domingo, 20 de enero de 2013

Mascotas que buscan bendición

Más de un centenar de vecinos acudieron ayer a la iglesia de San Félix para que sus animales de compañía pudieran ser bendecidos
Lugones celebró ayer San Antón con la presencia del arzobispo Sanz Montes
 
Una iglesia repleta de gente y un más que nutrido grupo de animales esperando pacientemente en el exterior es la imagen habitual de la parroquia de San Félix de Lugones el domingo después de San Antón. El párroco, Joaquín Serrano, decidió recuperar esta costumbre de la bendición de las mascotas hace ahora cuatro años, y la iniciativa ha logrado una gran aceptación.
Lo que más se vio ayer fueron perros, sobre todo de pequeño tamaño, pero también gatos, conejos, periquitos, cobayas, hámsters y hasta tortugas. Mayores y niños quisieron acudir al parque de la iglesia para que sus mascotas recibieran la bendición del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que este año se acercó hasta la parroquia para celebrar con los fieles este evento tan curioso como entrañable.
 
Mascotas que buscan la bendición
 
Aurora Díaz se lo toma como toman como una especie de bautismo para sus dos perros, Neko y Lola, y los lleva «por si luego se quieren casar», dice bromeando. Para todos es un momento especial que no quieren perderse: «A mí me presta mucho venir aquí», aseguraba Luisa García, que ya había asistido a esta singular cita con su perro Xel en otras ocasiones. Algunos vecinos se están convirtiendo ya en habituales, muchos porque recuerdan que lo hacían en su infancia, como Fidel García. «De pequeño siempre traíamos al perro», rememora. Ahora, vuelve con su propia familia y la mascota de su hijo Daniel, un pequeño hámster de tan sólo 4 meses que no es capaz de estarse quieto.
Los animales, que no entienden de ceremonias ni protocolos, formaron un pequeño alboroto mientras esperaban el final de la misa y la salida del arzobispo y el párroco. Se oían sobre todo ladridos. Los perros se tomaban la medida unos a otros y curioseaban, mientras otras especies permanecían en sus peceras o jaulas. Se vieron conejos en cestas, como la tranquila Tara, un regalo que unos amigos le hicieron a la pequeña Zaida Rodríguez, y otros con correa, todos ellos agolpados en torno a la figura del santo y la alfombra floral elaborada por las feligresas.
«Podemos aprender muchas cosas de los animales, que a veces nos dan lecciones», expresó San Montes, que también encontró la ocasión para reivindicar la presencia de la mula y el buey en los belenes. «Si algunos no saben leer y entienden lo que el Papa no ha dicho, deberían acudir a Oviedo, a esa clínica en la que hay tan buenos oculistas, porque el Papa nunca dijo que había que sacarlos», apostilló.

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