Profunda tristeza, sí; es lo que uno siente cuando atraviesa Lugones de extremo a extremo pensando en tantas personas que lo están pasando mal. El virus ha arrasado nuestras vidas y las hace tambalear aún más.
Somos testigos de un escenario de dramas: vamos al tanatorio y es un dolor ver que ni siquiera puede estar toda la familia para despedir a su ser querido. Otros, con familiares en el hospital sin poder acudir a verlos... Esto no lo olvidaremos fácilmente y marcará generaciones, pues ha desbordado todos los cálculos y temores, y aún todo podría ser peor.
No sabemos nada si la vacuna llegará a tiempo para tantos que la necesitan y están mal; si servirá o nó y si esta pandemia desaparecerá definitivamente algún día. Lo que sí sabemos es que esto no puede resistir así por mucho más tiempo.
Por segunda vez nos paran en seco la vida ordinaria. Gracias a Dios las disposiciones últimas del BOPA no afectan sustancialmente a la vida parroquial porque hacemos bien los deberes, pero realmente nos tocan de lleno el alma, pues vemos sufrir a toda una localidad, la nuestra de Lugones y otras tantas. La salud es lo primero, sin duda; jamás fuimos negacionistas pues también nos ha tocado enterrar a muchas personas en pocas horas y en pocos días de los pasados meses de marzo, abril y mayo. Es necesario cuidado, absolutamente, pero hay que buscar una solución para los ciudadanos de a pie que sobreviven con el agua al cuello, pues si al principio no los mata el virus, los matará la depresión, el sufrimiento y la miseria. Y eso que "nadie se iba a quedar atrás"...
Las pérdidas de los meses cerrados son apabullantes; muchos "Ertes" sin abonar y los demás empleados al paro; proveedores que reclaman, transportistas, minoristas... ¿Cómo se puede seguir cobrando impuestos a hosteleros, comerciantes y demás autónomos si no lo ganan para vivir? Si la vida ordinaria se para -y los autónomos son el pilar fundamental de ésta- se rompe la cadena económica. La situación ya estaba muy achuchada, pues por el miedo tampoco había mucho para gastar en tiendas, bares y restaurantes, pero si encima se impone un segundo cierre prolongado puede ser la tumba de aquellos que nos hacían posible y agradable la vida cada día, los cuales con mucho esfuerzo y más horas que un reloj levantaron y mantenían su negocio y aguantaban contracorriente los puestos de trabajo de sus empleados.
Hoy quiero volver a lo políticamente incorrecto, pues éstos, políticos y gobernantes, cobran sus desorbitados sueldos -y a muchos les parece poco aún que se lo suben por decreto- estén confinados o no, con la economía al alza o a la baja, pero ahora mismo se exige un inmediato consenso de todos ellos para ofrecer oxígeno al pequeño comercio y la hostelería de a pie que ya no puede más. ¡NECESITAN AYUDA YA!, empezando por no cobrarles lo que no ingresan: el "Trimestre de Autónomos", el IVA, el IBI, y que luego para más "inri" vemos a las "mentes prodigiosas" gastarlo y derrocharlo en mandangas varias.
Es absolutamente injusto culpar a la hostelería y al pequeño comercio de los contagios, cuando las normas y los protocolos son muchas veces incomprensibles -por no decir absurdas- respecto otros sectores profesionales cuyos criterios de aplicación son más que dudosos o responden únicamente a otros intereses ¿económicos? -¡esos sí!- que los que se venían aplicando con normalidad en hostelería y comercio...
Que gran verdad Don Joaquìn.
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