-Mira, Martín, cuando pintas algo tienes que tener muy clara la idea. Se tiene que transmitir con claridad y con mucha fuerza. De ahí el cromatismo de mis cuadros.
Era cierto. Yo había contemplado mucho el lienzo del salón de actos del Museo de los Mártires claretianos de Barbastro y me asombraba su composición, su fuerza y lo que nos ayudaba para comprender lo sucedido con el seminario mártir de Barbastro. ¡Un seminario mártir! Y tenía el privilegio de conocer y poder tratar al pintor de los mártires y director de su Museo desde su inauguración.
La explicación del Museo por parte del P. Beruete era algo que impresionaba. Era algo vivo, muy vivido.
-Tardé mucho en poder pintar este cuadro -me decía-, pues previamente tuve que conseguir el retrato de todos y cada uno de los mártires. Esa fue una labor ardua. Y luego tuve que pensar muy bien las escenas, buscar el marco urbano adecuado, la imagen de la Virgen María y del P. Claret…
El P. José Beruete, navarro preclaro, aragonés de adopción, español de pura cepa y de corazón católico -universal- tenía tres rasgos identificativos: era religioso claretiano, era sacerdote, era pintor.
Era claretiano, vivió como claretiano y murió fiel dentro de la Congregación del Inmaculado Corazón de María. Vivía bien su vocación, sentía una devoción clara hacia la Virgen María, sentía la fraternidad. Tengo muchas anécdotas en mi cabeza. Pero contaré solo una, de su última época en que pasó a vivir en una residencia para claretianos mayores o enfermos de Zaragoza, donde ha fallecido. De vez en cuando le llamaba o iba a comer con él. En una ocasión le dije que teníamos que hablar con detalle para preparar las próximas Jornadas Martiriales. Me comentó que le llamara más tarde:
-Es que a estos abuelos les gusta mucho rezar el rosario.
No había perdido el sentido del humor, ni la devoción mariana que siempre le caracterizó, a pesar de que en los últimos meses debía de ir en silla de ruedas, por haber perdido su movilidad. Cuando fui a comer a su residencia, le pregunté si quería presentar una ponencia a las próximas Jornadas Martiriales que vamos a celebrar en Zaragoza en octubre.
-Por supuesto. Dime de qué quieres que hable y lo prepararé.
-Como las Jornadas van a tratar de “Los mártires evangelizan y nos evangelizan”, ¿qué le parece tratar sobre “Iconografía de los mártires como evangelizadores”.
-Fenomenal, lo iré preparando.
Como todos los años, desde el 2013, el P. Beruete nos hablaba de temas relacionados con la iconografía martirial. No sólo fue pintor de los mártires; ni solo gran divulgador de los mismos, a través del Museo de los Mártires de Barbastro como director del mismo, con sus visitas guiadas y con sus colaboraciones frecuentes en su revista. En las Jornadas Martiriales realizó una labor de investigación pionera, de gran fuste, que ha abierto caminos por donde deberán seguir otros muchos.
En muchas ocasiones he pensado, al ver el cuadro que hay de su fundador el P. Claret, que camina apresurado con una llamarada que sale de su corazón, que el P. Beruete era algo parecido. Con sus limitaciones, ¿quién no las tiene? Pero era un corazón ardiente y enamorado.
Recuerdo emocionado cuando rezábamos en la carretera de Berbegal, en el lugar donde asesinaron a los beatos claretianos y a otros muchos, durante algunas Jornadas Martiriales. Él nos explicaba todo, antes de rezar. Hubo un momento en el que, junto con otros claretianos presentes, comenzó a cantar la canción que cantaban de jóvenes, la misma que cantaron los mártires. Era bien distinta a la que hemos aprendido al ver la película “Un Dios prohibido” de Pablo Moreno, mucho más rápida, como una marcha. No, era más lenta, pero con idéntico espíritu.
Y hablando de Pablo Moreno y de su película, recuerdo cómo, al preparar las I Jornadas Martiriales que celebramos en Barbastro en abril de 2013, me dijo:
-Pues yo hablo mucho con Pablo Moreno, de Ciudad Rodrigo, que está preparando una película sobre los beatos mártires claretianos. Soy su asesor histórico, aunque en realidad está siguiendo el libro del P. Gabriel Campo, Esta es nuestra sangre.¿Te parece que le invite a las Jornadas y que nos cuente cosas o que nos presente algo de lo ya rodado?
-Por supuesto que le podría invitar. Sería fantástico poder contar con él para las Jornadas.
Dicho y hecho. Tuvimos en Barbastro la primicia de unos 25 minutos -antes de que se estrenara la película-, además de tener una mesa redonda con él, el guionista, actores…
Y así con tantas y tantas cosas. Solucionaba muchos problemas, arreglaba muchas cosas. Por los mártires, lo que sea.
Y qué decir de cómo celebraba la santa Misa. He de confesar que su decadencia física en los últimos años era evidente. Pero cuando se revestía para celebrar la santa Misa y salía al presbiterio, se transformaba. Parecía otro completamente, con más fuerza, agilidad, energía en la voz.
Había previsto llamarle hoy, para poder tratar una serie de asuntos sobre las próximas Jornadas Martiriales. Como en veces anteriores, pediría permiso al superior, para ver si me invitaban a comer y poder hablar con él -y todos los demás, pues se unían a la conversación como si fuera una tertulia-. Al enterarme esta mañana de su fallecimiento, le he encomendado ante el Señor y he pensado:
-Pues la comida de la semana que viene no podrá ser. Él estará ahora gozando en el Cielo con la Santísima Trinidad, Nuestra Señora y los mártires, a los que tanto quiso.
P. Beruete: ayúdenos en las Jornadas Martiriales. Déjenos algo de su corazón ardiente y enamorado. Y ya quedaremos a comer en otra ocasión -si Dios quiere-, allá arriba. Prepare una buena tertulia con todos nuestros amigos comunes.
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