lunes, 1 de mayo de 2023

San José obrero y la pastoral obrera. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Hoy, 1 de mayo, es un día especial para los cristianos que volvemos de nuevo la mirada a San José, al que contemplamos como trabajador, obrero, artesano... Esta fiesta nació a iniciativa del Papa Pío XII como una valiente y, como siempre, adelantada iniciativa de la Iglesia por ser no sólo algo próxima, sino por empatía y cercanía a todas las realidades del campo del trabajo y sus gentes; ya desde antiguo la Iglesia Católica se mostró sensible al ámbito laboral como demuestran las numerosas encíclicas papales que de un modo u otro en los últimos siglos han venido abordando en profundidad el rico magisterio social que encontramos ahora sintetizado en el compendio de la doctrina social de la Iglesia. De forma especial con los pontificados de León XIII y Pío XII fue cuando empezó a tomar forma la solicitud de atención espiritual al mundo obrero, que a partir del Concilio Vaticano II se llamó "pastoral obrera".

Fueron años de un fecundísimo trabajo donde la Iglesia a través primero de sus pastores y más tarde de religiosas y laicos comprometidos con esta misión eclesial fueron voz de denuncia ante injusticias, salarios indignos, falta de seguridad y de atención médica, así como tantísimos otros aspectos donde se vulneraban los derechos de los trabajadores. Originalmente la atención a los obreros tenía un importante matiz espiritual con pláticas, misiones populares en las fábricas, celebraciones y procesiones "in situ", confesiones, dirección espiritual... Aquel fue el momento álgido de la pastoral obrera de  la Iglesia cuando se ayudó a los obreros y trabajadores en general a vivir las fatigas de cada día en clave de redención. 

Ahí tenemos la gran figura de San Juan Bosco preocupándose de los niños y jóvenes contratados irregularmente en aquellas fábricas del Turín del siglo XIX en condiciones insalubres que terminaban con enfermedades terribles como el escorbuto o la tuberculosis. Así nació la Congregación Salesiana, pioneros en lo que hoy llamamos la formación profesional y la atención de la juventud, que tanto bien han hecho aquí en nuestra tierra, empezando por Tudela Veguín y hoy en sus centros de la Fundación Masaveu de Oviedo o el Colegio Santo Ángel de Avilés... Y tantos otros religiosos como los Hermanos de La Salle en la Fundación de San Eutiquio de Gijón, los Jesuitas de la Fundación Revillagigedo del Natahoyo, las religiosas de María Inmaculada en el servicio doméstico, y tantísimos carismas que han sido aliados del mundo laboral como las Dominicas y las Hijas de la Caridad, atendiendo los hospitalillos y sanatorios de nuestras cuencas mineras y los colegios para las niñas de los obreros, como de igual modo hicieron también con los niños los hijos de San Juan Bautista de la Salle. 

Por desgracia, quizá en algún momento se perdió la dirección y el rumbo, olvidando que la razón de ser de la pastoral obrera no es asumir o coquetear con ideologías políticas, sino llevar a Cristo al trabajador. El Papa Francisco constantemente insiste en que cuando la ideología política entra en una realidad eclesial el Espíritu Santo es el primero en irse y eso acaba muriendo. Algo de esto ha ocurrido en España con el mundo del trabajo, tal vez quisimos ayudar tanto a los obreros que nos hicimos expertos en sindicatos, comisiones, huelgas, manifestaciones, pancartas y pasquines, olvidando a Jesús obrero por los obreros de Jesús.

A día de hoy hemos de reconocer, guste o no, que los mayores evangelizadores del campo del trabajo han sido y son los hijos de San Josemaría Escrivá de Balaguer. El "Opus Dei" no ha dejado de proclamar que se puede ser santo siendo obrero, dando a la labor diaria un sentido espiritual y una perspectiva trascendente. Numerosas congregaciones religiosas han sabido acompañar también esta realidad preciosa desde su diversos carismas, sin omitir a tantos grupos y realidades que tuvieron gran peso en Asturias como la Acción Social Empresarial y las numerosas realidades del apostolado seglar como fueron la Acción Católica, la JEC, la JOC o la HOAC. Las diócesis fueron muy cercanas a la realidad obrera, siendo muy numerosas las parroquias y barrios dedicados a San José obrero o a Jesús obrero. 

¿Qué pasó y qué hirió la pastoral obrera?: El marxismo, una de las ideologías más dañinas como nos ha recordado el Papa Francisco con motivo del cincuenta aniversario del Centro de Espiritualidad Santa María donde escribía él: ''Acordaros, por ejemplo, del mal que hizo la ideologización de tinte marxista de algunos centros latinoamericanos por los años 70''. Y más recientemente, en una de las entrevistas concedidas con motivo del décimo aniversario de su pontificado al ser preguntado por cómo se podría encauzar la realidad eclesial en Alemania y en otros lugares que reivindican mayor "aperturismo" el Santo Padre afirmó: ''Tener memoria es la actitud que nos ayuda a superar la tentación de la utopía, de reducir el anuncio del evangelio a un simple horizonte sociológico o que nos embarquen en el marketing de las diversas teorías económicas o bandos políticos''. Y más en concreto, sobre la realidad alemana donde hay mucha ideología de fondo puntualizaba aún más el Papa: ''Algunas cosas a resolver que ellos quieren resolver, pero esto lo resolvés en base a ¿qué criterio? ¿En base a tu experiencia eclesial, tomando de la tradición de los apóstoles y traduciéndolo al día de hoy, o en base a datos sociológicos? Ahí está el problema, el problema de fondo''.

¿Puede haber algo más incoherente, absurdo e incompatible con su ministerio que un sacerdote marxista? Una ideología que considera la religión "opio del pueblo" hace imposible su conjugación con la fe y con un ministerio ordenado. El auténtico católico nunca será marxista, como tampoco el verdadero marxista nunca será católico. La realidad presente es que al mundo del trabajo nada le dice ni importa lo que la Iglesia afirme en papel o pancarta, sólo ha quedado el gesto -¿por qué será que les gusta tanto a los que no los pisan?- de encerrarse en los templos, algo que tampoco entienden muchos; es decir, por qué pisar las iglesias para protestar en ellas en lugar de hacerlo en los despachos de los que gobiernan y tienen en su mano sus destinos...

La pregunta que se suscita es: ¿hay futuro para la pastoral del trabajo? Por supuesto; siempre que se sepa anunciar a Jesucristo sin ataduras de siglas políticas, siempre que no se quede todo en un buenismo teórico, sino en la verdad que la Iglesia anuncia y que está el compendio de su doctrina social y que sólo puede leerse en consonancia con el Catecismo. La doctrina social de la Iglesia nos ayuda en la búsqueda de la justicia social, pero ésta no encuentra camino sin breviario, rosario, misa y sagrario. La justicia terrena no puede ser el único anhelo de un creyente, no se puede perder de vista que estamos llamados a buscar primero el reino de Dios y su justicia; es decir, la justicia del Juez justo que no se equivoca... Pidamos a San José obrero que nos enseñe a ofrecer los sudores y fatigas de cada día, a buscar ganar siempre el pan de cada jornada con honradez, a saber ser luz y sal en el trabajo anunciando a Jesucristo obrero, y descanso para el alma del trabajador.

La Iglesia nos ha puesto a San José como referente para este día: el trabajador silencioso que supo cumplir una misión altísima sin hacer ruido ni vocear por las calles un primer puesto ni una cotizada recompensa. El 1 de mayo es una jornada también para la oración por los trabajadores difuntos, para pedir por los que no tienen un trabajo digno y para dar gracias los si lo tienen. 

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