlo. Y aquel llanto conmovió a gente buena que como en una conspiración bondadosa, se fueron apiñando para salvar a quien sollozando pucheros empezó así a contarnos su vida. La policía local, la Guardia Civil, las enfermeras y médicos del hospital, la prensa sensible que dio la noticia, los viandantes que avisaron. ¡Qué grande es la humanidad… cuando no se deshumaniza! ¡Qué precioso testimonio han dado todos ellos de lo importante de la vida!
Me pregunto qué quiso silenciar eternamente Dios para decírselo a él y con él decírnoslo a todos. Ha sido el triunfo de la vida, la más vulnerable, la más fácil de censurar. Pienso si ese llanto se pudiera escuchar en el seno de las madres en trance de abortar, en la conciencia de los padres cómplices e irresponsables que las dejan en soledad. Si ese llanto se pudiera escuchar en algunos parlamentos que legislan contra la vida sin que en sus papeleras las lágrimas de los no nacidos, como hizo Marco, puedan sencillamente llorar.
ALUSIÓN A LA MUERTE DEL PEQUEÑO AYLAN
La segunda imagen es la de un niño de tres años, Aylan Kurdi. Su foto ha dado la vuelta al mundo mostrando su pequeño cuerpo que yacía sin vida en la turística playa turca de Bodrum. Unas zapatillas sin desgastar todavía, las que calzaba alguien que apenas había aprendido a corretear. Aquí el llanto que él no pudo prorrumpir lo hemos llorado tantos al ver conmovidos esa impresionante imagen que viene a sumarse al álbum de los errores y los horrores que coleccionamos los humanos cuando perdemos la entraña. Son imágenes que se convierten en iconos y sacuden hondamente la conciencia para que nos asomemos con realismo al mundo que estamos construyendo.
Aylan Kurdi era ya un refugiado a su corta edad, como su hermano Galib con dos años más. Alguien ha escrito que un niño será siempre un mundo entero. Huían de la guerra, del fanatismo, de la persecución. Huían al tener que elegir entre vivir o plegarse, entre creer o fingir, entre construir tu hogar o salir a la intemperie. Los Boko Haram y los Isis tienen esa impostura violenta, injusta y con el peor Islam que no evoluciona. Es una ventana que muestra un horizonte oscuro, cambiando los contornos de la esperanza por los trazos de la tristeza. Sus brumas nos imponen un rictus de preocupación, y en algunos casos un razonable sobresalto. ¿Qué contemplamos tras nuestro cristal blindado cuando nos asomamos al ventanal de estos días? Que la vida es vulnerable. Mucho. Que no hay paraguas atómico, fronteras ni medidas de seguridad para negar la acogida a quienes llegan a tu casa huyendo de los que deciden segarte la vida de mil modos si no te pliegas a sus credos y dictámenes. En nombre de un dios inexistente que se les aparece en el fantasma de su fanatismo para pedirles que maten al infiel a sangre fría o a sangre caliente, se alejan del verdadero Dios clemente y misericordioso, un Dios que no odia lo que Él ha creado y que siempre es amigo del hombre, como dice la Biblia.
RECUERDO PARA LOS CRISTIANOS PERSEGUIDOS
Hay gente que está siendo asesinada por estos fanáticos extremistas por tener sencillamente un nombre cristiano, una fe cristiana, una vida cristiana. En Siria, Afganistán, Nigeria, Libia… matan a cristianos, secuestran a niñas cristianas, expulsan a cristianos de su tierra, roban sus casas y sus iglesias, sin que casi nadie de Occidente lo denuncie, ni se hagan conjuras intergubernamentales, ni se convoquen manifestaciones callejeras, ni se lloren a los que inocentes de toda provocación y ofensa, son masacrados sencillamente por ser diferentes, por ser cristianos sin serlo contra nadie.
SITUACIÓN DE LOS REFUGIADOS
Estas dos instantáneas despiertan de golpe nuestro privilegio de dormir plácidamente ante la tragedia de los refugiados. Les pasó a los discípulos con Jesús aquel día de la multiplicación de los panes y los peces. Ellos le pedían al Maestro que despidiese a la muchedumbre, que terminase su sermón y que cada cual hiciese lo que pudiese. Antes habían hecho cuentas calculando cuánto podría costar alimentar a toda esa gente hambrienta de pan y de esperanza. Y decidieron quitarse de en medio. Hasta que Jesús les espetó aquello que cada generación hemos de seguir oyendo: “dadles vosotros de comer”. Este fue el revuelo, la provocación de Dios en medio de la inhibición comodona y cobarde. Ellos no podían con todo aquello: ya lo sabía Jesús. Pero les estrujó el corazón y la conciencia para que movieran ficha: “dadles vosotros de comer”. Y fueron con dos peces y cinco panes que un chaval tenía en el cesto. No había más. Pero desde aquello poco e insuficiente que empezaron a compartir, Jesús hizo el milagro saciando hasta las sobras aquellas bocas y aquellos corazones.
COMPROMISO CON CÁRITAS DEL PLAN PASTORAL DIOCESANO
Nuestra Diócesis tiene un compromiso con esta palabra si queremos que la ciudad se llene realmente de alegría como dice nuestro plan pastoral. El mundo no cabe en nuestros cauces de la solidaridad, pero los tenemos. El año pasado ofrecimos a Cáritas que gestionase algunas casas rectorales que puedan servir para paliar la acogida de los sin techo. Es el Proyecto Red Hogares de Cáritas, que junto a otras viviendas, espacios habitacionales y comedores sociales está gestionando nuestra organización solidaria. Estos son nuestros pocos peces y panes que ponemos a disposición de aquellos pobres a los que Jesús nos sigue diciendo que demos de comer. Y ante la invitación del Papa Francisco de acoger en cada parroquia a una familia de refugiados, nos sentimos interpelados e invitados a continuar haciendo gestos de solidaridad cristiana. Tanto la inmensa mayoría de nuestras parroquias como una parte del edificio del Seminario tienen las puertas abiertas para la acogida, justamente como hacemos desde Cáritas con tantos hermanos y hermanas.
Obviamente deberemos estudiarlo para coordinar el modo de un servicio que sea útil y eficaz, porque acoger a familias de refugiados es pensar no sólo en un techo donde cobijarse, sino en su salud, su alimentación, en la escolaridad de los pequeños, en un trabajo eventual de los adultos, y aquí la Iglesia sólo puede ser subsidiaria con las administraciones y en ello estamos. Pero parroquias y Seminario están a disposición de estos hermanos. Ofrezco a nuestras autoridades autonómicas y municipales nuestra colaboración en esta noble causa, además de lo que por nuestra cuenta y nuestros medios podamos realizar como venimos haciendo a favor de los pobres de cualquier pobreza que implique desamparo y exclusión social.
