(ZENIT).- De cara al próximo Jubileo Ordinario de 2025, este miércoles 5 de julio se hizo público la constitución de una «Comisión de los nuevos mártires» como parte del Dicasterio para la Causa de los Santos. En la carta con la que el Papa hace el anuncio de esta comisión, el Pontífice especifica la finalidad de la misma: «elaborar un catálogo de todos aquellos que han derramado su sangre para confesar a Cristo y dar testimonio de su Evangelio».
La importancia de una Comisión específica sobre los mártires queda explicada por el Papa Francisco: «Los mártires en la Iglesia son testigos de la esperanza que brota de la fe en Cristo e incita a la verdadera caridad. La esperanza mantiene viva la profunda convicción de que el bien es más fuerte que el mal, porque Dios, en Cristo, ha vencido al pecado y a la muerte».
Francisco pondera el lazo histórico entre esta nueva comisión y el trabajo emprendido por una comisión parecida en el contexto del Jubileo del año 2000: ˜La Comisión continuará la búsqueda, ya iniciada con ocasión del Gran Jubileo del año 2000, para identificar a los Testigos de la fe en este primer cuarto de siglo y proseguirla en el futuro». De hecho, Papa Francisco recuerda la Carta apostólica Tertio millennio adveniente de san Juan Pablo II donde este escribe: “hay que hacer todo lo posible para que no se pierda el legado de la nube de «soldados desconocidos de la gran causa de Dios» (37). Ya el 7 de mayo de 2000 fueron recordados en una celebración ecuménica, que vio reunidos en el Coliseo a representantes de Iglesias y comunidades eclesiales de todo el mundo, para evocar, junto con el Obispo de Roma, la riqueza de lo que más tarde llamé «ecumenismo de la sangre». Y agrega: «En el próximo Jubileo [de 2025, ndt] también nosotros nos uniremos en una celebración de este tipo».
El Sumo Pontífice también aclara que «Esta iniciativa no pretende establecer nuevos criterios para la valoración canónica del martirio, sino continuar con el relevamiento inicial de quienes, hasta el día de hoy, siguen siendo asesinados por el solo hecho de ser cristianos». Y agrega: «Se trata, pues, de proseguir el reconocimiento histórico para recoger los testimonios de vida, hasta el derramamiento de sangre, de estas hermanas y hermanos nuestros, para que su memoria se erija en un tesoro que la comunidad cristiana atesore».
Sin embargo, sí hay novedades:
«La investigación se referirá no sólo a la Iglesia católica, sino que se extenderá a todas las confesiones cristianas. Incluso en nuestro tiempo, en el que asistimos a un cambio de época, los cristianos siguen mostrando, en contextos de gran riesgo, la vitalidad del Bautismo que nos une. No son pocos, en efecto, los que, a pesar de ser conscientes de los peligros que corren, manifiestan su fe o participan en la Eucaristía dominical. Otros mueren en el esfuerzo por ayudar en la caridad a la vida de los pobres, por atender a los descartados por la sociedad, por valorar y promover el don de la paz y el poder del perdón. Otros son víctimas silenciosas, individuales o colectivas, de los avatares de la historia. Con todos ellos tenemos una gran deuda y no podemos olvidarlos. Los trabajos de la Comisión permitirán situar, junto a los mártires oficialmente reconocidos por la Iglesia, los testimonios documentados -y son muchos- de estos hermanos y hermanas nuestros, dentro de un vasto panorama en el que resuena la voz única del martirio de los cristianos».
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