Todos hemos tenido experiencias similares. Un grupo, una asociación, unas personas que empiezan a trabajar, a reunirse en la parroquia, evidentemente con el beneplácito y el apoyo del párroco. Grupos supuestamente educativos, culturales, católicos, que se piensa pueden resultar un apoyo en la labor pastoral de la comunidad parroquial.
En principio, nada que objetar. Desde la parroquia se convoca, se anima, se apoya la iniciativa y comienza la andadura del invento cual sea. En la inmensa mayoría de los casos, hablamos de iniciativas católicas, buenas y santas, que no solo no dan el menor problema, sino que suponen un apoyo y una ayuda notable a la hora del trabajo parroquial.
Pero puede suceder, que, ya ven por dónde, por malicia de origen, que no percibimos, o por desarrollo posterior que nos va haciendo regates o que o hemos sabido controlar, un día descubres que aquello tan santo y bueno, tan evangelizador y parroquial, está empezando a enseñar la patita.
Una reunión de la que no se tenía constancia, un “tenemos que ser nosotros”, otro “la parroquia no puede estar imponiendo”, estotro “hay que ser abiertos”… hasta acabar en un estado según el cual te encuentras con una actividad que surge en la parroquia, con el visto bueno y el apoyo de la parroquia, con una convocatoria desde la parroquia, medios materiales de la parroquia pero que depende de sí misma en aras de su peculiarísima personalidad y derechos humanos evidentemente inalienables. Los suyos, claro.
Escribo esto porque le acaba de pasar a un buen compañero. Y mi compañero, que es amigo de los buenos y un cura de pies a cabeza, ha sabido resolverlo echando un par de narices al asunto, cogiendo al toro, y era un morlaco de cinco años y seiscientos kilos, por los cuernos. Tan simple como decir a la gente en misa: lo que era y empezó siendo algo convocado, vivido y apoyado desde la parroquia, lo que era una acción parroquial más, algunos, los responsables, han decidido que ahora es otra cosa al margen de la parroquia. Esto es lo que hay, han abusado de la confianza, y yo no dejaría a mis hijos en manos de gente que actúa así. Ahora ustedes, padres, hagan lo que vean conveniente. Vamos, que mi amigo los ha aplicado directamente el 155 sin Senado ni nada.
Lo de Cataluña. Empezamos juntitos y un día decidimos que queremos vivir por nuestra cuenta, así que a dialogar. Nada de nada.
La cosa es muy sencilla. Una actividad pastoral o cultural que comienza como iniciativa de la parroquia, se nutre de las llamadas desde la parroquia y se realiza en locales de la parroquia, es parroquial. La parroquia, con el párroco al frente, supervisa, apoya, ayuda y controla, aunque la palabra no guste. Y si no se está de acuerdo, pues carretera y manta.
Ya me sé lo que se va a decir, porque en alguna ocasión lo he escuchado: es que la parroquia es de todos. Sí. Y el Paseo de la Castellana, el río Manzanares, el Congreso de los Diputados, el Museo del Prado y el arroyo del Gargantón. Pero eso no quiere decir que cada cual podamos hacer en el arroyo lo que queramos.
Y la parroquia es de todos y al servicio de todos, para una labor que marca el obispo y de la que es responsable el párroco. Si estamos de acuerdo, adelante. Si no, carretera y manta.
A este cura amigo, decirle que ole. El abrazo se lo daré personalmente cualquier día de estos.
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