LA PROSTITUCIÓN, LA ESPERANZA CRISTIANA Y RECONOCIMIENTO A LA SALLE
Hace unos años vi una película que abordaba el tema de la prostitución , dirigida por el cineasta Fernando León (“Princesas” 2005). En una escena se hablaba de la nostalgia. El diálogo entre dos mujeres maltratadas por la mala vida, decía: «Es rara, ¿no? la nostalgia. Porque tener nostalgia en sí no es malo. Eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos. Yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada de bueno como para echarlo de menos. ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado?». Esta era la pregunta. Este es el nombre de la esperanza cristiana: tener nostalgia de lo que aún no ha sucedido pero que el corazón te reclama, y que Alguien nos ha prometido. Por eso en medio de tantos motivos para la tristeza hay más razones para la esperanza, que es la fuente de nuestra alegría. Como el testimonio que dan nuestros misioneros capaces de amar hasta el contagio, de entregar la vida por entero. Hoy hace 70 años que llegaban a Asturias los Hermanos de San Juan de Dios, a quienes se les acaba de conceder el galardón a la concordia en los Premios Princesa de Asturias. Por este motivo, la esperanza cristiana no vive simplemente asomada expectante al futuro que se nos dará, sino que también sabe recordar agradecida el pasado que nos fundamenta, mientras reconoce con pasión el presente que el Señor de la historia de tantos modos pone en nuestras manos. Deseo para estos hermanos nuestros refugiados que ante la nostalgia de lo bueno por llegar, no les haga daño el pasado que necesitan olvidar.
Homilía 8 de Septiembre de 2016
Llevamos ya un par de veranos en los que junto a los incendios que nos asolan quemando lo que debería seguir dándonos su sombra, su verdor y el oxígeno que nos haga respirables los sofocos en este mundo nuestro tan inmaduro, insolidario e incierto, son los niños quienes protagonizan nuestras contradicciones y carencias. Tengo grabadas dos imágenes que me tienen clavado a su pantalla.
La primera fue el niño de cinco años Omran Daqneesh, un pequeño rescatado de un bombardeo en Alepo que se convirtió en símbolo del horror en Siria. La fotografía del diario británico The Telegraph que giró el mundo mostrando su cuerpo cubierto de polvo, los cabellos totalmente revueltos y el rostro ensangrentado, nos ha conmocionado. Parecía totalmente desorientado sentado en una ambulancia solitaria como si hubiera ocupado una butaca para ver por fuera una película de miedo, cuando el terror lo llevaba encima por los cuatro costados de su cuerpo. Ni siquiera vertió una lágrima en su llanto mudo, con una expresión que casi parecía resignación pasiva ante el infierno de su pueblo en la tragedia en Siria. Era su mirada, ausente y ciega, la que nos asomaba desde el balcón sus pequeños ojos inocentes, al mundo absurdo que estamos construyendo y les estamos heredando. Tras un inútil bombardeo donde caen personas inocentes, queda manifiesto el absurdo de un guerra que no sirve para nada y para nadie.
El segundo ejemplo se llama Giuliana, tiene 8 años y pasó 17 horas bajo los escombros de un terremoto que redujo a polvo su casa de Amatrice, en el centro de Italia. En el amasijo de piedras y maderas salió la pequeña Giuliana con su pijama desgarrado, despeinada y con la deshidratación en la mirada y en los labios. Pero estaba viva, milagrosamente viva. Salió sin decir palabra, como quien ante tamaño sobresalto no sabría decir nada, conmocionada como estaba. Pero fue su silencio el que más nos gritaba. Los labios de una niña que sin pronunciar palabra nos gritaron la incoherencia de una sociedad sin entraña.Porque tras una tragedia natural como es un terremoto, aparecen las comedias de una corrupción política y financiera que mercadea con la seguridad de unos edificios para sacar tajada haciendo el agosto en sus bolsillos aunque en agosto se caiga la ciudad entera llevándose por delante tantas vidas humanas.
Unos ojos y unos labios, de dos niños, que nos contemplan y nos hablan, para ver si vemos algo en nuestras cegueras, para escuchar si oímos algo en nuestras sorderas. Dos niños que nos señalan lo que no queremos ver y nos balbucen lo que no queremos escuchar. No en vano San Pablo hablaba de cómo la historia de los hombres sufre dolores de parto (Rom 8, 22), porque no termina de nacer ese mundo distinto, fraterno, justo, pacífico, solidario, en donde el sueño de Dios no sucumba ante nuestras pesadillas calculadas por intereses maquillados y trucados en tantos camerinos de frivolidad ensayada. Y me vienen los versos de D. Miguel de Unamuno: «Agrándame la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños y yo he crecido a mi pesar. Si no agrandas la puerta, achícame por piedad, y devuélveme a los tiempos que viví para soñar». Son dos historias, dos entre tantas, que de la mano de dos niños nos acercan una conmovida mirada perdida o una incómoda muda palabra.
OBRAS DE MISERICORDIA
En este escenario, que nos dibuja el panorama complejo y duro de tantas personas, y que no se aviene con lo que cabría esperar de quienes tienen en su mano en buena medida hacer un mundo diferente, puede sobrevenirnos una desazón rayana con el más cruel pesimismo. Y no es esta la perspectiva cristiana. Como nos enseñó la recién canonizada Madre Teresa de Calcuta, frecuentadora de los bajos fondos de las miserias humanas en donde sacó a flote tantas vidas humanas. Ella decía que en un mundo así de de inmaduro, caprichoso y contradictorio, sólo cabía o desesperarse hasta la revolución o comenzar a hacerlo nuevo comenzando por el trozo de historia que tengo bajo mis pies y al que alcanzan a abrazar mis manos. Porque ese mundo nuevo y mejor, comienza por renovar y mejorar todo aquello que de mí depende y se me ha confiado. Por eso podría parecer ingenuo lo que el papa Francisco nos propuso en torno a una actitud y una palabra que están desterradas hasta el desprecio en nuestros intereses y en nuestros cotidianos “tomas y dacas”. Se trata de la misericordia… tanto más provocativa en un mundo inmisericorde. Este año hemos contemplado a María como puerta de la misericordia, siguiendo la indicación del papa dedicando un año a esta cuestión tan actual: porque en un mundo en el que cuenta mucho más lo que puede engordar unas arcas de codicia, o unas rentas electorales, o unas prebendas de poder, o una frívola experiencia de placer… necesitamos que alguien nos recuerde no sólo que estamos descentrados, desquiciados y perdidos, sino cómo volver a lo que nos centra, nos concentra y nos encuentra en lo que es bondadoso, justo y bello.-
(...)
Desde niños aprendimos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. También las espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. Ahí tenemos el índice en el que leer nuestro compromiso misericordioso a la luz del compromiso del mismo Dios, o por el contrario quizás poder descubrirnos como pobres pecadores que creyendo en un Dios amor no somos capaces de testimoniarle amando a los hermanos.
De joven aprendí una plegaria que ironizaba precisamente con la opulencia del mundo insolidario que saturado de su propia hartura no era capaz de abrirse a las necesidades concretas de los hermanos. Decía así, “Señor, dame un poco de hambre y de sed, que me estoy muriendo de pan y de agua”. Es decir, experimentar en la propia carne la carencia y la penuria que nos hace mendigos, supone abrirnos al agradecimiento de los dones que se nos regalan providencialmente de tantos modos en la vida. Una gratitud que debe tornarse luego en compartir solidario. Se abre un examen de conciencia sobre nuestra capacidad de agradecimiento y nuestra apertura para compartir. Dar gracias por lo mucho que hemos recibido y que otros hermanos no pueden sencillamente gozar en sus derechos más fundamentales. Así lo hacemos como comunidad cristiana teniendo las puertas abiertas, el bolsillo aflojado y los brazos dispuestos para cualquier hermano. Así lo hace nuestra Cáritas y tantos otros cauces en donde expresar el amor sin ninguna condición y sin inconfesables intereses a favor de todos los necesitados.
Obras de misericordia: De qué hambres se trata, cuál es el agua que nos falta, qué nos deja desnudos en nuestra dignidad, cuáles son las intemperies en las que sin techo vivimos malamente, qué cadenas nos atan la libertad y cuál es el sentido de la muerte que piadosamente enterramos con esperanza de resurrección. Este sería el análisis que deberíamos hacer para poner nombre, fecha y circunstancia a estas obras corporales de la misericordia que miran a la malnutrición de tantos seres humanos, especialmente los niños, a la falta de agua potable no contaminada. Pensemos en las migraciones de tantas personas que deben huir de sus tierras por las persecuciones culturales y religiosas que les imponen los nuevos terroristas con negro turbante. Los sin techo y los niños de la calle, los enfermos con las pandemias actuales del sida, del ébola, nuevas versiones de la lepra de siempre. Los presos hacinados en cárceles inhumanas y los que viven sin libertad tras sus barrotes de oro en el consumismo materialista que les arrebata.
Pero no sólo es nuestro cuerpo el que debe ser abrazado misericordiosamente, sino también ese mundo intangible pero igualmente cierto en el que nuestra esperanza es capaz de soñar con alegría o se hunde y desespera. Obras de misericordia espirituales que abren cauces de educación y formación integral en donde éstas no entraron o que acepta el reto de volver a empezar en una sociedad grosera, violenta y maleducada. Que no juega con ideologías nocivas en torno a un género que destruye y maquina. El consolar las aflicciones de tantos dramas. O saber aconsejar de modo respetuoso para que las preguntas de tantas personas puedan encontrarse con las respuestas de un Dios que no engaña. Testimoniar un talante de convivencia hondamente fraterna y cristiana que sabe del respeto sin dejarse arrastrar por quienes molestan con sus crispaciones y provocaciones. Y saber llevar a nuestra oración a los vivos o difuntos que el Señor puso a nuestro lado.
Cuando tomamos en consideración estas catorce obras de misericordia aparecen los distintos rostros de pobreza que desdibujan por tantos motivos la imagen y semejanza de cada hombre y mujer que fueron creados para que se parecieran a Dios en su verdad y su belleza. Estas obras de misericordia son fácilmente relacionables con importantes tareas y retos sociales de nuestra sociedad. Son las circunstancias de la vida con todos sus factores los que nos han hecho mella y nos han herido hasta dejarnos maltrechos al borde del camino. Pero Jesús samaritano y la Iglesia samaritana no pasan de largo al mirarnos con misericordia salvadora de nuestro truncado destino.
2017:PRESIDIÓ Y PREDICÓ EL CARDENAL BLAZQUEZ
Homilía 8 de Septiembre de 2018
(Centenario de la Coronación Canónica y Visita de la Familia Real al Santuario)
COVADONGA SENTIDO DE PERTENENCIA
Pero Covadonga no es un Santuario mariano únicamente. Este rincón asturiano no es sólo un referente espiritual de primer orden, sino también un lugar identitario donde nació el pueblo que aquí tuvo comienzo. No en vano, en el himno a la Santina, cantamos lo que está en la conciencia histórica de nuestras gentes: «Bendita la Reina de nuestra montaña, que tiene por trono la cuna de España». No es un requiebro patriotero, sino la afirmación noble que nace de un sentimiento de pertenencia, que nos permite no sólo nacer, sino también crecer y madurar hasta alcanzar nuestro destino en paz y convivencia.
LOS TURBANTES QUE HOY NOS TURBAN
En Covadonga nace un pueblo con clara denominación de origen, celoso de su forma de ver las cosas, y que no se amilana cuando hay que reconquistar con nobleza lo que se invade hurtándonos nuestro terruño patrio, lo que se nos usurpa empobreciéndonos, lo que se nos diluye imponiéndonos creencias tan intrusas e ideologías tan ajenas que terminan vaciándonos de lo que somos. Hoy la reconquista pasa por otras lizas, y son otros los retos que nos desafían. Son también diferentes los turbantes de antaño ante las cosas que hogaño nos turban preocupantemente cuando la vida en todas sus fases, la familia y su tutela, la educación intervenida o la libertad cercenada, se malvenden en una almoneda trucada y abaratada. Decía William James Durant: «Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro». Esta frase, con una lucidez que espanta, es un diagnóstico de nuestra época y describe algunos de nuestros turbadores males cuando la dictadura del relativismo, como decía Benedicto XVI, las ideologías liberticidas y la confusión líquida calculadamente propagada como afirma Zygmund Bauman, hacen de la mentira frívola y mediocre el cauce de un ansia de poder que termina en corrupción y violencia. No quisiéramos ser conquistados por nadie, y queremos dialogar con todos como repite el Papa Francisco, pero desde una cultura del encuentro que no traicione ni disuelva la propia identidad, ofreciendo en la vida pública nuestra perspectiva cristiana, lo que se nos dio como herencia cultural y moral, eso que la Iglesia custodia, defiende, celebra y anuncia con apasionada pasión y creativa fidelidad.
UNA ESPAÑA PLURAL FORJADA EN LA FE
Todo esto nació en Covadonga, forjando así una historia con sus luces y sombras, aciertos y contradicciones, pero con la firme certeza e indomable entrega que permitió que se fuera formando una España plural en sus pueblos, muy unida en sus gentes, con un proyecto común que aunó como identidad cultural propia la herencia romana, la fe cristiana y la idiosincrasia de lenguas y lugares que han tejido el rico mapa de nuestra Hispania. Así contribuimos como han hecho pocos pueblos a la construcción de Europa y a la proyección misionera en la América hispana, como recuerdan las banderas que aquí ondean junto a las nuestras. En su visita a Asturias, Juan Pablo II nos lo dijo: «Covadonga es una de las primeras piedras de la Europa cuyas raíces cristianas ahondan en su historia y en su cultura. El reino cristiano nacido en estas montañas, puso en movimiento una manera de vivir y de expresar la existencia bajo la inspiración del Evangelio… Pongo confiadamente a los pies de la Santina de Covadonga el proyecto de una Europa sin fronteras, que no renuncie a las raíces cristianas que la hicieron surgir».
PALABRAS AL REY
Majestad, en vuestra alta responsabilidad como Rey de España en estos momentos delicados, sentidnos cercanos con el afecto y la plegaria, y muy agradecidos por vuestra valentía y clarividencia en la defensa de la libertad de nuestro pueblo, de su paz y de su plural convivencia democrática en un Estado de derecho. A vuestra Majestad, y a toda la Familia Real, nuestra gratitud por esta visita al Santuario de Covadonga. Como he dicho en la Santa Cueva hace unos instantes, mucho nos ha prestado haber contemplado el primer encuentro entre una Virgen Reina coronada y una jovencísima Princesa en esta su Asturias donde la sentimos ya tan nuestra. Que la Santina nos bendiga a todos.
