(De profesión cura) La capacidad de manipular de algunos católicos es infinita. Los argumentos, risibles, pero seguimos esgrimiéndolos con el convencimiento y la contundencia del que acabara de entender y descubrir la fórmula mágica de la cuadratura del círculo.
Leer y estudiar es cosa que hoy no se lleva y punto. Habiendo televisión, fútbol y prensa rosa no va a andar uno leyendo la historia de la Iglesia, los documentos conciliares, incluyendo, cómo no, todo el Vaticano II, las directrices de los obispos. Bah. Tiempo perdido. Basta con manejar con cierta desfachatez un par de principios.
Principio primero: antiguamente.
Es que antes, es que la primitiva Iglesia, los tiempos apostólicos, los usos de los primeros siglos. Por supuesto que todo eso sin leer demasiado, no sea que nos llevemos cualquier sospresa desagradable.
Ya saben que servidor a todo dice que sí, para sacar luego las conclusiones pertinentes:
¿Como en tiempos apostólicos? Genial. Vende todo lo que tienes y ponlo a los pies de los obispos.
No tanto… pero sí pensar en lo de antiguamente.
Muy bien. Entonces estaremos de acuerdo en celebrar la misa coram Deo, recuperar el latín y el canto gregoriano y el velo para las mujeres.
En la Iglesia tenemos una cosa que se llama Tradición y otra que se llama Magisterio. Una y otra van viviendo, estudiando, reflexionando y fijando las cosas que pueden discutirse. Por ejemplo, en la liturgia. Celebrar como lo hacemos hoy es fruto de mucho estudio, mucha reflexión, mucho sopesar y mucha búsqueda de la mayor gloria de Dios y bien de las almas. No por capricho ni por un “se me ha ocurrido".
Por tanto el argumento de volver “a lo de antes” es bastante peligroso, y si no imaginen a cualquier sacerdote con túnica, desplazándose a pie o a caballo y sin el último teléfono móvil.
Cuando aportas estos argumentos te llega el principio número dos.
Principio segundo: qué más da, con el corolario: “no creo que a Dios le importe mucho”
Efectivamente qué más da. Qué más da que el sacerdote cobre a fin de mes o no cobre, qué más da celebrar con el misal de Pablo VI o con el de Juan XXIII, a Dios le da igual que recemos en español o en latín, un sacerdote no es mejor por llevar sotana, clergyman o una camiseta (tampoco peor).
Perfecto. Entonces, y según esto, ¿puedo celebrar misa por el modo extraordinario, utilizar el latín y vestir la sotana? Total si da igual… ¿O es que hay unos iguales más que otros?
Argumentos, estudio, documentos y buen razonamiento. Lo de antes es una ridiculez. Así me lo cantaban de niño: “antiguamente se llevaba el ombligo en la frente, pero vino una mudanza y ahora se lleva en la panza". Total es igual y no creo que a Dios le importe mucho.
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