miércoles, 8 de julio de 2015

VACACIONES. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


            Como dice el Papa en la Encíclica “Laudato Sí”, el tiempo cada año está más loco y revuelto, pero inexorablemente el calendario marca la llegada del verano que de momento se ajusta al calor de estos días. Pese a ello, nunca estamos conformes; así es la condición humana. Aún así, llega el estío con las vacaciones escolares y para muchos  la vuelta al pueblo para recurar paisajes, paisanajes y nostalgias.

            Otros, quizá, no puedan moverse de casa y las vacaciones serán un año más una entelequia e ilusión, conformándose con alguna escapada a la playa, con una caña al medio o día o al final de la tarde en “la peatonal” o aledaños. Lo cierto es que los ritmos se trastocan y los niños en bici, balón en ristre o carpeta de “la parti” bajo el brazo (no todos han tenido buenas notas) volverán a invadir las calles en horario escolar.

            En cualquier caso, hay alguien que se queda siempre y que vayas donde vayas allí estará. Es el Señor. No tiene vacaciones para nosotros. Aunque nosotros a veces sí, Él no se olvida de nosotros en vacaciones;  es más, nos permite encuentros más personales con Él que deberíamos aprovechar, pues cuando por el olvido de algunos baja el ritmo y demanda de “su agenda”.

            Vayamos donde vayamos o quedémonos parcialmente o del todo, Él estará esperando nuestras penas y necesidades; nuestras confidencias, enfados y alegrías. Seguirá en nuestra Parroquia o en la del pueblo o en la capilla más remota del último rincón de la Tierra, donde estará dispuesto a escucharnos.

            Seguirá estando en las capillas de los aeropuertos y en los Colegios Mayores para los que recuperen asignaturas o preparen “Masters”; estará en las iglesias que visitemos estando de viaje, incluso aunque sean de otras confesiones. Y seguirá estando para aquellos que sin opción, se queden un año más. Estará con ellos en los asilos y las residencias geriátricas, en las camas de los hospitales o en la mesita de noche como compañero de insomnios y preocupaciones.

            Con el final del curso y anhelando un poco de descanso (que no ha de ser “folgar” en una tumbona sino cambiar el ritmo -lo dice muy bien el Arzobispo en su artículo-) vemos los logros conseguidos que han de seguir animándonos y los proyectos pendientes, que han de esperanzarnos y vitalizarnos para el curso siguiente.

Lo cierto, es que en este tiempo bajamos el nivel de estrés y ansiedad, que nos viene muy bien, y cargamos las pilas para los próximos “combates” (que los habrá). También son tiempos de cambios en Parroquias e Instituciones  públicas y privadas, de renovaciones o confirmaciones tras elecciones y evaluaciones que ponen la nota final para el que se va y para el que se queda. Pero, vayámonos o quedémonos, Él siempre nos estará esperando. No lo olvidemos.

Felices vacaciones y feliz descanso y hasta Agosto, (D.m.)

Joaquín, Párroco

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