LA NUEVA ESPAÑA ha servido el pasado jueves como lanzadera para el asalto a la fortaleza robusta de la fe de los asturianos en la Virgen de Covadonga. El autor es un pueril lector de tebeos ávido de popularidad, pero muy mal dotado para conseguirla. Aparece junto al espantajo de su creación adorándolo, como un salvaje adora al ídolo de su tribu, orgulloso de haber logrado zaherir los sentimientos religiosos con la edición de su cómic, que lo único que publica es su malsana naturaleza, su mal gusto, su carencia absoluta de talento y su falta de moral.
El vil cálculo es que el guion sea pólvora en cohete y que, tocado por el fuego de la indignación, suba con presunción de rayo y estalle en la polémica de modo que le eleve a su autor a los confines de la fama. Pero el cohete baja sin estimación, deja mal olor y queda abandonado al olvido.
Elegir el tema con el que hacer daño a los asturianos es fácil, pero bien sabemos los católicos que la Virgen quiere, sabe y puede remediar nuestras miserias, y que mira este vano intento de desmerecer su imagen con la simpatía que mira el del ratón que, trepando por las paredes de la Santa Cueva, osa olisquear el hilo de su manto bendito; un manto que es colchón tendido en los muros de cada iglesia para amortiguar todas las ofensas que a diario reciben sus hijos de la gente mal entrañada.
Vano ha sido el intento, porque nada ni nadie nos privará jamás de amar a la Santina y de suspirar por Ella.
Tributo a la Santina. Por Alfredo Menéndez Prieto
El sentimiento anticlerical que impregna nuestra enferma sociedad se hizo patente nuevamente en una entrevista que este medio de prensa dedicó el pasado jueves a un ignoto dibujante ovetense, autor de un mediocre tebeo que deshonra la imagen de Nuestra Señora de Covadonga, de nuestra Santina, luz y consuelo para muchos corazones y símbolo de unión para todos. Y es que más allá de lo que significa que alguien con corta experiencia vital mancille públicamente la imagen de la Virgen de Covadonga, da que pensar que siga latente en nuestra Asturias el mismo espíritu y la misma insidia que llevó a otros asturianos a destruir, en aquel mes de octubre de tan infausto recuerdo, la cámara que contenía nuestros símbolos y reliquias más preciados. Símbolos tan valorados actualmente por todos, que los hicimos enseña de nuestra capital y región, como lo es la propia Santina.
Pues bien, nuevamente hemos asistido a la encarnación de la misma degradación e ignominia en las manos de quien aún no tiene la trayectoria vital suficiente para comprender que existen fronteras a su mal conceptuada e interiorizada "soberanía personal", como pretende desafortunadamente denominar a su libertad de expresión. Más no lo hace de una forma inconsciente o negligente, sino que reconoce en la entrevista que su obra hiere y ofende a personas con sentimientos religiosos, demostrando de esta manera la conducta dolosa que acompaña a todo acto ilícito.
Con su prosaico lápiz cargado de hiel no solo ha conseguido la publicidad personal que anhelaba, ha atentado contra los sentimientos de los cristianos, víctimas propiciatorias del entrevistado, así como ridiculizado los apegos de los asturianos que ven en la Santina su última esperanza y consuelo cuando lo ven todo perdido y que acuden a Covadonga en busca de lo que, fatídicamente, las realidades de este mundo no les pueden ya ofrecer.
En nuestra sociedad actual, atacar, destruir y caricaturizar actualmente los valores y símbolos cristianos está de moda. Es algo que, sin duda, en los círculos de amistades y familiares del autor será motivo de chanza, aprobación y entusiasmo. Sin embargo, debe saber el autor de tan grosera obra que nada de mérito hay en la misma. Pasará el tiempo y nadie se acordará ni de sus dibujos blasfemos ni de su autor. Sin embargo, Nuestra Señora de Covadonga seguirá perviviendo en el corazón de las siguientes generaciones como lo ha venido haciendo durante cientos de años.
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