Recientemente decía la prensa que el mundo coral tiene un negro futuro, especialmente en Asturias donde no hay relevo para tanta institución musical como hubo. Ya han desaparecido unos cuantos, algunos con gran nivel y un importante currículum histórico y musical a sus espaldas. Otros desaparecerán en los próximos años, y el problema no es tanto porque la música no guste, sino porque a menudo los grupos musicales se convierten en entes cerrados que prefieren antes morir que renovarse; antes muertos que sencillos, que diría María Isabel.
Personalmente nunca he tenido en mis parroquias problemas musicales, y en Lugones tenemos la suerte que tanto el coro parroquial de misa de niños como la Coral San Félix de Lugones saben muy bien lo que se puede cantar, y cuando dudan, siempre preguntan; distinguen los tiempos litúrgicos y conocen las partes de la misa y demás detalles. Pero sé por otros hermanos y compañeros que éste es un caballo de batalla muy frecuente por protagonismos, pretendidos derechos adquiridos y no pocos celos intercorales...
En Asturias hay un sacerdote que cuando le propusieron cambiar de parroquia sólo hizo una pregunta: ¿donde me mandáis no habrá coro, verdad?... No preguntó si la parroquia tenía buena vivienda o estaba bien comunicada, si el templo se encontraba en buenas condiciones y, ni siquiera, si había dinero para pagar la luz... Al pobre cura después de experiencias previas le quitaba el sueño pensar que tendría que vérselas de nuevo con un coro parroquial... La hemeroteca reciente de la prensa asturiana nos recuerda las guerras y conflictos de varios coros parroquiales, donde en algún caso por la zona de Avilés trataron (o lo consiguieron; no lo sé muy bien) de agredir al párroco, y también otros enfrentamientos entre corales por las zonas de Lastres y Sama. En algunos casos y como en un perfecto gallinero musical, cantando a la vez unos una cosa en un sitio y otros otra en otro.
Hay coros a los que lo de "parroquial" les queda también muy grande, pues si hay veinte componentes sólo dos o tres van a misa los domingos o participan habitualmente en la parroquia. Quizás un problema extendido en muchos coros de Asturias es que quieren hacerse notar al cantar en las celebraciones litúrgicas, pero como muchas veces no saben ni lo que significa la palabra "liturgia", es como pretender explicarle a un vegano las características del jamón de Guijüelo. Y ya no juzgaremos en nivel musical, porque atrevidos y sin vergüeza -en el sentido literal- haberlos ¡háilos! Y a veces no tenemos claro pacientes y sufrientes pastores y fieles laicos si estamos en misa o viendo un programa de la 2 sobre la berrea. Aspectos que dan pistas para ese distingo es no sólo el cómo, sino el cuándo y lo que dura...
A algunos les da igual un canto a la libertad de Labordeta, que un gospel o una habanera bailable. Lo que no es normal es que se utilicen los templos para exhibiciones personalistas con interpretaciones muchas veces sino profanas, directamente sacrílegas, donde cualquier hijo de vecino se denomina "músico" y se cree con una especie de derecho propio a interpretar en cualquier templo su última ocurrencia, digamos musical. No basta con saber música (que tampoco todos), hay que saber también algo de teología y de liturgia para aplicar el canto o la melodía de a una celebración. Bien es cierto, y también hay que decirlo, que muchas aberraciones se producen con la anuencia de un cura inculto, indiferente y/ó irresponsable. En otras diócesis cercanas, algunas incluso más pequeñas, se lleva mayor control sobre todo ello. Como hemos dicho, es también un mal testimonio que haya sacerdotes tratando de ser fieles a las normas y en el respeto a lo litúrgico-musical, y otros que con tal de quedar bien les da igual una cosa que otra.
También en el uso litúrgico de las gaitas -instrumento tan vinculado a las fiestas de nuestros pueblos- se hace polémica en algún sitio en su aplicación interior o exterior, o en su repertorio: que si el himno de Asturias o la Marcha Real... Hoy creo que este tema se va normalizando y que ambos himnos tienen cabida. Hay lugares donde al salir la Virgen interpretan el himno de Asturias y cuando vuelve al templo la Marcha Real, pero si se trata de la fiesta sacramental de la parroquia el himno que mayormente procede es la Marcha Real. El peor enemigo de todo siempre es la ignorancia, pues la Marcha Real no se interpreta en el Corpus o la fiesta Sacramental por razones patrióticas o nacional-católicas, sino que en España lo es para evidenciar según ancestral tradición que estamos ante el Rey de Reyes, y que es Jesucristo Sacramentado.
