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quedan ya períodos de miedos, dudas y tribulaciones propias; alopecias por
estrés académico propiciado por algunos personajillos, presuntamente docentes.
Angustias y lágrimas en el silencio de tu habitación (a solas con Él) por incertidumbres de prepotentes y necios
sanedrines; hipócritas chantajistas del sentimiento en estúpida y preconcebida carrera
de obstáculos. Arrogantes y soberbios secuestradores y domadores del Espíritu, al
que finalmente también tendrán que rendir cuentas.
¡Serás
feliz, Jano; sí! Serás feliz contra cualquier pronóstico y con total independencia
de tu destino pastoral (sé lo que digo)
pues es Él quien te ha elegido y tiene su plan perfecto para ti. Y verás que
hermoso es levantarse cada día y ser Él (y
no ninguna mirada inquisitorial) quien te dé los buenos días y al que le
sonrías agradeciendo cada instante su generosa e “indigna” (no más que la de otros) elección para hacerle presente entre aquellos
que le esperan y necesitan, incluso, aún más que tú. Allá donde estés, serás
mensajero de vida bautizando; portador de consuelo y esperanza cuando ésta se
acabe para este mundo; serás la alegría dominical de Comunidades y niños
primocomulgantes. Invitado de honor en celebraciones y bodas como las de Canaá,
y de plata, y de oro, y… ¡Serás feliz, Jano; sí, serás feliz!...
Y
con tu alegría y felicidad irá -¡ya va!-
la de los tuyos. La de tu buena y sufrida madre; la de tu noble padre y la de
tus hermanos, entre los que hay uno muy especial que te mira desde el cielo y
que te ha dado mucha fuerza para llegar hasta aquí. Por él y para los más
débiles te ha elegido el Señor -nada
ocurre porque sí- sino para confundir a los soberbios de corazón, para
derribar a los poderosos y enaltecer a los humildes… Para estar cerca de los
que le necesitan a Él (de los que te necesitan a ti, por Él, con Él y en Él) -sin juicios ni prejuicios- en cada paso
del camino.
Este
hermano y compañero tuyo ya, y toda tu Parroquia de San Félix de Lugones (privada tantas veces de ti y de tu normal
presencia en ella por los Anás y Caifás de turno) se unen ahora felices
para darte nuestra más alegre y cordial enhorabuena, fundiéndose contigo en un fuerte
abrazo espiritual y besando el próximo día 21 en tu primera misa tus ungidas
manos, de agradable olor a Cristo. Y que
Él, que comenzó en ti la obra buena, Él mismo la lleve a término.
Querido
D. Alejandro, que Dios te colme con toda clase de bendiciones para ser su
valiente testigo y ejercer tu ministerio con la libertad de los mejores hijos en
la Iglesia de Jesucristo; que te de la fuerza de su Espíritu Santo en
Pentecostés y éste invada cada célula de tu cuerpo para no tener miedo ni a
nada ni a nadie en el anuncio de su Evangelio. Desde tu Parroquia rezamos por
ti y pedimos la mediación eficaz de San Juan María Vianney, de San Juan de
Ávila y de San Juan Pablo II, y, -como
no- de nuestra Santina de Covadonga,
“la piquiñina y galana” (que también en esta Parroquia tiene su lugar) para que aunque ya haya cambiado tu vida, tú
no cambies nunca y sigas siendo nuestro y de Jesucristo.
Joaquín, Párroco
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