Homilía 8 de Septiembre de 2019
GUIÑO AL NUEVO PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
Hace unos días, nuestro nuevo Presidente del Gobierno de Asturias, decía con acierto que los problemas que tenemos en la región serían de modo distinto resueltos si en lugar de mirar sólo por nuestros intereses partidistas tuviésemos una mirada amplia por Asturias colaborando mutuamente. A veces vemos en algunos escenarios de la cosa pública cómo hay palabras vacías, intereses inconfesables, objetivos cortoplacistas y un uso y abuso del servicio político, trocándolo en un manejo de las cosas, los tiempos y los recursos a disposición, para un simple aprovechamiento de la propia vanidad, o del mantenimiento o conquista del poder por el poder. El ombligo de nuestra mezquindad nos acorrala egoístamente empujándonos a mentir, a calumniar, a socavar la convivencia levantando muros o volviendo a reabrir trincheras con tantos pretextos que hacen que la colaboración sea una quimera. Pero las palabras de nuestro Presidente no sólo son justas, sino que siendo sinceras marcan el verdadero camino viable.
Muchas gracias, Señor Presidente, por acompañarnos en esta celebración especial que convoca a toda Asturias en este lugar de profunda belleza natural, de importante raigambre histórica y corazón espiritual en el que late un pueblo. Cuando como Arzobispo me invitan a la Junta del Principado o a los Ayuntamientos varios, a la Universidad o a las sedes de nuestra Judicatura, de nuestro Ejército, la Policía Nacional o la Guardia Civil, la Iglesia diocesana acude agradecida en mi persona, y nos sentimos honrados por la invitación. Represento a un pueblo, el cristiano, que está inmerso con su ciudadanía en medio de esta sociedad plural. Si por algún motivo ideológico yo censurase o fuera censurado en la presencia que con respeto ciudadano y cortesía institucional nos brindamos, estaríamos cercenando el buen sentido, la respetuosa cordialidad y la mutua colaboración en tantos asuntos que el servicio a esta sociedad, reclaman como recíproco entendimiento entre las instituciones que representamos. Por este motivo, D. Adrián, acojo con interés su invitación a colaborar y con responsabilidad también yo se la brindo agradecidamente. Estoy seguro que será un bien para su Gobierno, para la Iglesia diocesana, y para esta patria querida que es Asturias cuya fiesta también hoy celebramos.
DEL PATRIMONIO INMATERIAL AL PATRIMONIO HUMANO
Hay un patrimonio precioso que el pasar de los siglos ha ido dejando en nuestra tierra, con la firma de autor de los artistas cristianos de Asturias en esta sociedad: la arquitectura, la pintura, la escultura, la música. Todo un bagaje cultural que, aunque tenga denominación de origen eclesial en su título de propiedad, tiene las puertas abiertas por parte de quienes lo custodiamos, para no hacer de ello una colección privada.
Hay otro patrimonio todavía más bello, que es el de las personas. Su herencia viva es lo más querido cuando tienes delante un rostro que tiene nombre, edad y circunstancia. Todos los tramos que describen una biografía son objeto de nuestra solicitud humana y pastoral. Brindamos por las cosas bellas y resueltas dando gracias al Buen Dios con la gente buena y sencilla. Y sabemos también llorar cuando vienen mal dados los reveses que ponen a prueba nuestra esperanza. Son noticia en estos días la situación en la que pueden quedar las 111 familias de la Cuenca langreana si el ERE del próximo día 12 pone en la calle a tantos trabajadores de la factoría Vesuvius por la crisis del acero en Europa. Auténtico volcán de un Vesubio malhadado que arrasa la esperanza con insolidaria lava. Vaya mi cercanía hacia todas esas familias y mi oración para que quien puede mediar y remediar acierte a negociar con eficacia.
EL PATRIMONIO DE LA FAMILIA CRISTIANA
Y dentro de ese patrimonio humano, reconocemos la familia como lo más querido y valorado entre nosotros, y este es otro valor en el que nos encontramos mano a mano construyendo el fundamento de la sociedad. Pero, como dije aquí mismo la primera vez que celebré la Santina, la familia está siendo perseguida por quienes tienen miedo de ella por la fortaleza que ella entraña, por quienes no protegen la vida ni la quieren verdaderamente educar. Sería enojoso hacer el elenco del desmantelamiento de lo que significa la familia en todos sus frentes: se destruye la vida que por un módico precio no dejan que nazca, se destruye la vida no ayudando a la mujer por prepotencia machista o demagogia feminista, se destruye la vida cuando se quita a los padres su responsabilidad educativa, se destruye la vida anciana o enferma terminal cuando se la echa como residuo a un cubo de basura. Por este motivo nos duele enormemente cuando se atenta impunemente contra los más vulnerables, y nos alegra sobremanera que –como me consta– se hagan esfuerzos políticos y sociales para defender a la mujer, al hijo de sus entrañas, a los ancianos y enfermos terminales, sin un rédito aprovechado de interés electoral.
La familia es una planta delicada que hay que proteger e incentivar. Bien lo saben nuestras Cáritas parroquiales cuando acogemos familias rotas por la pobreza, o mujeres y niños maltratados por la violencia, o jóvenes que no encuentran más salida para su inmediato futuro que salirse de nuestro mapa. La familia es lo que es con sus siglos de solera en donde el amor entre un hombre y una mujer, abiertos a la vida, se respetan y aman con ternura y paciencia, educando a sus hijos como quien tiene en sus manos lo más sagrado y lo más bello que se puede abrazar.
INVITACIÓN A LA FRATERNIDAD
Termino, hermanos. Salgamos al encuentro unos y otros en este día de fiesta, y aprendemos de nuestra Santina ese gesto que nos ha recordado el evangelio: saludarnos con mirada tan verdadera, tan sincera, que haga saltar de alegría lo mejor que Dios ha puesto en nuestro corazón. Gracias por haber acudido. Y que de aquí parta un nuevo curso en el que podamos construir juntos una ciudad llena de la verdadera alegría.
A todos vosotros, amigos y hermanos feliz día de Covadonga en esta Asturias tan querida. Que nuestra Santina nos acompañe y que siempre nos bendiga.
Homilía 8 de Septiembre de 2020
DENUNCIA DE LA GESTIÓN DE LA PANDEMIA
Prisa traemos también nosotros este año a Covadonga. Porque hay una premura que nos zarandea y agobia con esta malhadada pandemia, que hace que tengamos prisa en superarla cuanto antes. Pero aquí viene la dificultad: no tenemos las herramientas adecuadas, son pobres nuestros recursos humanos a la hora de poner nombre a esta situación compleja y variopinta. Decía Ortega y Gasset, que “a veces lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa”. Efectivamente nos hacemos tantas preguntas, y aparecen en el horizonte cotidiano tantas cuestiones inconclusas. No sabemos bien cómo se ha originado este virus así de letal y extendido en el mundo entero. Son oscuros los orígenes, terribles algunas explicaciones cuando, sin pruebas, apuntan maquinaciones que de ser verdad nos hielan la inteligencia y el alma. La gestión de la pandemia ha sido desigual, y también esto nos desazona cuando los ciudadanos vemos que ha habido mucha improvisación, no pocas mentiras, y la intervención de la vida de una entera sociedad donde los sentimientos, los divertimentos, las creencias, la libertad, quedaban confinadas al albur de los magos de oz o de los gurús con los martillos de siempre. Si hay engaño, improvisación, intereses inconfesables que esconden sus estrategias en el control de la libertad de las personas, de sus movimientos, de sus decisiones, estamos entonces ante una mala gestión que no busca el bien de las personas en una tragedia como la que nos asola, sino perpetuarse en las poltronas del poder o aspirar a desbancar a los que se sientan en ellas.
RECONOCIMIENTO A LAS AUTORIDADES DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
Tanto más cuando vemos que van pasando los bochornos estivales dando entrada a nuevos sofocos que habrá que reconducir responsablemente. Porque la circunstancia que estamos viviendo desde marzo con esta malhadada pandemia, pone fuego a nuestra vida alterándola demasiadamente. Parecía que la así llamada “nueva normalidad” vendría por decreto, y que funcionaría porque así lo decide quien tiene el timón de la nave. Pero luego la realidad es más libre o más terca, y no se ajusta sin más a los intereses políticos o económicos de quienes con este virus dibujan a su antojo y pretensión el mapa de nuestras vidas y sus estimaciones electorales. Unas veces alertándonos con pánico, otras diciendo que no pasa nada. Momentos en los que no podemos salir del búnker doméstico, y otras con un pistoletazo de salida para un casi vale todo… con mascarilla y las medidas de distancia. Y también los hay que se aprovechan de esta tragedia para intentar censurar la libertad religiosa a golpe de ordeno y mando. He de decir que hay una plausible excepción que se refiere a nuestra región asturiana, donde la crisis sanitaria se ha planteado y gestionado con sensatez, prudencia y razonables medidas, en medio de un aluvión de gentes que nos han visitado en estos meses de verano. Lo he dicho en varias ocasiones, y hoy lo quiero decir claro y aquí en Covadonga en el día de la Santina y día de Asturias: que la gestión que de esta circunstancia se ha hecho en Asturias es de agradecer en el noble intento y el cuidadoso tiento con el que nuestras autoridades autonómicas y municipales, nuestros sanitarios y fuerzas de seguridad, han hecho bien sus deberes dentro de lo mejorable que tiene toda acción humana. Yo lo vuelvo a agradecer públicamente: Sr. Presidente del Principado, Sr. Presidente de la Junta, Señores y Señoras portavoces de los partidos políticos, gracias por el esfuerzo y por aunar voluntades desde la legítima visión de cada formación política. Es hora de sumar y construir juntos, y ustedes lo están haciendo. Digo lo mismo a nuestra Delegada del Gobierno en Asturias, con un sentido agradecimiento por su valiente y decidida actuación en la gestión que le corresponde en esta pandemia, por su cercanía a las residencias de ancianos y nuestros equipos de Cáritas. Es de bien nacidos ser agradecidos y yo lo hago a Vd. y a nuestra Consejería de Salud.
AGRADECIMIENTO A LOS SACERDOTES, RELIGIOSAS Y FIELES DE LA DIÓCESIS
Todo esto tiene una repercusión clara en nuestra vida cristiana. Porque la Iglesia diocesana, ha sabido poner los medios y ha sabido también liberalizarlos, según ha ido evolucionando el panorama de contagios del coronavirus en nuestra tierra. Nuestros templos parroquiales son espacios seguros, porque ahí hemos querido cuidar a la gente que entraba en las iglesias buscando la paz, el consuelo, la gracia, no buscando otras cosas o con actitudes que terminaban después en el contagio que no buscabas. Distancias señaladas, protección con hidrogel, mascarillas en la boca, y cuidado del aforo señalado. Hemos cuidado los cuerpos para poder cuidar las almas. Ha sido ejemplar la respuesta de nuestros curas y fieles, los de aquí y los que en este tiempo nos han visitado. Hemos tenido que prescindir de procesiones y otras expresiones religiosas, buscando alternativas para nuestras festividades cristianas y populares. Ha habido que aplazar bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, bodas e, incluso, ordenaciones sacerdotales. Pero poco a poco, se van celebrando estos eventos de fe, que tienen repercusiones sociales entre nuestros familiares y amigos.
BUENOS DESEOS ANTE EL NUEVO CURSO
Tenemos delante como cada año en estas fechas el comienzo del curso, que esta vez conlleva incertidumbre. Toda la problemática al comenzar el año académico en torno a los colegios y centros universitarios, tiene también una repercusión en nuestras catequesis y demás actividades diocesanas y parroquiales. Creo que es bueno tener todos la mesura que nos hace responsables, para evitar la incompetencia de quien ignora la gravedad de este momento, así como quien asustadizo se atrinchera para no hacer nada. Entre los que la banalizan hasta la frivolidad y los que se asustan hasta el escaqueo, está la medida serena y sensata de quien pone los medios razonables para que no se nos escape la vida, tampoco la vida cristiana que hay que seguir nutriendo y cuidando con celebraciones, sacramentos, catequesis y nuestro adaptado calendario. Pero hay tantos que con ojos limpios de negruras y con mirada de largo horizonte, son capaces de asomarse a lo que nos sucede sin censurar lo que nos aflige, y sin dejar de leer y escuchar lo que Dios, buen escribano, nos dice en medio de nuestros renglones torcidos y nuestras conversaciones varias. ¡Quién tuviera ojos capaces de leer entrelíneas y de escuchar con sorpresa!
ALUSIÓN A LAS ENSEÑANZAS DEL PAPA ANTE LA PANDEMIA
El papa Francisco tuvo una conmovedora vigilia de oración en la Plaza de San Pedro, tan vacía de gente como tan llena de confianza en Dios que nos acompaña. Fue una reflexión sobre cómo nos situamos unos y otros ante la pandemia: «La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad».
CONFINAMIENTO EN COVADONGA
En el momento más álgido de esta situación pandémica, yo me vine a Covadonga. Podría haber quedado en Oviedo sin salir de mi habitación, pero me vine aquí porque diariamente me permitía dirigirme a tantas personas en la retransmisión de la Misa de mediodía o del rosario de la tarde. Una ocasión para acercarme con respeto a tantos hermanos poniendo en sus vidas un poco de luz y esperanza. La Santina tiene corona, pero no tiene virus. Junto a ella uno experimenta la paz que más falta nos hace. Desde este emblemático lugar para Asturias y para España, queremos pedir a nuestra querida Santina que nos bendiga, donde la naturaleza nos conmueve por su belleza natural, la historia tiene viva la memoria de la pertenencia a un pueblo con raíces cristianas, y la fe se mece en el regazo de una Madre que tiene siempre su casa abierta y encendida.
DENUNCIA DE LA NADA NIHILISTA
En su célebre novela 1984, George Orwell, hablaba de la actitud ante la vida cuando ésta te zarandea, te acorrala, te abruma y aplasta: “Le sorprendía que lo más característico de la vida moderna no fuera su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su apatía incolora”. ¡Qué expresión más gráfica: la apatía incolora! Recuerda lo que el sociólogo francés Gilles Lipovetzski define también como “ética indolora”. No nos duele esta nada nihilista, no tiene color la apatía. Y estamos sumidos en este pulso que nos deja aturdidos y hartos. Con su acostumbrada belleza y su rebelde narrativa, el poeta Cesare Pavese lo describía en la carta a un amigo cuando contaba con 18 años: “Recorrer las calles solitario / atormentado continuamente por el terror / de ver cómo se desvanecen ante mis ojos / las creaciones largamente contempladas; / sentir cómo se atenúan dentro del alma / el ardor, la esperanza… todo… todo / y quedarse así sin un amor, / […] / condenado a la tristeza cotidiana”. Este es el concepto más censurado, esquivado y maquillado: la tristeza cotidiana. Incluso no sabiendo ya ni a quién culpar, cuando nos sobrecoge y astilla la pena ante la pandemia que nos embarga.
