(Iglesia de Asturias) La alegría fue máxima cuando, los nueve niños de catequesis de primer grado de la parroquia de San Félix de Lugones, recibieron la contestación de parte del Papa León XIV a sus mensajes y dibujos de felicitación por su nombramiento, que habían enviado al Vaticano aproximadamente un mes antes. La iniciativa partió de su catequista, Ovidio Rubio Vicente quien se la había planteado previamente al párroco, Joaquín Serrano Vila, que la vio «adecuada y oportuna para los niños», por lo que «nos lanzamos a ello», explica.
El curso de catequesis ya había terminado, pero ante la elección del nuevo Pontífice, a Ovidio, que también es profesor de Religión católica en la educación pública, se le ocurrió mandar un mensaje a los niños y a sus familias a través del grupo de Whatsapp que tienen, y proponerles colorear una imagen del Papa que él mismo les envió y escribirle una breve carta en la que pidieran acabar con problemas en el mundo. «Los niños enviaron estos dibujos pidiendo que se acabaran las guerras, que todos los niños tuvieran comida o que los abuelos no estuvieran nunca solos, porque además la gente mayor necesita mucha compañía y Asturias tiene una gran cantidad de población muy envejecida», explica. «Eran mensajes directos, sencillos pero llenos de mucho sentido y la actividad tenía también como objetivo sensibilizarles sobre problemas concretos que están ahí, como la violencia, las guerras o el hambre», afirma Ovidio. «Creemos en educarles en la verdad para ser libres –dice– ya que hoy día los niños están como en una burbuja y pensamos que hay que mostrarles los problemas o desafíos del mundo para que, cuando se enfrenten a ellos en la vida adulta no tengan tantas frustraciones.
Explicarles que el mundo no es Disneyland y todo de color de rosa sino que hay situaciones a resolver», explica sobre la carta educativa que tenía la actividad propuesta, porque para Ovidio, «realmente la carta era un medio pero el objetivo es que los niños se sintieran protagonistas, que tomaran partido y que vieran que sus palabras pueden llegar al Papa y por qué no, pueden formar parte del cambio. Además, así se les acerca la figura del Papa, que ellos sienten muy lejana, y mostrarles que les escucha y que les responde también».
La respuesta llegó en forma de carta poco más después del mes de haberla enviado. «La recibieron con muchísima ilusión y alegría. Ya estaban impacientes, no esperaban que respondiera y eso les produjo una felicidad inmensa, sobre todo cuando salieron en el periódico, en la tele o se escucharon en la radio», afirma Ovidio.
La misiva vaticana venía firmada por Roberto Campisi, uno de los asesores del Papa y, como explica el catequista de San Félix de Lugones, «iba en la línea de agradecimiento a nuestro gesto de cercanía y confianza y nos encomendó a la Virgen de Covadonga para que nos ayude a crecer en nuestro amor a Cristo y con estos sentimientos les impartió a los niños la bendición apostólica que hizo extensiva a sus familias, catequistas y educadores, y aprovechó la oportunidad también para expresarles el testimonio de su consideración y estima en Cristo».
Fue, en definitiva, «una actividad lúdica y de aprendizaje de que el Papa, a pesar de que esté en el Vaticano, que para ellos es muy lejos, responde. Puede tardar un tiempo, pero todo llega, y así los niños ven que sus mensajes son escuchados, algo que yo creo que es muy importante, porque así ven que sus opiniones importan y que son recibidas desde la Iglesia con consideración, porque en la Iglesia acogemos a todo el mundo y que en la casa común cabemos todos», resume el catequista.
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