Angelo Roncalli. patriarca de Venecia y luego Papa Juan XXIII, visitó, en 1954, el santuario de Covadonga, y, en cierta ocasión, escribió: “Yo amo a la Madonna de Covadonga como la amáis vosotros los asturianos. Tengo su imagen en mi dormitorio y para ella es mi primera oración de la mañana…”
En efecto, la imagen de la Virgen de Covadonga estuvo en la alcoba pontificia, al igual que anteriormente en el patriarcado de Venecia, tal como puede apreciarse en las fotografías realizadas por Felici.
En 1960, siendo ya Papa, recordaba así, en una carta al arzobispo de Oviedo, Francisco Javier Lauzurica y Torralba, su estancia en Covadonga:
«La querida Virgen de Covadonga ha suscitado en Nos una devota contemplación y ha sido uno de los puntos más luminosos de Nuestro viaje a España, en el año 1954; es la sonrisa de Dios en la naturaleza y ha llenado mi corazón de gratitud y de gozo. Apenas la conocimos después de haber llegado a la cueva de Nuestra Señora, en la mañana del 21 de julio, celebramos la Santa Misa delante de Ella. ¡Cuánta dulzura inundó Nuestro espíritu y cuánto disfrutamos en aquel bendito lugar! Suavísima impresión dejó en Nos la visita al Seminario, durante la cual, en agradable reunión, hablamos en latín cum magna simplicitate, lo que fue muy bien acogido entre aquellos queridísimos jóvenes. (…) Todos estos recuerdos viven siempre en Nuestro espíritu».
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