(Iglesia de Asturias) Este miércoles 6 de agosto, a las 12:00 horas, ha tenido lugar en la Catedral de Oviedo una Eucaristía solemne presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, con motivo de la festividad de la Transfiguración del Señor. Esta celebración integra en la “Sancta Ovetensis” la fiesta de El Salvador, advocación a la que está consagrada la catedral y cuya restauración finalizó esta misma semana para poder ser adornado, una vez más, con el tradicional laurel que simboliza el triunfo y la bendición.
Durante la homilía, Mons. Sanz relató la singularidad de las manifestaciones de la gloria divina de Jesús en el Tabor a sus apóstoles más cercanos, Pedro, Santiago y Juan. Hizo un llamamiento a «tomar distancia de nuestros valles cotidianos», a elevarnos interiormente para ver más allá de lo que nos encierra, lo corrupto o lo viciado. «Hay que alzarse a una altura para otear horizontes largos que nos permitan dilatar la mirada (…). Jesús les invita a superar todo esto, subiendo a la altura de aquel monte bendito.»
Como respuesta a esta llamada a alzarnos, el Arzobispo recuerda que en los “apagones” interiores y en las contrariedades del camino, la consciencia de la presencia real de Dios, transforma la manera en que vivimos: «Puede que las cosas sigan siendo igual de lentas, de opacas y hasta de violentas, pero será distinta mi manera de mirarlas, de abrazarlas y de vivirlas cuando dejo que la luz transfiguradora de Cristo entre en mi alma.» Por último, rememoró la reacción de Moisés y Elías a este evento milagroso al responder a lo que habían visto y escuchado acogiendo la misión de ser testigos activos de esa experiencia: «Bajar de la montaña sabiendo que Dios es alguien que se deja ver y se deja oír».
Al finalizar la Santa Misa, tuvo lugar la bendición de los ramos que se encontraban junto a la imagen de “El Salvador”, y que los asistentes pudieron llevarse a sus casas una vez terminó la celebración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario