Susana, cuando vio salir del quirófano al cirujano que acababa de operar a su hijo le preguntó:
-¿Cómo está mi pequeño?
-Lo siento, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance.
Susana dijo consternada:
-¿Por qué a los niños les da cáncer? ¿Es que acaso Dios ya no se preocupa por ellos? Dios, ¿dónde estabas cuando mi hijo te necesitaba?
El cirujano le dijo:
-Una de las enfermeras saldrá para dejarle pasar unos minutos con los restos de su hijo antes de que sean llevados a la universidad.
Susana pidió a la enfermera que la acompañara mientras se despedía de su hijo. Recorrió por última vez con su mano el cabello rojizo, mientras que unas lágrimas de dolor salían de sus ojos. La enfermera le preguntó si quería conservar uno de los rizos, Susana asintió. La enfermera corto el rizo, lo colocó en una bolsita de plástico y se la dio a Susana.
Susana dijo:
–Fue idea de Carlitos donar su cuerpo a la universidad para ser estudiado. Dijo que así podría ayudar a alguien más. Ese era su deseo. Yo al principio me negué, pero él me dijo, Mami, no lo usaré después de que me muera, y tal vez ayudará a que un niño disfrute un día más junto a su mamá. Mi Carlitos tenía un corazón de oro, siempre pensaba en los demás y deseaba ayudarlos como pudiera.
Susana salió del Hospital infantil después de haber permanecido allí día y noche durante los últimos seis meses. Colocó la maleta con las pertenencias de Carlitos en el asiento del auto, junto a ella. Fue difícil manejar de regreso a casa, y más difícil aún entrar en una casa vacía, pues el marido se había separado y el único hijo que habían tenido ya no estaba. Llevó la maleta a la habitación de Carlitos y colocó los juguetes y todas las demás cosas justo como él las tenía. Se acostó en la cama y lloró abrazando la pequeña almohada de su hijo hasta quedarse dormida. Despertó cerca de la medianoche y junto a ella se encontró una hoja de papel doblada, que decía:
Querida mami:
Sé que vas a echarme de menos, pero no pienses que te he olvidado, o he dejado de amarte sólo porque ya no estoy ahí para decirte TE AMO. Pensaré en ti cada día, mamita; y cada día te amaré aún más. Algún día nos volveremos a ver.
Si deseas adoptar un niño para que no estés tan solita, podrá estar en mi habitación y podrá jugar con todas mis cosas. Si deseas que sea una niña, probablemente no le gustarán lo que yo tenía y tendrás que comprarle muñecas y esas cosas.
No te pongas triste cuando pienses en mí, este lugar es grandioso. Los abuelos vinieron a recibirme cuando llegué y me han mostrado algo de aquí, pero tomará tiempo verlo todo, pues esto es muy grande. Los ángeles son muy amistosos y me encanta verlos volar. Jesús no se parece a todas las imágenes que vi de Él, pero supe que era él tan pronto lo vi, y Jesús me llevó a ver a Dios Padre! Y ¿qué crees mami? Me senté en su regazo y le hablé como si yo fuera alguien importante. Luego me encontré a una muchacha bellísima. Me dio vergüenza preguntarle su nombre, pero el corazón me decía que era la Virgen María. Ella me cogió de su mano y me presentó a mucha gente maravillosa que enseguida se hicieron mis amigos.
Le dije a Dios que quería escribirte una carta para despedirme y todo eso, aunque sabía que no estaba permitido. Dios me dio papel y su pluma personal para escribirte esta carta. Creo que se llama Gabriel el ángel que te la dejará caer.
Dios me dijo que te respondiera a lo que tú le preguntaste. ¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba? Dios me dijo que te dijera: En el mismo lugar que cuando Jesús estaba en la cruz. Estaba justo ahí, como lo está con todos sus hijos. Me dijo que tú lo entenderías.
Esta noche estaré a la mesa con Jesús para la cena. Sé que la comida será fabulosa.
Casi olvido decirte… Ya no tengo ningún dolor, el cáncer se ha ido. Me alegra; pues ya no podía resistir tanto dolor y Dios no podía resistir verme sufrir de ese modo, así que envió al ángel de la misericordia para llevarme. ¡El Ángel me dijo que yo era una entrega especial!
Firmado
Con amor de Dios, Jesús y Yo. Un beso mami.
Padre Lucas Prados
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