martes, 9 de septiembre de 2025

El Cardenal Arzobispo emérito de Madrid, Antonio Mª Rouco clausura la Novena de Covadonga

(Iglesia de Asturias) El último día de la Novena a Nuestra Señora de Covadonga se caracterizó por un cambio de última hora, ante la presencia en el Santuario del Cardenal Arzobispo emérito de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela. Él fue quien presidió la última eucaristía del novenario, una invitación que agradeció en su homilía al señor Arzobispo Mons. Jesús Sanz, que concelebraba, y que definió como «un detalle de gran finura humana y espiritual».

Mons. Rouco Varela, que quiso estar presente en el último día de la Novena y también en la festividad de la Virgen de Covadonga, se centró en su homilía en la «esperanza» y el «amor», y para ello citó las encíclicas del Papa Benedicto XVI Spe Salvi y Deus Caritas est. «El hombre quiere poder amar eternamente, pero no es capaz por sí solo. Para ello tiene que encontrarse con Dios, su creador», afirmó. Y recordó que, desde el principio, «el hombre ha querido ser Dios, y eso ha marcado la historia de la humanidad», dijo, y recordó que el último siglo vino marcado por este hecho y provocó grandes guerras y conflictos. «Este tiempo que vivimos –afirmó– anima al hombre a repetir aquel pecado original, creyéndose que es Dios, otra vez».»Es curioso que también en el siglo pasado la Virgen se apareciera a unos pastorcillos y les animó a abrirse al amor de Dios». «María nos dice que hay un hogar, hay Madre, hay Cristo, hay Dios. Poned la esperanza en lo que significan estas palabras. ¿Hemos aprendido algo del siglo XX? ¿La Iglesia ha aprendido a acercar a sus hijos a la Madre, a la confesión, a la eucaristía? Hay que hablar de nuevo de la santidad. Como esta mañana, que han sido canonizados dos jóvenes en Roma. Solo hay esperanza firme para todos si nos acogemos a Ella, que es Madre y hogar a la vez. No hay hogar sin Madre y no hay Madre sin hogar».

Y es que «si queremos tener esperanza, si queremos saber y poder amar, tenemos que dirigirnos a la Madre del Hijo de Dios. Y así podremos amar eternamente y ser felices eternamente. Y pedirle a Ella que nos reúna siempre en torno a la eucaristía, alimento que es camino del amor verdadero para esta vida y la eterna».

El Cardenal se refirió también al Año Jubilar de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco. «Se dice que este tiempo es tiempo de desesperanza, y por eso el Papa quiso centrar este Año Jubilar precisamente en la esperanza que no defrauda, que lleva al amor y a la gracia».

Finalmente tuvo unas palabras para valorar de manera especial el Santuario de Covadonga y lo que supone este lugar para la historia: «¿Qué hubiera sido de España si en aquel momento histórico en el siglo VIII no se hubiera acogido a la Virgen de Covadonga? ¿Y qué hubiera sido de Europa?», de la misma manera que trajo al recuerdo la visita de san Juan Pablo II a Covadonga en el año 1989, cuando relacionó, en su discurso, Santiago y Covadonga, y lo que significaba Covadonga para la historia de España y de Europa. «No sé si los europeos son conscientes de ello pero, sin aquel acontecimiento histórico del siglo VIII, no estaríamos hoy aquí hablando de la Virgen para todos. Que podamos seguir siendo testigos suyos».

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