lunes, 8 de agosto de 2022

María del Buen Suceso: una Madre, un rosario y un melocotonero. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Hemos celebrado a Ntra. Sra. la Virgen del Buen Suceso, este año con una alegría especial; venimos ante su imagen ya no tanto para pedir, sino esta vez para darle gracias porque lo peor ha pasado; ha vuelto a nuestro pueblo las sonrisas, el jolgorio y la fiesta. Podemos tener ya la romería y compartir que atrás han quedado momentos muy duros y complejos que no olvidaremos fácilmente. Miramos hoy a María con el corazón ensanchado y le decimos: "Gracias Madre por poder estar hoy aquí, por haber cuidado de los nuestros, por haber dejado atrás la oscuridad percibiendo ya la luz al final de este túnel. Lo más grande en María es precisamente esto: "ser Madre", y a partir de su maternidad le vienen todas las distinciones: "Inmaculada", "Asumpta al cielo", "reina de lo creado"... 

También aquí en el Carbayu le pedimos lo mismo que los cristianos más antiguos le pedían: "Monstra te esse Matrem" (muéstrate como Madre). Así te queremos contemplar, María, como regazo al que acudir confiados para compartir las hieles y mieles de nuestro vivir. En el Triduo preparatorio a su Fiesta hemos querido acercarnos a Ella como imagen, modelo y Madre de la Iglesia. Maria es el mejor modelo: nos enseña la acogida, la misericordia, el servicio y la perseverancia en la vida de piedad... Una primera idea a tener en cuenta en esta fiesta es la llamada a "amar a la Iglesia como lo hace Cristo". El buen cristiano no se detiene en buscar solo los fallos, los errores del pasado o las dificultades del presente. Ante todo ama a su Iglesia sufriendo cuando se meten con ella, del mismo modo que si lo hicieran con nuestra propia madre, alegrandonos con sus aciertos y colaborando en dar pasos hacia delante. Podemos cruzarnos de brazos al borde del camino buscando otros culpables -el Papa, el obispo, el cura- para tratar de justificar y enmendar que posiblemente el primero en fallar seamos uno mismo, donde en lugar de arrimar el hombro para mejorar pongamos zancadillas; cuando en lugar de dar la cara crítico por la espalda con facilidad y frivolidad, cuando vivo anclado en el pasado pensando que cualquier otro tiempo fue mejor, en lugar de agradecer tanto bueno que el Señor nos pone al alcance de la mano. Podemos seguir de bruces, o salir a los cruces de los caminos para como discípulos hacer otros nuevos. El Sr. Arzobispo nos decía aquí mismo hace dos años en su homilía algo realmente hermoso: ''En este día, aquí en el Carbayu tenemos este Suceso de la fiesta de la Virgen en la que ante la palabra de Dios que hemos escuchado somos también nosotros enviados: enviados para que Dios bendiga a través nuestro, enviados para que con nuestra pequeñez Dios pueda hacer cosas grandes, enviados para que dejemos con nosotros que Dios haga milagros''.  

Pablo VI recordaba que con Nuestra Señora se debía tener la experiencia de las tres emes: reconocer nuestra miseria, pedir misericordia y entonar el magnificat por ello. Sólo un corazón perdonado sabe perdonar y, sabiéndose amado, alaba a Dios que siempre nos levanta de nuestros tropiezos. 

Una segunda línea estaría en buscar la sonrisa de María: regalarle aquello que más ilusión le hace; no son flores, ni velas, ni limosnas... Lo que la Santísima Virgen quiere es que recemos "el rosario". Ella nos lo ha dicho en Fátima, en Lourdes, en Covadonga: "rezad el rosario"... complemento de participación frecuente en la eucaristía, la reconciliación... Como decía en el escrito de las fiestas de este año: a una madre le encanta que quieran y traten bien a su Hijo; es algo que no le pasa desapercibido. Que no nos ocurra como aquella mamá con una hija pequeña de ocho años que acababa de hacer su primera comunión. Una mamá encantadora, con virtudes tan hermosas como las de ser una mujer creyente, buena, generosa, entregada por completo a su trabajo y a su familia. Sólo tenía un defecto, que pasaba el día hablando por teléfono. Su hija, que la adoraba, le preguntó: "Mamá, tú que tanto hablas por teléfono, ¿por qué no hablas también con la Virgen María?"... "Muy sencillo, hija mía, la Virgen no tiene móvil como tengo yo; por lo tanto, no puedo hablar con ella por teléfono". Entonces, la niña fue derecha a su cuarto y al momento se presentó trayendo en sus manos un rosario, y dirigiéndose a su madre le dijo: "Toma, mamá, este es el móvil de la Virgen. Te lo regalo para que puedas hablar con ella". La Virgen del Buen Suceso y su Niño tienen entre sus manos el rosario; qué mejor guiño y modelo para nosotros para trepar por esta escalera segura que conduce al cielo. 

La última reflexión entorno a esta fiesta de María podríamos titularla: ''el melocotonero del Carbayu''. Sé que todos los que estáis aquí hoy tenéis cada cual sus circunstancias; algunos venís de lejos, otros sois de aquí, pero la vida os llevado a vivir en otro lugar etc. Mi pensamiento va un poco más para los locales más que para los visitantes. Veo muy contento desde hace tiempo el grupo fieles -que va en aumento- que cada sábado se reúne aquí en la capilla; lo he dicho muchas vees: ''va más gente a la capilla del Carbayu que a muchas parroquias''  -¡es cierto!- pero aunque tengamos buena nota hemos de aspirar siempre a mejorala. No nos acordemos de la Santina del Buen Suceso únicamente el día de su fiesta, sino todo el año... 

En una ocasión un pastor protestante se acercó a un campesino que estaba plantando un melocotonero. Tras saludarle, le preguntó si había oído el sermón de su Párroco el domingo anterior. El labrador dijo que sí, y que le gustó mucho porque había sido una exhortación muy bonita para venerar a la Virgen María, Madre nuestra. Entonces el pastor respondió con ciertas palabras de menosprecio sobre el culto a la Virgen -los protestantes no le rinden culto ni le tienen devoción-...

El labrador, sereno y sabio, le interrumpió: ¿Le gustan a usted los melocotones? Sí... claro que sí; ¿pero a qué viene eso ahora?... Pues mire, quien quiere los melocotones tiene que querer también al melocotonero; quien ama el fruto, tiene que estimar también la planta. E, igualmente, quien de verdad ama al Hijo no puede despreciar a la Madre; es decir, quien ama bien al Señor, por fuerza tiene que respetar, amar y venerar a la Virgen... 

No separemos a la Virgen del Buen Suceso de Jesucristo, el cual lleva en sus brazos y nos lo muestra como el fruto bendito de sus entrañas. En estos día a los pies de María ponemos la dramática realidad de Ucrania, de tantos enfermos y necesitados, las víctimas de la pandemia, los socios fallecidos de la Cofradía, los fieles difuntos de nuestra Parroquia que aquí cerca, en el cementerio parroquial de Cantarranas esperan la resurrección... Que Ella nos lleve a Él, y nos conceda el buen suceso de encontrarnos cara a cara con el único que da sentido  y esperanza a nuestra vidas. 

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