Ya con el verano prácticamente terminado y a las puertas del inicio del nuevo curso nos reunimos para celebrar el día del Señor en este domingo XXIII del Tiempo Ordinario, donde el evangelio nos invita a interiorizar un tema tan delicado como es el de la corrección del hermano. Para los cristianos no es simplemente "llamar la atención", sino ''corrección fraterna''. Y es que así hemos de decirnos las cosas, de hermano a hermano aunque a menudo duela, pero cuando se hace de corazón a corazón y desde la sana verdad fructificará tanto en bien para el necesitado de corrección como para el que seguramente no le habrá gustado tener que hacer la corrección.
Nadie reprende por capricho, pero es que aquí vemos que es el mismo Cristo el que nos pide no sólo corregir, sino hacer nuestras las correcciones que nos hacen. Es este también un mandato de amor en el que tiene aplicación el repetido refrán castellano: "quien te ama te hará llorar". Para ello hemos de tener en cuenta un punto de partida común: todos somos corresponsables no sólo del bien propio, sino del de los demás. Un bautizado no debe preocuparse únicamente por su vida y circunstancias para lograr su salvación, sino que todos estamos llamados a hacerlo en comunidad... Si no me preocupa la salud del que está cerca de mí, los problemas familiares de mi vecina, o el mal rumbo que ha tomado la vida de mi amigo, no estoy siendo un buen discípulo de Jesucristo. El seguimiento de Cristo no sólo nos debe implicar, sino también complicar si hace falta.
Lo decía en su predicación de la Novena de Covadonga Don Marcos, párroco de El Entrego reflexionando sobre la unidad. Sus muy acertadas palabras sobre las personas en Iglesia -sacerdotes, fieles, religiosas/os...- cuando se nos llena la boca al hablar de comunión o sinodalidad, o se nos da muy bien ser solidarios con una catástrofe que ha ocurrido en otra parte del mundo, o ser muy sociales ayudando a personas desconocidas que acuden a Cáritas... Pero luego somos incapaces de juntarnos los fieles de una parroquia de al lado o de darle la mano a otra que está en el mismo baco ó, simplemente, decirle buenos días al llegar para la misa. El proyecto de Dios para nosotros no es una salvación a título individual, sino que la clave es descubrir el designio por el cual Él me ha puesto a las personas que ha querido a mi lado o en mi camino para que me sirvan de ayuda en mi peregrinación personal de conversión.
A veces queremos cambiar a las personas a martillo y cincél, o directamente a las que no nos entran por el ojo y criterio las censuramos abiertamente ó, lo que es más lamentable, buscamos vivir nuestra fe a la carta y que todos se amolden a mí: Este Papa no me gusta, por tanto yo no rezo por él; el obispo no me gusta, por eso si viene de visita a la parroquia yo me voy de compras; este párroco no me gusta, así que hasta que no pongan uno de mi estilo no vuelvo a misa... Nadie es perfecto; todos tenemos errores, manías y formas de pensar diferente, pero he aquí lo hermoso del reto de vivir la pluralidad sabiendo aceptarnos y complementarnos. Puede que una persona no me caiga simpática, pero si intento acercarme a ella seguro que descubro que tengo más en común de lo que yo pensaba. Dios nos ha puesto en el camino personas de todo tipo que Él mismo ha querido y pensando en nosotros mismos para que descubramos por medio de ellos qué nos está queriendo decir. No nos quedemos sólo en que hay que corregir, vayamos más allá sabiendo que tal vez tampoco nosotros hayamos estado a la altura en ocasiones. Y ésto es a lo que se refiere el evangelio de hoy: "Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
Al hilo de las "correcciones", la última parte de mi reflexión quiere ser en relación a la predicación de nuestro Arzobispo este pasado 8 de septiembre: "Día de La Santina"; "Día de Asturias". Como suele ocurrir cada año este día en Covadonga se monta un artificial revuelo por su homilía; os animo a leerla o escucharla entera, pues es una acertadísima reflexión a la luz de la Palabra de la que es Pastor, y totalmente encarnada en nuestro tiempo. Lógicamente a un sector de la sociedad no han gustado sus palabras, pues hace corrección y denuncia realidades que chocan de pleno contra lo que la Iglesia siempre ha defendido. Algunos ni tan siquiera han escuchado sus palabras. No ha criticado el feminismo, sino el feminismo radical ideologizado; no ha atacado el ecologismo, sino que ha puesto de relieve cómo algunos de este tema han hecho una pantomima, pues les preocupan las especies en peligro de extinción, pero no el número de abortos. Es curioso, las homilías de Covadonga les molestan a aquellos -los de siempre- que viven al margen de la Iglesia y que se dan por aludidos cuando el Arzobispo habla en su casa y desde su cátedra para sus fieles, a los cuales, cuando son ellos mismos u otros, se les llena la boca de democracia y "libertad de expresión". Yo que sí he leído y escuchado su homilía no he percibido que se dirija a nadie en concreto ni nombre sigla alguna. Los censores y represores de su homilía sabrán por qué se dan por aludidos... Hace veinte años, con Don Gabino Díaz Merchán (q.e.p.d.) pasaba exáctamente lo contrario: algunos le llamaban el obispón comunista, mientras que los que ahora protestan aplaudían. Está claro que nunca llueve a gusto de todos, pero que yo sepa, Monseñor Sanz ha defendido lo mismo que defiende el Papa Francisco y la Iglesia Católica en todo el mundo: aborto nó; eutanasia nó; sí a la vida en todas sus formas y tiempos, y sí a una ecología integral... Cada cual es libre de pensar, opinar y hablar lo que considere, lo curioso y no menos hipócrita, es que las personas que más están atacando al Arzobispo de Oviedo con terribles descalificativos en redes sociales, son justamente los que luego se presentan como adalides de la democracia, libertad de expresión y contra el pensamiento único... En fín: libertad de opinión y corrección "fraterna" estarían muy bien también en Covadonga, y el que no lo tenga claro siempre puede dejar el próximo año el banco libre para peregrinos y verdaderos fieles...
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