sábado, 9 de diciembre de 2023

Hoy en la Diócesis de Oviedo hacemos memoria de Santa Leocadia

Santa Leocadia de Toledo, virgen y mártir: se alzó del sepulcro para alabar al arzobispo Ildefonso

(Rel./ Ramón Rabre) Según la passio del siglo VII, era Leocadia natural de Toledo, de padres griego e hispana. Vivía dedicada a la caridad y, algo que no leemos de otras vírgenes de la época: vestía siempre de negro y velada, por austeridad y pobreza. Este rasgo jamás aparece en la iconografía, sino que aparece siempre como una más, con túnica y manto de colores, y la cabeza descubierta. Y, sin embargo, valió para los carmelitas para considerarla santa propia al vestir esta especie de hábito monástico.

No consta si sus padres eran cristianos, pero suponemos que lo serían si no se narra oposición alguna a su vida cristiana. Normal entonces que en el año 303, habiendo sido enviado Daciano a España, Leocadia fuera una de las primeras en ser apresadas, en virtud de su negación cristiana a adorar a los dioses, siguiendo la ley romana. Y se siguió lo que ya hemos leído de otros mártires: juicio, castigo (en este caso con látigos de plomo, como veíamos hace unos días con Santa Bibiana de Roma) y arrojada al calabozo.

Según la passio, dudosa, Leocadia trazó una cruz en la pared, para animarse a continuar firme en la fe, para adorarla recordando el sacrificio del Redentor. Cruces de este tipo se conservan en Córdoba, en lugares que fueron sitio de prisioneros cristianos.

En los días siguientes al 10 de diciembre, Leocadia falleció a causa de las heridas y el sufrimiento, siendo confortada con la noticia del maravilloso martirio de la niña Eulalia, que había ocurrido en Mérida, dicho día 10 de diciembre. El cuerpo fue rescatado por los cristianos, que lo enterraron en secreto, luego de liberarlo del sitio donde lo habían tirado a los perros.

Aunque es muy extraño que nuestra santa no sea mencionada por Prudencio en el siglo IV, su culto ya estaba establecido en el siglo VI, y bastante sólido como para tener iglesia propia, construida sobre su tumba por el rey Sisebuto a finales del siglo V.

En esta iglesia se celebró el IV Concilio de Toledo en 633, presidido por San Isidoro de Sevilla (4; 10, en Inglaterra; y 26 de abril). Otras dos iglesias se le dedicaron. Una sobre la cárcel y otra en el sitio de la supuesta casa familiar, levantada por Juan III, arzobispo de Toledo, luego de la reconquista de la ciudad de manos de los moros.

Santa Leocadia se alzó del sepulcro

Es Leocadia abogada contra la peste, lo cual supone intervenciones milagrosas de la santa. El más famoso es aquel que narra que San Ildefonso (arzobispo de Toledo en el siglo VII, se celebra el 23 de enero), en una celebración del día de Santa Leocadia, de pronto se abrió sola la tapa del sepulcro, se levantó la santa y tomando a Ildefonso de la mano le dijo: "¡Oh Ildefonso, por ti permanece la honra de mi Señora!", haciendo alusión a la acendrada defensa que hizo San Ildefonso de la Virginidad Perpetua de María contra los herejes.

Dicho esto, antes de volver a callar la mártir, Ildefonso tomó el puñal del rey Recesvinto, que se hallaba presente y le cortó un trozo del velo, que aún se conserva junto al puñal, en un relicario en la Catedral.

Otra versión dice que quiso el rey Recesvinto una reliquia del velo de la santa. Mandó Ildefonso abrir la tumba y cuando fue a tocar el cuerpo, la santa misma se arrancó el trozo de velo para el rey.

Sus restos viajaron por varios países

Parte del cuerpo de Leocadia está en la catedral de Toledo, pero después de haber recorrido varios sitios. Resumo la obra "Vida, martyrio y translación de la gloriosa virgen y martyr santa Leocadia", del jesuita Miguel Hernández, que recoge la passio, la devoción, el Oficio Propio de la santa, así como los acontecimiento de la Traslación y recepción del cuerpo en Toledo. Según esta, justo antes de la ocupación mora de Toledo, el cuerpo de Santa Leocadia fue sacado por dos cristianos llamados Urbano y Evencio, por orden del arzobispo, para que fuera custodiado en Oviedo.

Allí estuvo tiempo incierto, hasta que un rey leonés lo dio a un noble (así mismo de incierto) galo que había destacado en la lucha contra los musulmanes. Este noble lo llevó al monasterio de Saint Ghislain en Flandes, donde guardaron como fiesta propia dicha traslación a 21 de julio. El hecho de dicha traslación se explicó con una estrafalaria leyenda, que cuenta que habiendo venido en el siglo VII San Ghislain (1 de junio y 10 de octubre) a Santiago de Compostela, murió en Oviedo. Entonces fue metido el cuerpo en la misma arca que Santa Leocadia, donde ya estaba también un mártir desconocido llamado Sulpicio. Así que, pedido el cuerpo del santo por parte del noble antes mencionado, se fueron los tres cuerpos a Flandes.

Pero aunque la vida de San Ghislain es muy legendaria, consta que no murió en España, y que sus reliquias no se han movido del monasterio fundado por él, salvo cuando unas monjas las robaron y el obispo las obligó a devolverlas. Y volviendo a las reliquias de Leocadia: antes de llegar a su destino, reposó Leocadia en Mons, en el famoso monasterio de Santa Waldetrudis (9 de abril; 12 de agosto, traslación de la cabeza; 3 de febrero, invención de las reliquias; y 2 de noviembre, canonización), donde demostró su poder sanando de la peste a los habitantes de la comarca.

En Flandes estarían las reliquias hasta el siglo XVI, cuando Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo, mandó se investigara todo exhaustivamente (tanto como se podía hacer en esa época) y, habiendo determinado que realmente era el mismo cuerpo que había salido de Toledo a Oviedo y de allí a Flandes, pidió a Felipe II lo reclamase a los monjes, para devolverlo a su iglesia toledana. Estos, “por haber herejes en la comarca podía temerse que se desacatarían con él, como se habían desacatado con otros cuerpos de santos”, accedieron a devolverlo a Toledo, 3.000 ducados de oro mediantes.

Fue así que regresó a la Catedral de Toledo, el 26 de abril de 1587, donde están actualmente, aunque mutilado, pues fue dejando trocitos por donde pasó. Es así que hay algunas reliquias en Oviedo, Flandes y Soissons.

Fuentes:

-"Vida martyrio y translación de la gloriosa virgen y martyr santa Leocadia". MIGUEL HERNANDEZ, S.J. Toledo, 1791.
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Abril. P. JEAN CROISSET. S.I. Barcelona, 1862.

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