Homilía 8 de Septiembre de 2021
Al doblar las calendas de septiembre se impone la llamada “operación retorno”. Volver a lo cotidiano tras un periodo de vacación y descanso, si hemos podido disfrutarlo. Nuestros peques vuelven al cole, se retoman las agendas sociales, parlamentarias, docentes, judiciales y eclesiales. Todo vuelve a su cauce habitual en un curso que comienza tras la festividad de la Santina, día de esta querida Asturias. Pero no es un cansino zambullirse en lo cotidiano sabido y manido, secando aburridos el sudor en nuestras frentes, sabiéndonos a poco las escasas holganzas. Porque afrontar así el recomienzo, es empezar perdiendo la batalla ante el escepticismo y la desesperanza.
LLAMADA A LA PRUDENCIA SANITARIA
Todo nos esperaba donde lo dejamos. La pandemia nos sigue llamando a la prudencia y a la responsabilidad en este pulso que ha puesto en jaque tantas cosas, pero que en Asturias apunta maneras por la gestión que está haciendo nuestro gobierno regional y la generosa colaboración ciudadana. Hay otros escenarios manos halagüeños como los índices de paro laboral, especialmente entre la población más joven, el pago de la luz cuyas facturas nos apagan, o la tasa de natalidad a la baja haciendo de nuestra región la más envejecida de España. El panorama que dibujan algunas leyes sin demanda ni debate social, demasiado oportunistas para la demagogia gubernamental, que siguen sembrando crispación y una impuesta transformación de la sociedad al albur de ideologías varias. Ya quisiera yo que niños abortados o ancianos y enfermos eutanasiados sin paliativos tuvieran la legislación protectora que se les brinda a los toros. Mal asunto cuando la estocada se da en el seno materno, o cuando en el dolor terminal se da la puntilla al enfermo; esto es otra corrida… subvencionada. Y no despeja este recomienzo del curso el panorama internacional con la inestable de paz entre los pueblos, viendo lo que algunos fundamentalistas de turbante o turbadores de guante blanco, hacen con las mujeres, las niñas, y con los cristianos a los que degüellan sin miramiento ante la indiferencia internacional.
GUIÑO AL PLAN PASTORAL DIOCESANO
Podría parecer que la primera plana de este periódico de actualidad estaría ensombreciendo cualquier atisbo de salida en el horizonte terco de profunda crisis como el nuestro. Pero es aquí precisamente donde emerge la oportunidad de escribir un guion diferente desde nuestras respectivas responsabilidades. Y donde la fiesta que celebramos puede acercar la luz que haga de nuestra vida una casa encendida y la ciudad se llene de alegría.
UNA HISTORIA PARA VALORAR LA VIDA Y ENCONTRAR SU LADO BELLO
Quiero terminar con una anécdota personal. Me sucedió en Guadalupe, el célebre monasterio extremeño que atienden mis hermanos franciscanos. Contemplaba desde un altozano el panorama de aquel rincón lleno de sugerente belleza. El sol se iba ocultando poco a poco, besando con sus rayos aquellos parajes con todos sus colores de otoño. Allí había una familia. Una niña andaba enredando con su muñeca bien peinada. Tenía siete años. Percibí enseguida que la pequeña era ciega, de nacimiento, según me explicaron. Me sorprendió su simpatía, la alegría inocente que te embelesaba, el bello timbre de su voz y el buen gusto para cantar, como nos demostró en una cantinela enseguida.
En estas estábamos cuando, subida en la escalera de un tobogán infantil, le dijo a su padre: “Papá, ¿qué se ve desde aquí arriba?”. Entonces, el padre, con ternura emocionada, le fue describiendo lo que desde allí se podía ver con todo lujo de detalles, pues su pequeña “vería” por sus ojos cuanto desde allí se contemplaba. Ella, al acabar el relato su padre, exclamó: “¡qué hermoso es todo esto, qué bella es la vida!, gracias, papá”, y deslizándose por el tobogán, sin más siguió jugando. Así de simple y de conmovedor, que me hace sencillo y conmovido cuando recuerdo esa escena que no quiero olvidar.
Aquellos buenos padres no sólo no maldijeron a Dios por su hija ciega, sino que era para ellos un continuo regalo que les iluminó la vida. En tantos momentos tendrán que prestarle los ojos a su pequeña, para que allí asomada pueda misteriosamente ver la realidad y agradecerla. Pero también la niña prestando a sus padres su ceguera, ¡cuántas cosas han empezado a ver paradójicamente, esas que sólo se ven con el corazón! Aquella hermosa familia, lejos de resignarse tristemente ante una vida truncada en su hija invidente, acogieron en ella una verdadera bendición que les permitió también a ellos, asomarse a las cosas desde aquella niña. Es su hija quien les enseña a escuchar, a emocionarse, o a trabajar animosos más allá de las limitaciones. Benditos si en nuestras carencias personales y sociales somos completados por quienes no las tienen, y si nos prestamos a ayudar desde los dones que hemos recibido a los que puedan ser más pobres que nosotros. No el toma y daca que nos astilla, enfrenta y hiere, sino la complementariedad leal por la que nos hacemos hermanos verdaderamente.
LA SANTINA PONE EN NUESTRAS MANOS EL COMPROMISO
Al dar los primeros pasos en la nueva andadura que juntos comenzamos aquí en Covadonga, Asturias tiene estas idas y venidas con todos los escenarios sociales, políticos, económicos y religiosos ante nuestra mirada. En ellos están nuestras cegueras y nuestras clarividencias como un reto que quiere sacar lo mejor de nosotros, eso que salta de alegría cuando nos tratamos como Isabel fue tratada por María. No en vano este punto de partida, goza de la mirada de nuestra Santina que pone en nuestras manos la urgencia de un compromiso y en nuestros corazones la certeza de nuestra esperanza.
AGRADECIMIENTO AL CLERO, VIDA CONSAGRADA, CÁRITAS, CATEQUISTAS...
Agradezco a nuestros curas el esfuerzo precioso por animar a nuestro pueblo con palabras de Buena Nueva, a nuestros religiosos y catequistas, a nuestra gente de Cáritas. A quienes desde su ámbito político y educativo, sanitario y social, judicial y desde las fuerzas de seguridad, se esfuerzan también por construir un mundo mejor que disipe nubarrones y pueda llenar la ciudad de alegría y esperanza.
