Por la Hermana Xiskya Valladares
Religiosa de la Pureza de María destinada en Palma de Mallorca
“Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15).
Nada menos que por todo el mundo. En aquella época cuando el Maestro lo dijo no
era poco, pero era mucho menos que ahora. Y la llamada es para todos los
tiempos. Y además Jesús no se equivoca.
Hoy igual que ayer Él sigue llamando y enviando. También en la Era de
Internet, decía el Papa hace poco. Y no sólo lo decía, nos daba ejemplo. Algunos
se quedaban con la boca abierta: el Papa se ha abierto cuenta en Twitter ¡a sus
85 años! Es una tontería, pero me enorgullece ser una de las primeras seguidores
suyas.
Pero es que Internet ya no es un medio, sino un lugar. Somos nada menos que
2.400 millones de internautas en el mundo. Si la población estimada del planeta
es más de 7.000 millones de habitantes y el continente más habitado es Asia que
casi roza los 4.000, el Continente digital es sin duda el segundo más habitado.
Porque el tercero sería África con poco más de 1.000 millones. ¿Cuántas
emociones, preocupaciones, valores e ideologías están moviéndose en este
Continente Digital?
Sin embargo, paradójicamente, en la era de las comunicaciones y de las redes
sociales, nuestro mundo está cansado de palabras. Es la hora del testimonio.
Evangelizar en la red, lo que llamaré iEvangelizar, supone ante todo transmitir
los valores del Evangelio a través de nuestro modo de estar y de relacionarnos
en la red.
Hace poco estuve en Roma presentando iMisión a monseñor Claudio María Celli,
presidente del PCCS. Y nos insistió mucho en la necesidad de ser para el mundo
el rostro amable de la Iglesia. A mí me encantó. Reconozco que me sigue
emocionando recordarlo. Vivimos tiempos en que todos necesitamos sobreabundar en
la misericordia. A mí me han insultado e incluso amenazado muchas veces por
Twitter. Y tenemos que ser el rostro más tierno y más misericordioso de la
Iglesia también para esas personas.
Está claro que es algo imposible sólo por nuestras fuerzas. Necesitamos que
sea el Espíritu quien nos empuje.
Me pregunto, si no llenamos de Dios nuestro corazón, por la oración, los
sacramentos, la lectio divina, etc. Si no está Dios en nosotros, ¿cómo lo
anunciaremos? De la abundancia del corazón habla la boca...
Una de las mejores ventajas que encuentro a Twitter es la de permitirme ese
diálogo con los no creyentes. A veces nos refugiamos demasiado en nuestras
comunidades y un baño de realismo no nos viene mal. A mí me hace mucho bien. Una
de las cosas que he aprendido es a rezar no sólo por los que cada día me piden
oraciones en la red, sino también por los que más las necesitan y no las piden.
Por otra parte, esa dureza con que muchas veces he sido tratada me recuerda mi
pequeñez que a su vez se siente arropada por tantos otros hermanos de los que
recibo apoyo y fuerza de su oración.
Porque tenemos la inmensa bendición de ser un pueblo, una comunidad. Los
apóstoles fueron enviados de dos en dos, pero desde su pertenencia a una
Comunidad que les enviaba en nombre de Cristo. Tenemos la responsabilidad de
anunciar el Evangelio, ¡no nuestro mensaje particular! Los personalismos, los
protagonismos y los narcisismos han echado a perder muchas obras que parecían
muy buenas al inicio.
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