Pedir perdón es mirar tu vida en la presencia de Dios, es pensar en lo que es tu vida sin engaños ni justificaciones. Poner ante Dios lo que soy con sinceridad y confianza, sabiendo que Él siempre perdona. El penitente no debe tener miedo: “Dios perdona no con un decreto sino con una caricia”, dice el Papa. En este sentido quiero recordar la importancia del examen de conciencia. Qué necesario es, y cuánto nos ayuda a entrar dentro de nosotros mismo y a reconocer nuestra verdad ante Dios. Lo mismo que nos proponemos realizar cada día ejercicio físico para la salud, ¿por qué no hacer cada día examen de conciencia también para nuestra salud?
Invito a todos, sacerdotes y fieles, a acudir al sacramento de la penitencia. No os perdáis el encuentro gozoso con el Dios de la misericordia. Que los sacerdotes inviten y faciliten a los fieles la celebración de este sacramento. Qué gozo siente el que ha sido perdonado, y cuánto se pierde el que no tiene experiencia de ser perdonado. Nuestro mundo tiene necesidad de la misericordia que se manifiesta en el perdón, ¿pero cómo vamos a dar lo que no tenemos?
Recibir el perdón nos ayuda a nosotros a perdonar a los demás, así como la experiencia de la misericordia crea en nosotros un corazón capaz de ser misericordioso como el Padre.
Monseñor Ginés García Beltrán
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