COGERSA
Con logo prestado y a modo de ocurrencia veraniega,
ante los acontecimientos cotidianos que van y vienen en nuestra vida,
comentábamos algunos sacerdotes reunidos en pitanza de pastores las nuevas
situaciones y cambios a los que las exigencias pastorales de nuestro tiempo (y de nuestro Arzobispo) nos convocaban
para el próximo curso.
No había uniformidad de criterios: desde los más
críticos y con cierta acidez a las exigencias jerárquicas, hasta los más mansos
y disponibles. La mayoría aportaban sus “fundados” (muchos en celotipias y supuestos agravios comparativos)
argumentos. Sólo algunos escuchábamos y guardábamos silencio…
De repente, un “hermano” se me quedó mirando y me
dijo: ¿y tú?; ¿a ti no te cambian?, porque tu parroquia últimamente parece “COGERSA”
(en clara alusión a que quien aquí llega
-incluso o sobre todo con problemas- se le acoge y se queda)… mi mente
lúcida y quizá inspirada por la cafeína y el orujo de la sobremesa, estuvo a
punto de “disparar a ráfaga” al sarcástico y cínico interlocutor… ¡y Dios sabe
que había materia!
Sin embargo, uno, que ya peina algunas canas y la vida
le va dando la prudencia de éstas y “las tablas” del camino, refrenó el impulso
que coordinaba el cerebro con lengua y le contestó con la lucidez que nos da el
Espíritu Santo en ocasiones diciendo qué, lejos de molestarme la impertinente
tontería, en cierto modo me sentía más alagado que contrariado por ella, pues
al igual que COGERSA deberíamos ser un poco más todos los sacerdotes y nuestras
parroquias, acogiendo a hermanos
desheredados (propios y extraños)
en muy humanas y múltiples tribulaciones: heridos, rechazados, olvidados,
represaliados, ninguneados, marginados, humillados y pisoteados; desvalidos y
apaleados (como el de Samaría) por los
bandidos de nuestro tiempo; ignorados por sacerdotes y levitas, más preocupados
por sí mismos y por su propio “destino”.
No, no me ofendió la arcada y el vómito verbal de mi
hermano sacerdote. Me molestó inicialmente, sí, pero no me ofendió pues el
exabrupto cargado de veneno me hizo sentirme mucho más cura, más persona y más
humano que él. Y aún a riesgo de etiquetas y sarcasmos como ese, saber qué, aún
muchas veces a contracorriente, (siguiendo
el ejemplo del Papa Francisco) estoy en mejor camino que otros.
Pues COGERSA no es sólo un vertedero de basuras, sino
toda una planta de minucioso y dilatado proceso de reciclaje para salvar y
volver a poner en circulación lo que el pecado de soberbia, los corazones de
piedra y las cegueras de los satisfechos han despreciado como “deshecho”.
Y que tras ese largo procedimiento, lo que finalmente
no sea salvable, no seré yo quien como juez inmisericorde lo decida, sino el mismísimo
“Director de la Planta”. ¡Feliz verano!
Joaquín Manuel , Párroco de Lugones
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