lunes, 7 de enero de 2013

Tonta ella, tonto él...


Por el Rvdo. Sr. D. Juan Luis Rascón Ors, párroco de San Antonio de la Florida, Madrid


Es lo que se suele decir de las parejitas de pipiolines enamorados, o sea novios. Yo siempre suelo decir que me gusta más celebrar las Bodas de Oro que las bodas normales porque, en general, los que llevan 50 años casados, por muy mal que les haya ido, si lo celebran en la Iglesia, me reconcilian con la doctrina católica sobre el matrimonio que parece que los hechos y las estadísticas desmienten. Siempre suelo empezar mis homilías de Bodas de Oro diciendo: "Queridos Esustaquia y Leovigildo, os doy las gracias de todo corazón, por que vosotros sois la prueba viviente de que lo que les predico a los tortolines en las bodas, que no se enteran de nada, es verdad"


Sacarse el carné de conducir supone un mínimo de treinta horas de lecciones; llegar a ser médico, abogado o ingeniero cinco años de carrera más luego las especialidades, grados, capacitaciones, etc; para tocar el piano medianamente bien creo que nos ponemos en los ocho años y practicando seis horas todos los dias; hasta el skateboarding o patinaje requiere dedicarle todo el tiempo libre.

¿Por qué les cuesta tanto a muchas parejas de novios aceptar los cursillos prematrimoniales? Cualquier cosa medianamente seria en la vida requiere capacitación, aprendizaje, entrenamiento. La autodidascalia no es lo común en ningún ámbito de la vida. ¿Por qué los novios creen que no necesitan aprender a querer, a perdonar, a convivir, a comunicarse, a... nada?

No creo que el problema sea que crean que no necesitan aprender. Creo que lo que les pasa es que piensan que no tienen nada que aprender de la Iglesia. O que la Iglesia no tiene nada que enseñarles. Que el cursillo va a ser un trámite tan inútil como aburrido.

Pues mira por donde, a muchos puede que no les falte razón. De las chorradas más grandes que he oído en mi vida muchas han sido en los cursillos prematrimoniales. He conocido cursillos en los que por miedo, desconocimiento o inseguridad se ha pasado de puntillas sobre temas esenciales y ampliamente de puntos neurálgicos de doctrina como anticoncepción, etc. El tema de la fe en algunos de ellos no se suele ni tocar.

Hay muchos lugares que ofrecen magníficos cursillos y cada vez hay más laicos entusiastas, bien formados con profesionalidad que han hecho másters como el del Instituto Juan Pablo II que dirigen fenomenalmente los cursillos. Pero dada las dificultades que mucha gente encuentra para asistir por horarios etc (y falta de ganas, que todo hay que decirlo...) creo que es necesario que cada parroquia pueda ofrecer un buen curso de preparación al matrimonio o al menos cada arciprestazgo, sobretodo en los lugares donde se casa mucha gente o se hacen muchos expedientes matrimoniales.

En mis parroquias hemos comenzado a impartir un curso de preparación al matrimonio. Hemos estado un año entero preparándolo y todavía no participan los laicos impartiendo charlas, acompañando a las parejas etc. Pero poco a poco van a ir empezando a ayudarme. De momento han empezado a asistir al Curso seis parejas que en este próximo año se casarán. La mitad de las parejas ya conviven y todas afirmaron que hacen el cursillo porque no tienen más remedio.

Por eso precisamente, nuestro objetivo es que aprovechen al máximo los cinco días con sesiones de 2 horas, más un fin de semana con seis horas en total. Para lograrlo lo primero que hemos hecho es tratar de crear un ambiente agradable. Por eso se ha ambientado la sala con una agradable decoración (nada de pósters de paulinas) y una buena iluminación (nada de bombillas bajo consumo). Se les pone música ambiente (hemos optado por el pop en vez de el gregoriano, por aquello de la inculturación). Se sientan por parejas (cada uno con la suya) en mesas con mantel y una velita (yo creía que esto era ridículo pero les encanta) y se les sirven bebidas y algo para picar.


Durante las dos horas que dura la sesión se intercalan charlas, testimonios, anécdotas y ejercicios prácticos en que se les pide que dialoguen entre ellos sobre los temas propuestos. Hay un acosa importantísima y es que se les garantiza que no van a tener que "compartir" en público, solo entre ellos. Lo de compartir, para quién no está acostumbrado, es incomodísimo. Todo el desarrollo del curso lo siguen con una guía que cada uno tiene en la que hay un resumen de los contenidos, y el material para trabajar en pareja tanto en las sesiones del curso como durante la semana en casa.

Se les ofrece repertorio bibliográfico por si quieren profundizar en algún tema o aclarar dudas. Ponemos una mesa-expositor con los libros por si los quieren comprar ahí mismo

La experiencia del primer curso es gratísima. Las seis parejas participantes están encantadas y sobre todo vemos que se ha roto el hielo. Vemos que están empezando a ver que el curso les puede servir de mucho.

Este Curso de preparación al matrimonio no lo hemos inventado nosotros. Es una copia del que se lleva haciendo muchos años en una parroquia anglicana de Londres (Holy Trinity Brompton) de donde también han nacido los cursos Alpha. O sea, que encima es ecuménico. Lógicamente lo que copiamos es el "formato" del curso, no los contenidos, porque en eso la Iglesia Católica gana por goleada. En Italia ya hay algunas diócesis que ofrecen este curso de manera oficial.

Lo más importante para mí es que lo que se hace se haga con competencia. 
No vale cualquier cosa para preparar a las parejas al matrimonio. No vale cualquiera que dé unos "consejitos" o que exponga tímidamente "algo" de la doctrina sobre este sacramento. Es necesario, como en toda actividad pastoral poner toda la carne en el asador y buscar la "excelencia". Esperamos seguir mejorando en próximas ediciones del Curso.

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