También el momento de las interpretaciones, las cuales nos dan la pátina del coro: Si en la comunión cantan un canto de Ofertorio, en Cuaresma un canto de Pascua, o un canto a la Virgen en una procesión de la eucarística... Es evidente que el conocimiento de dónde están y a qué van a algunos coros les queda lejos. Lo normal sería consultar a quien sabe y ajustar previamente las interpretaciones de la celebración que se va a desarrollar. Conocer bien los tiempos litúrgicos y las partes de la celebración es fundamental para saber qué y cuándo cantar. Por muy bien que se cante y lo bonito que suene, eliminar por ejemplo el salmo e interpretar en su lugar "una canción bonita", no cabe. O se canta el salmo que es o se proclama y recita; no procede alternativa.
"El Tempo" de interpretación es otra asignatura pendiente de muchos coros, que se creen que están en un recital propio para vecinos del barrio. Aquí también se ve la profesionalidad de la agrupación musical, pues el canto debe adaptarse a la celebración, y no la celebración al canto. Si estamo en una misa de feria (claro, que deberían también distinguir que es la feria, la fiesta o la solemnidad) con cantar el tiempo que el sacerdote tarda en salir al presbiterio, besar el altar y situarse en la sede, ya llega. Pero si es una misa solemne en la que se inciensa el altar al comienzo de la celebración y en el ofertorio, el canto ha de durar hasta que el celebrante termine su intervención. Es igual de absurdo cuando no es misa solemne cantar varias estrofas alargado la celebración innecesariamente, como que en una solemne el canto finalice cuando el sacerdote ni ha puesto el incienso en el turíbulo.
Por otra parte, ¿para qué canta un coro? Lo ha de hacer para ayudar a la comunidad parroquial a orar; no lo hace para lucimiento personal ni por derecho propio como ente patrimonial. El único fin de su existencia y presencia parroquial es la alabanza a Dios a través de la música litúrgica; y digo, litúrgica. No para hacer conciertos e interpretaciones bonitas dentro de la misa, sino que su fin único es motivar que la asamblea participe igualmente y se una a ellos en lo posible en la alabanza cantada, y éste ha de fomentar la mayor participación posible. Por eso es tan importante que los cantos sean conocidos por toda la asamblea, y no sólo por el coro.
Hace pocos días el arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española dirigía a sus fieles una carta con unos criterios muy firmes y claros sobre cómo ha de ser la música litúrgica, como su propio nombre indica. Introducir en la liturgia católica cantos profanos o religiosos en composiciones no concebidas ni reconocidas para ese fin, es desnaturalizar y desacralizar la celebración. Es llamativo cómo en otras religiones esta idea la tienen perfectamente clara, mientras que los católicos seguimos maltratando nuestras celebraciones tragando con todo y añadiendo gestos, textos o cantos a nuestro gusto (a ves malo o muy malo) devaluado el valor de lo que se celebra y de lo sagrado. Pues al final no son pocos lo "eruditos" que utilizan los ritos católicos para meter su cuña publicitaria, su texto favorito o la cancioncilla que les mola... Y es aquí también donde se retratan muchos sacerdotes, que no pocas veces en acción cómplice directa u omisión ignorante o indiferente y por evitar el conflicto tragan con todo, secuestrando la celebración, y los que no pasan por ello quedan a los ojos del mundo como curas malos, bordes o "repunantes", también porque no nos deja leer el cuento hindú en la boda, decorar con globos la iglesia en el bautizo, cantar el santo campesino de Palacagüina, o un panegírico inspirado en San Agustín para canonizar al abuelo en su funeral.
En la diócesis de Astorga por ejemplo, el obispado lleva esto a la perfección, hasta tal punto que todos los meses en el boletín oficial figuran los conciertos que se autorizan en templos en función de los repertorios. Desde el Arzobispado de Oviedo también se interviene ante temas musicales si tiene noticia de que se van a emplear cantos inapropiados. Sería interesante recuperar el Instituto de Música litúrgica de la Diócesis con un enfoque nuevo para asesorar, enseñar y velar por la música adecuada en la liturgia y los templos. También en el Santuario de Covadonga han llamado la atención a grupos corales que no se ajustaban a las reglas litúrgicas, unos aprendieron la lección y volvieron habiendo hecho las correcciones, otros no volvieron...
Ya lo dijo el gitano en una de sus maldiciones, y los párrocos de esto saben mucho: ''entre músicos te veas''...
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