Queridos hermanos:
A menudo la
celebración de la fiesta grande de una parroquia suele ser aprovechada para que
los párrocos entre ironías y desde la pedagogía de la exégesis evangélica tiremos
algo de las orejas, casi siempre basadas en la cruda realidad. Este año que no
tenemos predicador como en los últimos -los curas escasean, no sé si os habéis
dado cuenta- sino que recae la responsabilidad en mí mismo, con el estilo
anunciado y parafraseando “hacia casa” comienzo diciendo que "a veces es mejor lo conocido que lo malo por conocer…"
Saludo en primer lugar a los hermanos sacerdotes, y autoridades; me gustaría también algún año poder saludar aquí a algún miembro de la directiva de la Sociedad de Festejos de Santa Isabel, pues no son pocos los cristianos de esta Comunidad que como socios colaboran con ella –lo digo sin acritud que diría “aquél”-. Y en especial os saludo a vosotros queridos fieles, que hacéis posible esta liturgia y honráis a la Madre de Dios con vuestra participación.
Saludo en primer lugar a los hermanos sacerdotes, y autoridades; me gustaría también algún año poder saludar aquí a algún miembro de la directiva de la Sociedad de Festejos de Santa Isabel, pues no son pocos los cristianos de esta Comunidad que como socios colaboran con ella –lo digo sin acritud que diría “aquél”-. Y en especial os saludo a vosotros queridos fieles, que hacéis posible esta liturgia y honráis a la Madre de Dios con vuestra participación.
Estas grandes fiestas
de nuestra localidad de la Visitación de María a su Prima Santa Isabel es
evidente que cuentan con un amplísimo programa festivo. Tenemos por ejemplo:
Para nuestros
músculos: la subida al Naranco, el Duatlón, “cross” popular, carrera ciclista...
Para nuestra pupila:
la muestra de Teatro, ruta de escaparates, coches, desfile canino, folclórico,
espectáculo de magia, fuegos artificiales…
Para ejercitar
neuronas y reflejos : campeonato de parchís y tute, juegos infantiles...
Para nuestros oídos –benditos los que pueden desconectar el
audífono- y esqueletos: el chupinazo, el festival de rock, charangas,
voladores, las verbenas con sus orquestas, actividades de gimnasia…etc
Pero sabéis por qué
la misa es lo más importante del programa de Fiestas? ‘’Porque lo dice el cura…
¡No!... ¿Porque es el acto que da nombre a la festividad?... ¡Tampoco!... La
Eucaristía es lo principal de nuestra fiesta porque es lo único que nos ofrece
futuro; lo único que permanece en el tiempo. Todo lo demás es de quita y pon
según el son y la Corporación. Nuestros músculos, nuestro cerebro, nuestro
esqueleto, también tienen fecha de caducidad y algún día serán un mero puñado
de polvo. Este es el drama del hombre que no puede enmascarar ninguna fiesta
pagana.
La Visitación de
María a Santa Isabel nos recuerda la venida de Cristo a nuestra pequeñez para
rescatarnos de un ciego destino. El creyente es el que vive la fiesta que no
acaba; esa que verdaderamente permanece y que tiene mejor gusto. La Eucaristía
es fiesta y el anticipo de la gloria a la que estamos llamados; por eso,
queridos hermanos, es vital que no descartemos ni excluyamos precisamente lo único
que nos permite mirar más allá…
Cuando ponemos fin a
las vacaciones, las fiestas del pueblo o el mismo verano agoniza, la pena embarga, vienen
los suspiros y miramos el calendario a ver cuándo será el próximo momento para
dejar a un lado el trabajo y volver a “desconectar”. Pero ya ha pasado otro año
más y más viejos, sin retorno…
La fiesta que nace de
la Eucaristía también conlleva alegría, una alegría nos empuja a darnos a los
demás. En palabras del Papa sobre la Visitación nos dice: “El encuentro es otro signo cristiano. Una persona que dice ser
cristiana y no es capaz de ir al encuentro de los demás, de encontrar a los
otros, no es totalmente cristiana”.
