jueves, 17 de abril de 2025

La liturgia del Jueves Santo. Por R. H. M.

Con la eucaristía solemne de la cena del Señor termina el tiempo de cuaresma y se inicia el Triduo Pascual, es por ello que la Iglesia recomienda vivamente que la celebración penitencial que se acostumbra a organizar en las parroquias como especial preparación a la Pascua tenga lugar antes de entrar en el Triduo Pascual y no dentro de estos días, como así pidió la Congregación para el Culto Divino.

La preparación para la misa de la cena del Señor implica preparar el lugar del templo que se habrá de destinar al Monumento, para el cual las rúbricas piden ''austeridad y sobriedad'', que no están reñidas con el buen gusto, las alusiones a lo que se celebra o las costumbres de cada lugar, como puede ser el ornato propio de cada región. Lo que sí pide la Iglesia es que no tenga forma de sepulcro, ni tampoco están permitidos monumentos en los que el Santísimo quede a la vista, bien por no haber otro tabernáculo o por ser la puerta de cristal o metacrilato. Es preferible que si la parroquia no cuenta con recursos se utilice el propio sagrario como monumento antes que cometer acciones impropias o abusos litúrgicos. 

En el Jueves Santo, siguiendo una tradición antiquísima en la Iglesia, no se permiten las eucaristías sin pueblo, únicamente por el bien de las almas, pero con permiso del ordinario del lugar se puede celebrar en este día una segunda eucaristía -bien por la mañana o por la tarde- en la misma parroquia; por ejemplo, si el templo fuera tan pequeño que más de la mitad de la comunidad no pudiera participar de la misa de la cena del Señor; en este caso sí conviene que el obispo permitiera más de una celebración, más es algo que actualmente se da principalmente en los antaño llamados "países de misión".  

En muchas parroquias se conserva en la sacristía algún viejo sagrario; si este se encuentra en buen estado y limpio, ha de trasladarse con respeto y unción por parte del sacerdote al Santísimo Sacramento a este. El Sagrario ha de estar completamente vacío antes del inicio de la misa de la cena del Señor, por tanto importante apagar también la lámpara y tener presente que no está el Señor presente al comienzo de la eucaristía, es decir, no se hacen genuflexiones mirando al Sagrario sino únicamente venia ante el altar. 

Para dar realce a la celebración es recomendable utilizar los mejores vasos sagrados y ornamentos para subrayar el carácter eucarístico y sacerdotal de este día. Hay que ser previsores a la hora de preparar patena y copones para consagrar en la misa de la cena del Señor, dado que el viernes santo no hay eucaristía y ha de llegar para que los fieles puedan comulgar ambos días. 

Sobre el ornato del templo, es decir, del presbiterio. Las rúbricas inciden "Adórnese el altar con flores con la moderación que conviene a la índole de este día" (MV, n. 5). A veces se ven casos de templos donde se adorna más el templo para el domingo de ramos o para el jueves santo, y luego el domingo de pascua que es el día principal es el día en que se ve el templo más sobrio. También en la decoración floral se hace una catequesis hermosa, por ello conviene tener en cuenta los días de austeridad frente a los que sí procede una decoración más llamativa. 

El canto de entrada siendo fieles a la antífona de entrada debería ser ''Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo'' inspirado en las palabras de San Pablo a los Gálatas capítulo 6, versículo 14. 

Llegados al canto del "Gloria" suenan las campanas; en muchos lugares no sólo las del templo en la torre de la parroquia, sino también las campanillas manuales de los monaguillos. Este gloria solemne es acompañado al órgano. Terminado el canto el órgano y las campanas enmudecen, y no vuelven a sonar hasta la vigilia pascual, las campanas volverán a sonar cuando el sacerdote entone en la noche de Pascua ''Gloria a Dios en el cielo'' mientras que el órgano volverá a sonar con el canto del "Aleluya". Por desgracia, esta bella práctica de la Iglesia de realizar los cantos tras el gloria de la misa de la cena del Señor a capella hasta el aleluya de la vigilia pascual no es respetado en muchos lugares, para ello la Iglesia pide que los instrumentos se utilicen ''sólo para sostener el canto" (MV, n. 7). Es decir, no ha lugar momentos donde suene el órgano sin canto.

