Gn 12,1-9. Sal 32,12-13.18-19.20.22. Mt 7,1-5
Estimado Sr. Rector de esta Basílica, Don Javier;
equipo sacerdotal: Don Tirso, Don Abelardo y Don José Manuel Fueyo; queridas Esclavas del Inmaculado Corazón de María e Hijas de la Caridad del Colegio Virgen Milagrosa,
Hermanos todos en el Señor:
A lo largo de estos días previos a la gran solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, titular y Patrono de esta Basílica y Comunidad Parroquial, os habéis ido preparando con este Triduo que concluimos hoy, ya en las vísperas del día grande. Agradezco a vuestro Párroco, D. Javier, que contara conmigo compartir con vosotros la fe que nos une. Siempre es para mí una alegría venir a este templo del que guardo gratos recuerdos de mi tiempo de seminarista, cuando me tocó en él una Campaña del Seminario, y recuerdo el cariño con que Don Fernando me acogió. Igualmente, en todos estos años en que D. Javier pastorea esta Comunidad, también me he sentido y me siento como en casa.
I. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
La oración del Salmo de este día nos invita a dar gracias al Señor por habernos elegido, por no dejarnos al puro libre albedrío, sino por demostrarnos realmente cómo hemos sido los escogidos y cuándo hasta Él mismo ha venido para redimirnos y darnos vida y ésta en abundancia. La historia del pueblo de Israel, nuestra historia de la salvación, e incluso la historia de esta Parroquia es una muestra de cómo Dios nos sorprende siempre. Aquel pueblo errante que peregrinó durante cuarenta años convencido de que el Yahvé les había sacado de la esclavitud en balde para terminar muriendo en el desierto, llegó también por fin a la realidad de la Tierra Prometida.
Igualmente, esta Parroquia cuyas raíces comienzan hacia el año 862 con el deseo del rey Alfonso III el Magno de que se dedicara un altar a San Juan Bautista en lo que sería la capilla de su Palacio, cerca de la Catedral, con el tiempo llegará a ser la primera sede de lo que es ya esta Parroquia, hasta el año 1873 en que comenzó el éxodo de esta feligresía al declararse ruinoso el templo y ordenarse su demolición, al ser declarado su estado como ruinoso. De ahí, la Parroquia pasó a la iglesia que había sido de los Franciscanos, y tras veintinueve años en este templo, toca hacer de nuevo la mudanza, pues también fue demolido ese templo, y hoy en su lugar encontramos la sede de la Junta del Principado.
En abril de 1902 la Parroquia pasa a compartir templo con la feligresía de Santa María la Real de la Corte; pocos meses después con el templo de San Tirso el Real, donde la parroquia permaneció trece años hasta el 24 de junio de 1915 cuando el entonces obispo de Oviedo, Monseñor Baztán y Urniza, consagró este bellísimo templo y en cuyo suelo del altar espera la resurrección. Mañana soplaréis 110 velas de esta casa de piedra, pero las más valiosas son las piedras vivas que estáis aquí, los que estuvieron y siguen presentes en la memoria, el pensamiento, el corazón y la oración, y las que estarán y permanecerán en el futuro: Sentíos dichosos de que el Señor os bendice y os contempla como porción de su heredad.
La primera lectura de este día nos ha presentado la llamada de Abrahán, pero también tiene muchos paralelismos con la vida de San Juan Bautista: Abrahán y su esposa Sara deseaban tener descendencia, y el Señor les bendijo cuando ya eran ancianos, al igual que les pasó a San Zacarías y Santa Isabel, los padres del Bautista. La vocación de Precursor le lleva también a salir de su tierra, a dejarlo todo por ser el profeta del Altísimo que fue delante del Señor a preparar sus caminos (Lc 1, 76), como lo definió su padre en el canto del "Benedictus" tras recuperar la voz después de meses enmudecido por su falta de fe.