En el Evangelio de la
Visitación (fue “una ruta” con un itinerario y una fiesta diferente) encontramos
también un aspecto puramente sacerdotal al ver cómo Juan hace su primera
predicación con ese salto que da en el vientre de su madre Isabel. El niño
estaba advirtiéndole de que Cristo llegaba a visitarlos por medio de María. Es
lo que Juan hará toda su vida, preparar el camino al Señor. Y es que los
sacerdotes tenemos que tratar de imitar a Juan, debemos mostrar a los fieles el
camino que lleva a Cristo, y además hacerlo al estilo del Bautista; es decir,
‘’menguar nosotros para que crezca él’’. De ahí la insistencia y la persistencia
de que la fiesta no pierda ni su origen ni su esencia.
El sacerdote no es
representante del pueblo, sino el pastor del pueblo; el representante dice lo
que los demás quieren oír y lo políticamente correcto, mientras que el pastor dice
lo que debe decir a la luz de la Palabra, aunque ni sea políticamente correcto
ni agrade a todos.
Cautela me dan esos
sacerdotes que son amigos de todos, que en todos los bares paran, que sólo
cuentan cosas graciosas, que siempre están de guasa y dicen sí a todo... seguro
que lograrán tener muchos “fans”, aplausos fáciles y hasta distinciones
importantes… Pero esa no es nuestra misión: ''Ay
si todos hablan bien de vosotros; eso lo hacían vuestros padres con los falsos
pastores”…
El que como María e
Isabel descubre al Señor del Evangelio que actualizan los sacerdotes se
encuentra con Dios, vive la experiencia única de adentrarse de este mundo a lo
trascendente, y esto le trasforma… Algo cambia de forma radical en el hombre
cuando se encuentra con Dios. Nos entra la prisa por llevarlo a los demás, por
eso María también va “a prisa a la Montaña”. No va presurosa sólo porque está
preocupada por su prima, sino especialmente por que guarda para sí un secreto
que da un giro completo y a toda velocidad a su propia vida.
Y cuando ese secreto lo lleva dentro y crece en tu interior, resulta que tienes el honor de dar vida a
quién es la vida. María lleva en sus entrañas a casa de Isabel la misma Vida.
La apuesta por la
vida, hermanos, es algo irrenunciable en nuestro tiempo y una misión específica
del cristiano que vive el Evangelio. La vida es sagrada, por eso ningún
cristiano se podrá llamar así mientras no defienda la dignidad de todo ser
humano, particularmente de los indefensos no nacidos, especialmente hoy que las
cifras del aborto superan ya en víctimas a las de muchas guerras e históricas
matanzas. ¿Cómo va haber natalidad si no estamos abiertos a la vida?; ¿Cómo va
haber vocaciones si cada vez tenemos menos niños y somos más ancianos? ¿Cómo
puede Europa tener un futuro propio que no le arrebaten “otros” cuando está a
la cola de la natalidad y de la protección de lo esencial?...
Hoy nosotros queremos
experimentar la fiesta de la vida que propone la eucaristía de toda fiesta;
vibrar con el saludo de las primas y con el latido de los retoños que aún
nonatos derrochaban y regalaban vida…
Un sacerdote de
Madrid escribió esta bonita oración con la que quiero concluir por ser el mejor
resumen de toda fiesta que le canta a la vida… más allá del “la, la, la” de
Masiel:
«Santísima
Virgen María que en la Visitación a tu prima Santa Isabel, llevando ya en tu
seno al Verbo encarnado, nos muestras tu entrega generosa de Madre de la
humanidad al asistirle en su embarazo durante el tiempo necesario para la
llegada de San Juan. Madre; contágianos ese deseo de hacer a cada instante
feliz a Dios sirviendo a nuestros hermanos con gozo y a cantar con nuestras
obras las grandezas del Señor».
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