Conviene que los sacerdotes revisen los textos, no sólo las lecturas para su lectio divina de cara a la preparación de las homilías sino, por ejemplo, la oración colecta y el prefacio si va a cantarlas. En el leccionario hay que tener cuidado de no confundir las lecturas de la misa crismal -cuyo día propio es el Jueves Santo- con las de la misa de la cena del Señor, dado que las de la crismal están delante de las de la misa de la cena. 

El incensario se utiliza al comienzo de la eucaristía cuando se inciensa el altar y la cruz, el evangelio; en el ofertorio: las ofrendas, el altar y la cruz; y cuando se reserva al Santísimo en el Monumento. Si hay acólitos conviene la incensación en el ofertorio al sacerdote y al pueblo, así como la consagración.

Concluidas las lecturas y la proclamación del evangelio tiene lugar la homilía. La rúbrica del misal romano incide en que ''en la cual se comentan los grandes misterios que se celebran en esta misa: la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal, y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna''. 

Hoy no hay profesión del credo. Concluida la homilía tiene lugar el lavatorio de los pies. El Misal indica: ''el sacerdote (dejada la casulla, si es necesario) se acerca a cada uno y, con la ayuda de los ministros, vierte agua sobre los pies y se los seca''. 

Sobre el lavatorio de los pies hay que recordar: ''según la tradición, se hace en este día a algunos hombres previamente designados, significa el servicio y el amor de Cristo, que ha venido «no ha venido para que le sirvan, sino para servir»'' (58). Esto viene a propósito del debate de si la liturgia no dice nada si pueden ser o no mujeres: "hombres previamente designados". Para el momento del lavatorio de los pies las Iglesia propone siete antífonas propias: 

Antífona 1 Cf. Jn 13, 4. 5. 15 El Señor, después de levantarse de la Cena, echó agua en la jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos. Éste fué el ejemplo que les dejó. 

Antífona 2 Cf. Jn 13, 12. 13. 15 El Señor Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, les lavó los pies y les dijo: «Comprendéis lo que yo, Señor y Maestro, he hecho con vosotros? Os he dado ejemplo para que vosotros también lo hagáis ».

Antífona 3 Jn 13, 6. 7. 8 «Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?» Jesús le replicó: «Si no te lavo a ti los pies, no tienes nada que ver conmigo». V/. Llega a Simón Pedro y éste le dice: —«Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?...» V/. «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo comprenderás más tarde».

Antífona 4 Cf. Jn 13, 14 Si yo, vuestro Maestro y Señor, os he lavado los pies, cuánto más vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. 

Antífona 5 Jn 13, 35 En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os amáis unos a otros. V/. Dijo Jesús a sus discípulos —

Antífona 6 Jn 13, 34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado –dice el Señor. 

Antífona 7 1Cor 13, 13 Permanezcan en vosotros la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor. V/. Ahora quedan la fe, la esperanza, el amor, estas tres: la más grande es el amor. 

Terminado el lavatorio de los pies nos dice la rúbrica: ''el sacerdote se lava y seca las manos, vuelve a ponerse la casulla y va a la sede desde la que dirige la oración universal''. Este primer lavatorio por así llamarlo, no suprime el habitual del momento del ofertorio. 

En el momento del ofertorio se entona el himno litúrgico ''Ubi cáritas est vera, Deus ibi est''. La colecta de esta jornada va destinada a la Caridad al ser el día del amor fraterno. La oración sobre las ofrendas y el prefacio están en la página 264, la versión musicalizada en la página 1169.

Hoy se recomienda especialmente que se utilice la plegaria eucarística I o canon romano, por conveniencia pastoral se pueden emplear cualquiera de las otras plegarias a excepción de la IV. Si el sacerdote no utiliza con frecuencia el canon romano conviene que lo revise primero, igualmente utilice la plegaria que considere oportuna, tenga presente los embolismos propios de cada una: 

Plegaria Eucarística I. Los sacerdotes que utilicen el canon romano sólo tienen que seguir las páginas siguientes al prefacio donde viene adaptado el texto a este día (páginas 265 a 271). 

