(COPE) La Sagrada Escritura canta y elogia la figura de la mujer hacendosa que vale mucho más que las perlas. Además presenta su capacidad de servir y ayudar a los otros, además de la fidelidad a la Fe. Hoy celebramos a Santa María Magdalena, que fue fiel discípula como destaca el Papa Francisco. Tal y como relatan los Evangelios, formaba parte del grupo de mujeres que seguían a Cristo. De ella habían salido siete demonios.
San Lucas nos cuenta cómo cuando el Maestro se fue a comer a casa de Simón el fariseo, llega allí una mujer pecadora que puesta detrás del Señor le empieza a besar los pies, a regárselos con sus lágrimas y a secárselos con sus cabellos, ante el escándalo del propio anfitrión de la casa y los otros escribas, que se plantean el motivo de por qué el Maestro, siendo un Profeta, no se da cuenta de que se trataba de una pecadora. Entonces el Señor le recordará que si a aquella mujer se le perdonan sus muchos pecados es porque ha mostrado mucho amor ante el débito que tenía con Dios.
Ella va muy de mañana, al amanecer del Domingo de Pascua, al Sepulcro con idea de arreglar el Cuerpo de Cristo, porque lo hicieron rápido el día de la Muerte del Señor. San Juan, por su parte, la presenta como la que va a ver a los discípulos y, al encontrarse con Pedro y el otro discípulo Amado, les comunica el hallazgo del Sepulcro Vacío.
Cuando llora en el huerto porque cree que han quitado de allí el Cuerpo del Señor, al ver al propio Cristo le toma por el hortelano, hasta que le reconoce al oír su voz, cumpliendo el encargo de ir a anunciarlo a los otros. También ha habido quienes han identificado a esta Santa con la hermana de Marta y Lázaro, al que el Señor resucitó de entre los muertos. La misma que rompió el perfume de alabastro y lo derramó sobre la cabellera del Maestro.
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