Del mismo modo, nosotros somos llamados a salir de nuestras comodidades y recordar que el Señor mantiene su fidelidad y cumplirá su palabra; por tanto, esta certeza ha de empujarnos a ser pregoneros del Evangelio en nuestro mundo actual tan necesitado de Dios y tan falto de conversión. El Papa Francisco hablaba de propiciar una "cultura del encuentro"; San Juan Bautista es un referente de ello, pues no había nacido y ya saltaba de gozo en el vientre de su madre al sentir tan cercano al Mesías. San Juan supo encontrar a Jesús, fue de los pocos que le reconoció y señaló como ''el Cordero de Dios'' (Jn 1, 29), e invitó a las gentes de su tiempo a prepararse para ese encuentro por medio de la Penitencia.
III. Menguar para que Él crezca
El Papa León XIV en su primera homilía en la Santa Misa Pro-Ecclesia en la capilla Sixtina, recordó a San Juan Bautista sin citarlo, y lo puso como el modelo a seguir para su pontificado. Decía el Santo Padre: ''hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn 3,30), gastándose hasta el final, para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo''... Este es siempre el ejemplo del Bautista: que mengue mi "yo" para que Él crezca en mí.
Nosotros no podemos ser precursores, y si lo pensamos así nos equivocamos; sólo Juan fue elegido para esa dicha de ir delante de Jesús -por algo se le llama ''el mayor nacido de mujer'' (Lc 7,28)-. Nosotros, por nuestra parte, estamos llamados a saber caminar detrás de Jesús, a seguir sus huellas que nos encaminan a la Pascua eterna… Hay también un hecho que muestra la profunda humildad de Juan, y es que en cuanto Jesús inicia su vida pública, el Precursor es el primero en querer desaparecer de la escena, así los discípulos y la gente que seguían a Juan e iban a escucharle pasaron a ser los primeros seguidores del Nazareno. El Bautista ya les había advertido: "Yo los bautizo con agua; pero viene Uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de Sus sandalias'' (Lc 3, 16).
Juan es el espejo donde se proyecta nuestro seguimiento sincero de Señor.
El evangelio de este día, por su parte, nos regala una enseñanza para esa proyección en la vida cotidiana: ''No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros''… Cuánto daño podemos hacer con nuestras palabras cuando hablamos u opinamos a la ligera; lo vemos claramente en la vida del bautista: ¿Quién le juzga y le lleva a la muerte? el baile de Salomé, que pide su cabeza en bandeja de plata... El teólogo católico alemán, Friedrich Justus Knecht escribió sobre el Bautista que a él se le aplica como a nadie la Octava Bienaventuranza: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia"...
El cráneo que se cree es del Santo, se venera en la iglesia de San Silvestro in Capite, en Roma, aunque muy cerca de nosotros, en la Colegiata de San Isidoro de León, se venera desde tiempo inmemorial una reliquia de la mandíbula del Precursor, como también en la Cámara Santa de nuestra Catedral se conserva una reliquia atribuida al Primo del Señor, lo que pone de manifiesto la devoción del pueblo fiel a este Santo tan querido y celebrado hoy aquí en una de sus más ilustres sedes.
Le pedimos a San Juan Bautista que interceda por esta Real Basílica Parroquial, así como por las comunidades de La Corredoria, Caces y Santianes de Olloniego, templos de los que igualmente es titular. Que esta Basílica de San Juan El Real siga siendo un faro de luz para nuestra Noble y Leal ciudad y su arciprestazgo de Oviedo, y siga siendo Fiel Santuario penitencial, como lo fue la propia orilla del Jordán en que predicó el Bautista, y que tiene su reflejo en tantas personas que acuden a esta Basílica en busca del perdón por medio del sacramento de la Reconciliación.
Que San Juan Bautista nos enseñe a menguar nosotros para que crezca en nuestro interior y viva en nosotros el que todo lo pude y nos hace también hoy saltar de alegría: ¡Que así sea!
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