(Cope) El Señor pide a todos los que le sigan que aprendan servir y no a ser servidos. Hoy celebramos a San Luis, Rey de Francia, cuya Santidad de vida le hizo entregarse a los demás. Nacido en Francia en 1214 recibió una gran educación de su madre, Doña Blanca de castilla.
Cuando muere su padre, él es un adolescente que se ve coronado monarca por lo que su madre debe hacerse cargo de la regencia. Cuando se hace mayor de edad toma las riendas del gobierno. Lo primero que busca es la paz entre todos sus cortesanos porque había habido demasiadas contiendas. Muy entregado a Dios es un hombre de profunda oración y vida espiritual.
También acoge a los necesitados, lavándoles literalmente los pies como el Maestro en la Última Cena a los discípulos. Por otro lado, busca la justicia desde la igualdad con un gran trato a ricos y pobres sin ningún tipo de privilegio ni distinción. El año 1248 va a Tierra Santa. Sin embargo la Cruz de Cristo se muestra cuando es hecho prisionero.
Una vez liberado retorna a su tierra donde promueve más obras de caridad como la construcción de hospitales y asilos, además de Monasterios y la Gran Capilla que acoja la Corona de Espinas del Señor que le donó el Emperador de Constantinopla. La evolución religiosa, social y cultural salta a la vista.
De hecho se crean espacios de diálogo con hombres de Fe de gran talla como San Buenaventura o Santo Tomás de Aquino. El monarca apadrina con su director espiritual Robert de Sorbon, la fundación de una gran Universidad que será la prestigiosa Sorbona.
El resto de su reinado continuó ejerciendo labores de mensajero de paz y misionero. En tierras del Norte de África sus soldados contraen la peste y él les cuida. Al final San Luis, rey de Francia muere también por esta pandemia en 1270.
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