“Espera en el Señor, sé valiente, espera en el Señor” (Sal 26).
El calendario litúrgico no nos permite detenernos en un tiempo concreto, la sucesión de los días nos obliga a sabernos acompañar con las mediaciones más estimulantes, como son la Palabra de Dios, el santoral, la liturgia y a través de ellos los acontecimientos diarios, iluminados por la fe.
Tiempo de profecía
Más que nunca necesitamos el incentivo del Adviento, de un tiempo especialmente caracterizado por la profecía mesiánica, por vivir de manera anticipada la alegría de la salvación, por confirmarnos en esta luz que cambia el horizonte de sentido de toda la vida.
Tiempo de espera
Se nos invita a esperar, pero no como quien no sabe si sucederá, sino con la certeza de que acontecerá lo anunciado por los profetas, y en nuestro caso no como recurso pedagógico sino como verdad que da razón a nuestra esperanza, fundada en que lo que ha dicho el Señor se cumplirá.
Tiempo nuevo
¡Cómo necesitamos el estímulo del Adviento, de un tiempo nuevo donde experimentemos que lo viejo ha pasado y que las circunstancias adversas se han superado! Pero aunque nos rodee la adversidad, la fe nos permite descubrir la novedad que supone saber que Dios asume toda nuestra contingencia y la transfigura, haciéndola a su vez profecía de lo que no terminará, el cielo nuevo y la tierra nueva.
Proyecto
Cada día traeremos ante nuestros ojos lo anunciado por los profetas desde antiguo, intentaremos descubrir su concreción en nuestra vida y lo tomaremos como anticipo de lo que anhelamos.
¡Feliz Adviento!
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