(De profesión cura) La cantidad de tiempo que empleamos en reuniones, programaciones, puestas en común, reflexiones, compartir experiencias, lluvias de ideas. No sé qué pensarán mis amabilísimos lectores, pero mi impresión, la mía, es la de salir de la gran mayoría de esos encuentros con la sensación de tiempo perdido.
A la par que cuento esto, es sorprendente, en estos tiempos de eficacia y secularismo, cómo se propagan las capillas de adoración perpetua, creo que en España ya tenemos setenta, doce de ellas en la comunidad de Madrid.
En estas capillas pude comprobar personalmente, ya saben que la de Tres Olivos fue iniciativa de un servidor y ya ha cumplido diez años, cómo los adoradores habían encontrado lo fundamental: oración, misa, confesiones pero que no eran especialmente entusiastas de demasiadas reuniones.
Pienso que en muchos casos somos los mismos sacerdotes los que tenemos el pie cambiado. Seguimos apostando por lo que menos fruto da, esa catarata insufrible de reuniones que tantos laicos ha quemado -catequista, miembro del consejo parroquial, colaborador en Cáritas, representante de la parroquia en la diócesis y encargado de liturgia- mientras que aquello que produce hondura queda relegado porque no tenemos tiempo.
Recuerdo a un sacerdote que al conocer la capilla de la adoración perpetua de la parroquia de la Beata María Ana Mogas, exclamó: “bueno, esto no está muy en línea con el Vaticano II, pero si a la gente le gusta…". Es decir, reducir la adoración eucarística a una cosa que agrada a algunas personas…
En aquella parroquia de la Beata Mogas donde pudimos inaugurar aquella capilla de adoración perpetua, recuerdo que había gente que me preguntaba por los laicos que pertenecían a los distintos grupos parroquiales. Mi respuesta siempre era la misma: adoradores con hora fija semanal deben andar por los doscientos. Que pasen por la capilla al día muchos más.
En mis pequeños pueblos insisto mucho en la adoración. Es algo que no dejo de ofrecer y recomendar. A veces viene uno, o dos o tres. O nadie. Es igual. Las parroquias se construirán de rodillas, Señor, ante el Santísimo Sacramento.
Uno también tiene sus sueños. Por ejemplo, que la mitad del tiempo que dedicamos a reuniones se empleara en adorar al Santísimo. Lo mismo hasta nos llevábamos una sorpresa. Quién sabe.
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