Embolismos propios - En la conmemoración de los Santos ''en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del Sacramento de su Cuerpo...''

-En la consagración: ''El cual, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación...''

Plegaria Eucarística II. -En la consagración: ''El cual, en esta misma noche, cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada''

Plegaria Eucarística III -En la consagración: ''habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo''

Si el sacerdote va a iniciar el rito de comunión a modo cantado tiene la partitura de esa parte de la misa musicalizada en las páginas 568 y 569. 

Era costumbre piadosa dar la sagrada comunión bajo las dos especias en este día, desde la crisis sanitaria del covid-19 esto ha caído en desuso aunque convendría recuperarlo con una breve catequesis previa. 

No se permite en este día la comunión fuera de la eucaristía a los fieles, únicamente a los enfermos. Es una tarde muy propicia para acercarse a los enfermos y moribundos de las parroquias en el tiempo que queda desde que concluye la eucaristía de la cena del Señor hasta la hora santa. 

Terminada la distribución de la Sagrada Comunión el Santísimo no se reserva en el Sagrario, sino que ''se deja sobre el altar la píxide con el pan consagrado para la comunión del día siguiente''. Se hace la oración para después de la comunión como de costumbre, y tras ésta tiene lugar el traslado del Santísimo al Monumento. La rúbrica del misal indica: ''Dicha la oración después de la comunión, el sacerdote, de pie, pone incienso en el incensario, y de rodillas inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. Después, poniéndose el paño de hombros de color blanco, se levanta, toma en sus manos la píxide y la cubre con el extremo del humeral''. Se hace una sencilla procesión donde los acólitos acompañan al Santísimo con el incensario y varios cirios. Un canto apropiado para este momento es "Pange lingua". Después una vez ya en el monumento ''el sacerdote, deposita la píxide en el tabernáculo dejando la puerta abierta. A continuación, después de poner incienso, de rodillas, inciensa al Santísimo Sacramento, mientras se canta Tantum Ergo''. 

Tras unos momentos el sacerdote y los acólitos se retiran en silencio. Por conveniencia pastoral únicamente recordar el sacerdote que nos retiramos en silencio, igualmente salimos en silencio del templo y mantenemos el clima de oración ante el monumento. No se dice podéis ir en paz, bendigamos al Señor ni ningún tipo de despedida. La celebración termina en silencio, como ha de empezar y concluir el oficio de la Pasión así como ha de comenzar la Vigilia Pascual. Es como una celebración que dejamos iniciada desde la misa de la cena hasta el "podéis ir en paz, aleluya" de la Vigilia Pascual. Para favorecer este gesto evítese también al iniciar las procesiones o ejercicios de piedad comenzar con la señal de la cruz o concluir con ninguna expresión del tipo ''quedemos en paz''. Es preferible iniciar con un acto penitencial y concluir con una oración mariana sin términos del tipo ''procedamos en paz'' o ''podéis ir en paz''.

Una vez que la iglesia haya quedado con pocos fieles es el momento oportuno para desnudar el altar, retirando a la sacristía sus candelabros, cruz y manteles. En muchos lugares es también costumbre mover de lugar la sede de un sitio preferencial a otro más secundario como indicación de que Cristo nuestra cabeza se nos ha sido quitado. En los lugares donde los crucifijos no se hayan cubierto el V domingo de Cuaresma es este también el momento de hacerlo. 

Si la Hora Santa se hace pasadas las doce de la noche téngase en cuenta que ya es viernes santo, por ello se pide mayor sobriedad y austeridad durante dicha vigilia de oración. 

El triduo pascual son días para intensificar la vida de oración de las comunidades cristianas, por ello se pide vivamente que no sólo se celebren los oficios, sino también la liturgia de las horas que tras la misa de la cena del Señor conviene se reza ante el Señor en el Monumento. Los sacerdotes, religiosas y fieles que han participado de la misa "in coena Domini" están dispensados del rezo de vísperas de este día, aunque hay quienes acostumbrar a rezarlo. 

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