Homilía 8 de Septiembre de 2022
ALUSIÓN A LA REALIDAD DE UCRANIA Y RUSIA
Llegados a la festividad de la Virgen de Covadonga son muchas las razones de nuestro contento agradecido, y son no pocas las preocupaciones que nos tienen en vilo. El panorama internacional marcado por la guerra entre Rusia y Ucrania con todas sus consecuencias de equilibrios rotos en la convivencia de países y de costes económicos disparados. Hay otras guerras en curso, pero no son noticia cuando no tienen que mercadear con gas sino simplemente se declaran para dar salida al armamento que les caduca como obsoleto, como nos recuerda el Papa Francisco. Estas situaciones imponen cruelmente el temor en tantas familias a las que afecta de modo severo la carestía y la inflación, la pérdida de trabajo, y las derivas en la crispación social y en cuantos se aprovechan de estos mares revueltos para su particular ganancia pescadora.
NO SE PUEDE SER CRISTIANO SIN MORAL
La palabra piadosa que en un día como este en Covadonga parece que debería ser la única a escuchar, podría terminar en un devoto brindis al sol si no se señalase simultáneamente la palabra moral ante una situación que nos afecta cotidianamente en la vivencia personal y familiar y en la convivencia pública y social. Puede que algunos no entiendan la relación entre piedad y moral a la hora de dirigir la palabra desde el púlpito de la Iglesia, que jamás convertimos en una tribuna política. Pero hablar de conflictos bélicos, de crisis económica y de paz social, tiene una derivada en nuestro discurso cristiano: el deseo de que aquellos que tienen en su mano la gestión de la cosa pública, lo hagan de verdad pensando en el bien común de las personas y en el bienestar de los pueblos.
DENUNCIA DEL ABORTO, LA EUTANASIA Y LA MENTIRA EN POLÍTICA
No es así cuando con dolor uno ve que se aprueban leyes que matan abaratando el aborto de los no nacidos y desprotegiendo a las mujeres más jóvenes desde normativas con desamparo parental frivolizando y promoviendo una maternidad malograda como si no pasase nada. O la eutanasia como un derecho al suicidio desesperado o al homicidio encubierto con los enfermos o ancianos en fase terminal, en lugar de acompañar con cuidados paliativos una vida que es digna hasta el final. Tampoco es así cuando tan burdamente se emplea la mentira impunemente y sin sonrojo al gestionar la gobernanza.
HACER UNA POLÍTICA BELLA. RECUERDO PARA NICARAGUA Y VENEZUELA
En un espectro plural y democrático, hacer buena política es la bella e importante responsabilidad de quienes pueden incrementar el bien que construye la paz, que fomenta la convivencia desde las legítimas ópticas diferentes que deben ser complementarias. Pero si el objetivo es destruir al contrario haciendo enemigos de los que son simplemente adversarios, entonces la política se enrarece, se pervierte y se hace violenta, con la tendencia totalitaria de querer controlarlo todo y a todos, desde los medios de comunicación hasta los jueces. Lo estamos viendo en Nicaragua con un insólito ataque a los cristianos, en Venezuela con el populismo dictatorial, y en tantos otros lugares, como una imagen infeliz de la mala política. Pero es la buena política la que yo deseo a nuestras autoridades más inmediatas en el ámbito regional y el nacional, para bien de la gente más desfavorecida y para una serena y plural convivencia, que entre todos nos permita salir adelante en el reto de tantos desafíos. Estando hoy aquí nuestros políticos locales y autonómicas, yo les agradezco de corazón el esfuerzo que hacen desde las diferentes sensibilidades para construir una Asturias unida y solventar las dificultades compartidas.
NO VIVAMOS UNA VIDA SIN SENTIDO
En este lugar tan emblemático surgen espontáneas todas estas razones y preocupaciones, cuando ante la Santina desplegamos los pesares y los gozos al comienzo de un nuevo curso como estamos ya en el trance de empezar. Nuestra gente sencilla sabe qué es lo que necesita para volver a poner sentido, anhelo y significado en la vida cotidiana expresando aquello que sentimos y en lo que creemos, mientras nos cuidamos mutuamente unos a otros. Pero tal vez nos desanime la magnitud de lo que nos desborda ante lo poco que quizás cada uno podría hacer en verdad en este rincón de la historia.
ALUSIÓN A LOS INCENDIOS DEL VERANO
Por eso, termino con la referencia a la escena que nos ha apenado este verano con los fuegos. ¿Quién puede gestionar tanta llama y controlar su voracidad que nos deja todo en ascuas? Hay una bella parábola en la novela del escritor italiano Sandro Veronesi, que se titula El colibrí. El fuego es una metáfora de cómo la vida se puede destruir en un instante encogiéndonos con el santiamén que nos hiela el alma. Pero aparece el colibrí, y baja hasta el arroyo elevándose luego cargando el sorbo de agua que cabe en su pico. Yendo y viniendo desde el regato hasta las copas de los árboles en llamas, de pronto alguien le recrimina su esfuerzo desproporcionado. ¿Vale la pena el sinvivir del pequeño colibrí cuando su aportación es tan diminuta como él? ¿El desgaste de su entrega tendrá una aportación significativa en el desastre de un bosque en llamas? Esta era la provocación y la paradójica enseñanza. Entonces, el pequeño colibrí responderá a sus cómodos observadores que sentían mala conciencia por el agravio comparativo con el que veían al pajarillo mientras ellos no hacían nada. Su respuesta será un alegato de humilde compromiso con lo que cada uno puede hacer. No se le pedía al colibrí que fuera un hidroavión que volcase toneladas de agua. Ni un bombero que sofocase el incendio desde sus pericias acumuladas. Al colibrí sólo se le pedía eso: que fuera lo que era, y como tal, que actuara.
PONER MI GRANO DE ARENA PARA CONSTRUIR UN MUNDO MEJOR
Esta fue la preciosa respuesta: yo hago mi parte, la mía. Lo que otros deban hacer que lo hagan. La suma de todas las entregas es lo que señala el milagro cotidiano de salvar lo que tan fácilmente se derrumba, tan olvidadizamente se traiciona, tan torpemente dejamos que se destruya lo que se soñó que para siempre durara. Yo hago lo mío, mi parte. Aunque sean tres o cuatro gotas frente a un incendio que desborda, hay una parte que se me asigna como al colibrí esa comprometida enseñanza. Hay un trozo de mundo que a diario pisan mis pies, el que logro rodear con mis brazos, el que alcanza mi mirada: esa es la historia que me han confiado, la que debo cuidar y salvar junto a los hermanos.
BUSQUEMOS LO QUE NOS UNE
En este tramo de nuestra historia personal y social, se nos pide a cada uno de nosotros que hagamos lo que tenemos que hacer sin prejuicios que nos enfrentan y separan, aún defendiendo nuestras legítimas formas diversas de ver las cosas, siempre y cuando no seamos rehenes de una ideología que destruye y engaña.
