PRIMER DOMINGO
El dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa.La alegría: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la encarnación.
Oh castísimo
esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro
corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a
vuestra esposa sin mancilla! Pero ¡cuál no fue también vuestra alegría cuando el
ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por este dolor y
este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos
dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte semejante a la
vuestra, asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Ave y
Gloria.
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