(Infovaticana) Hoy se cumplen doce años del 13 de marzo de 2013, el día en el que Jorge Mario Bergoglio (por entonces arzobispo de Buenos Aires) fue elegido como el primer Pontífice americano de la historia de la Iglesia. También fue el primer jesuita de la historia en llegar al trono de Pedro. Los cardenales eligieron al cardenal Bergoglio como 265º sucesor de San Pedro.
En aquel momento, entraron los cardenales en la Capilla Sixtina, y en tan sólo dos días, la fumata blanca señalaba al mundo que la Sede Vacante había acabado, había Papa. La expectación era máxima, ¿Quién sería el elegido para llevar el timón de la Iglesia bajo las tempestades que parecían cercarla? La respuesta la dio el cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, quién salió al balcón de la basílica de San Pedro en la noche romana del 13 de marzo. Entonó el famoso «Habemus Papam» para luego anunciar el nombre de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa, con el nombre de Francisco.
Este duodécimo aniversario tendrá una celebración distinta puesto que el Papa lo celebrará desde su habitación en la décima planta del hospital Gemelli de Roma. Allí lleva ingresado cerca de un mes y aunque en los últimos días su estado de salud parece ir mejorando poco a poco, todo apunta a que a este pontificado no le falta mucho, y los cardenales en Roma lo saben.
Francisco se equivocó al poco de ser elegido Papa cuando aseguró que «tengo la sensación de que va a ser breve, cuatro o cinco años, o dos o tres». El Pontífice argentino encarrila ya su 12º año al frente de la Iglesia católica. Durante estos años, las polémicas no han faltado por el drástico acento que ha puesto el Papa en cuestiones sociales como los marginados, el ecologismo, el cambio climático, la inmigración relegando a un rincón la importancia de la liturgia, los mandamientos, la doctrina y algunos otros aspectos del Evangelio que son perfectamente compatibles con un mensaje de misericordia con todos y de esperanza como este Año Jubilar 2025.
Las primeras palabras que pronunció Francisco:
¡Hermanos y hermanas, buenas noches!
Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero estamos aquí… Les agradezco la acogida.
La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. ¡Gracias! Y primero que nada, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo Emérito, Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria con los fieles en San Pedro
Y ahora, comenzamos nuestro camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Rezamos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad.
Auguro que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan bella.
Y ahora quisiera darles la bendición, pero primero, os pido un favor: antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que me bendiga. La oración del pueblo que pide la bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí.
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