Homilía 8 de Septiembre de 2023
RECUERDO PARA LOS INCENDIOS DE TENERIFE Y GRECIA
Atrás quedan los sofocos de los calores estivales y los descansos de nuestras holganzas; atrás las cenizas de los incendios que nos han vuelto a asolar quemando tantas cosas como cuando vimos arder las 15 mil hectáreas de Tenerife o las más de 90 mil en Grecia. El fuego es una metáfora de la misma vida. El hermano fuego que alumbra y calienta sin hacernos daño, o el fuego traicionero y subversivo que nos devasta tantos sueños incumplidos tornados en pesadilla ladrona. Los incendios malvados, ya sean naturales o provocados, arrasan cruelmente todo un pasado que sucumbe en el fragor de unas llamas que reducen a cenizas tantas cosas justas y necesarias. Pero hay algo que no pueden llevarse las pérfidas llamas cuando la herencia es bella, fecunda y alentadora, quizás no siempre bien vivida, compartida y con respeto testimoniada. Puede quedar muy tocado el pasado pretérito y amenazado nuestro vulnerable presente, pero siempre queda un futuro al que seguir mirando con sosiego en su humilde filigrana que se dibuja ante los ojos más allá de la terca apariencia que nos desafía y amenaza. ¡Qué realista metáfora del momento que vivimos entre incendios varios que requiere el empeño y nos convoca a la confianza.
Todo un año tenemos por delante mientras se estrena el curso escolar de nuestros más jóvenes, el curso pastoral en nuestras parroquias y comunidades cristianas, y el curso político en nuestros ayuntamientos y parlamentos con sus diversas gobernanzas. A todos mi mejor deseo de recomienzo ilusionado y animoso. Covadonga siempre es punto de partida. Como lo fue en nuestra larga historia, y lo es tras estos meses más desenfadados, al disponernos a tomar de nuevo las riendas, cada uno en su brega y su tajo, pidiendo a Dios la ilusión bendecida por Él que ha querido contar con nosotros para seguir narrando una historia inacabada. Dia de la Virgen de Covadonga, día de Asturias en el abrazo festivo de nuestra comunidad regional que sabe brindar con sidrina, echar al cielo voladores y abrazarse en una alegría fraterna sincera y complementaria.
ALUSIÓN A LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
Tengo en mi memoria reciente lo que he podido vivir en estos meses estivales. De modo particular el encuentro con tantos jóvenes en Lisboa durante la Jornada Mundial de la Juventud junto al papa Francisco. Fuimos algo más de 800 desde Asturias. Y como siempre sucede, un encuentro así te muestra el rostro más esperanzador de la comunidad cristiana. Los jóvenes no son sólo nuestro futuro, sino también ya nuestro presente. Fue una fiesta gozosa donde volvimos a reconocer el talante de nuestra juventud: contentos con la más sana alegría, creativos con su atrevida audacia, inconformistas y rebeldes ante lo que no vale la pena, centrados en su fe vivida, en sus estudios responsables, en su sincera amistad. En aquel millón y medio de jóvenes no se dieron borracheras, ni destrozos urbanos, ni violaciones en manada, ni toneladas de basura tras su marcha. Tratamos de tantas cosas. También de la ecología de la que tantos hablan, pero sin la carga ideológica de la Agenda 2030, ni el paseíllo manido por las pasarelas de tanta monserga vacía, aunque tan bien subvencionadas que terminan siendo subversivas. Porque hablar de ecología es hablar de que nos importa la vida, toda la vida, evitando caer en la trampa engañosa de salvar sólo algunas floras y faunas clasificadas por ciertas corrientes ecologistas que acaban siendo ecolojetas, mientras dejamos al pairo la vida humana más vulnerable: la no nacida aún, o la que precipita su final con la ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa censurada, o la vida de quien sigue su camino con mil dificultades al perder el trabajo, al no estrenarlo todavía o al extraviar el sentido de las cosas hermosas como es el amor que no caduca, el perdón que no claudica o la paz que no trafica con inconfesables intereses y clandestinas divisas.
SOBRE LA REALIDAD DE UCRANIA
He tenido que asistir por mis responsabilidades en la Conferencia Episcopal Europea a varios encuentros y congresos este verano en Alemania e Italia. Me traigo el impacto de un testimonio que me ha dejado una huella indeleble: Irina es su nombre, una joven mujer ucraniana. Me contaba cómo ha perdido a su joven esposo y a uno de sus hijos durante un bombardeo en Kiev. Su testimonio cristiano llegó a conmoverme profundamente por la hondura de una mujer no manipulada en su condición femenina, cuando tiene que afrontar los zarpazos más hirientes no dejándose arrastrar por tanto postureo, tanto empoderamiento y tanta zafia mediocridad. Su entereza humana y creyente como mujer fuerte, su falta de odio y de venganza, en medio de su tremendo dolor señalaba la esperanza que quiere transmitir a sus dos hijos más pequeños, sin la amargura estéril de un llanto cuyas lágrimas ella seca en silencio y con plegarias. ¡Qué secreto puede tener una mujer, madre y viuda, cuando ante un escenario así de cruel, es capaz de mostrar a sus hijos el horizonte de una vida que sigue siendo bella a pesar de estar manchada por la sangre más querida, de mostrar una vida que sigue siendo bondadosa más allá del envilecido desgarro!
QUE NOS PREOCUPE MÁS EL BESO DE RUBIALES QUE LA REALIDAD DEL QUE SUFRE
Era inevitable la comparanza con otras noticias de estas últimas semanas que yendo de aquí para allá hojeaba en la prensa cada día. Dejemos la Leyenda del beso para la preciosa zarzuela de Reoyo, Silva y Paso con la música de los maestros Soutullo y Vert. Mejor esta zarzuela que los recientes sainetes jaleados con estrategias calculadas. ¿Dónde quedan las frivolidades teledirigidas durante días y días en noticias amañadas para distraer la atención, eclipsar las vergüenzas o manejar bajo cuerda pretensiones y apaños a cualquier precio y con la habitual mentira como arma política?
NO A LA POLÍTICA DE POLTRONA DE PODER Y SIGLAS VACÍAS
No, me quedo con el alto testimonio humano y cristiano de Irina, esta profesora ucraniana que puso el humilde realismo en el centro, como contrapunto que nos lanzaba la verdadera pregunta en medio de nuestras retóricas: qué es para ti la verdad, qué peso tiene la bondad en tu vida, hasta cuánto eres capaz de perdonar, qué puedes construir para bien de la humanidad junto a otras manos hermanas y complementarias en lugar de luchar egoístamente por una poltrona de poder o por unas siglas mutadas y vacías? Era el contrapunto de dos modos de ver las cosas, de abrazarlas y vivirlas.
MEJORAR LAS RELACIONES INTERPERSONALES
Ir al encuentro del otro para que lo mejor de él salte de alegría, como quien se sabe acogido y respetado sin señalamiento ni linchamiento alguno, como quien aprende a dialogar de veras sin expulsar a nadie desde prejuicios excluyentes, como quien sabe reconocer la verdad del otro sin claudicar de la Verdad con mayúsculas que nos hace libres. ¡Cómo cambiarían nuestras relaciones interpersonales e institucionales si mirásemos al otro con esos ojos que tienden manos fraternas, abren cauces viables, dibujan horizontes de esperanza… en lugar de levantar muros que nos separan, trincheras que nos enfrentan reabriendo heridas, o manipulando la realidad con noticias falsas o malbaratando a capricho un Estado de derecho que nos asimilaría a una república de banana malhadada rompiendo la convivencia! Cuando vivimos un momento así de crítico y delicado se me deslizan las palabras de aquel gran intelectual que fue Don Miguel de Unamuno: «Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón». Así estamos, y estos son los retos nada fáciles de solventar cuando se conculcan derechos, se retuerce la cordura dejando que salte por los aires lo que fuimos construyendo en la convivencia democrática.
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