(Infovaticana) Los restos mortales del Papa Francisco han sido trasladados de la Casa Santa Marta a la Basílica de San Pedro, donde su cuerpo reposará para que los fieles puedan rendirle un último tributo antes de la misa de exequias que tendrá lugar el sábado 26 de abril de 2025.
El recorrido fue casi idéntico al de hace apenas cuatro días: desde Santa Marta, cruzando via della Sacrestia, la Piazza dei Protomartiri Romani, el Arco de las Campanas, y la Piazza San Pietro, hasta llegar a las largas filas frente al atrio de la Basílica. El pasado domingo, Domingo de Pascua, el Papamóvil transitaba ese mismo camino, con el Papa Francisco, visiblemente debilitado por las terapias, extendiendo los brazos para acariciar a los niños, saludar y bendecir. Hoy, en el día de San Jorge —su onomástica—, el mismo trayecto lo recorre un ataúd de madera, ante 20 mil personas reunidas bajo un sol finalmente primaveral. Lágrimas, manos cubriendo bocas, rosarios entrelazados en los dedos y teléfonos alzados para capturar un momento histórico.
El cuerpo del Papa Francisco, vestido con ornamentos rojos, la mitra sobre la cabeza y una corona de perlas negras entrelazada en los dedos —un objeto que solía llevar en el bolsillo, junto a una imagen de Santa Teresita de Lisieux y una estampa del cardenal Jean-Louis Tauran— fue trasladado en solemne procesión hacia la Basílica de San Pedro. La ceremonia, presidida por el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Iglesia Romana, evocó aquella que el mundo presenció hace dos décadas, con la despedida de Juan Pablo II. A pesar de su magnitud, el rito mantuvo un aire de intimidad: alrededor de 80 cardenales y patriarcas en primera fila, seguidos por obispos, sacerdotes, religiosas y fieles laicos al final, como dictan los antiguos protocolos del Vaticano.
Desde antes de que el féretro emergiera por las puertas automáticas de la Domus Vaticana —residencia del Papa argentino durante más de doce años—, ya resonaban las oraciones y cantos. A las 9:10, tras el repique de campanas y el canto solemne de la Schola Cantorum, comenzó la procesión. Acompañaban el cortejo sus secretarios —Don Fabio Salerno, Don Daniel Pellizzon y Don Juan Cruz Villalón—, el asistente de salud Massimiliano Strappetti, y los asistentes de sala Piergiorgio Zanetti y Daniele Cherubini, todos conmovidos tras dos días intensos recibiendo a miles de fieles en la capilla ardiente.
“Queridos hermanos y hermanas, con profunda emoción acompañamos los restos mortales del Papa Francisco a la Basílica Vaticana”, pronunció Farrell en latín, recordando su servicio como Obispo de Roma y Pastor universal. “Demos gracias a Dios por los dones concedidos a través de su siervo, y supliquemos que le conceda la paz eterna”.
A la voz del diácono —Procedamus in pace— la procesión avanzó entre estatuas y columnas, bajo la cúpula majestuosa. Al llegar a la plaza, comenzaron los primeros aplausos espontáneos. Guardia Suiza, gendarmes, mujeres con velos, niños en brazos, y numerosos sacerdotes de la diócesis de Roma acompañaron el trayecto hacia la Basílica. Otro aplauso selló el ingreso del féretro por la puerta central, hacia el altar de la Confesión, donde reposa el apóstol Pedro.
Allí, sobre una sencilla plataforma roja, ligeramente inclinada sobre una alfombra —no un catafalco, según la voluntad de Francisco—, fue colocado el ataúd. Rociado con agua bendita e incensado, comenzó el Evangelio, acompañado por salmos y letanías en una atmósfera íntima. Los cardenales y obispos se acercaron en orden a dar el último saludo, mientras el rostro del Papa mostraba una expresión serena, casi sonriente, como tantas veces durante sus apariciones públicas.
Afuera, desde temprano, largas filas de fieles aguardaban. A las 11 en punto, cuando se abrieron las puertas, avanzaron rezando el Rosario, algunos corriendo para poder acercarse. Al llegar a la barrera, muchos se detenían unos segundos, hacían la señal de la cruz y tomaban una fotografía.
La Basílica permanecerá abierta hasta medianoche, y también mañana desde las 7 de la mañana. El viernes a las 20:00 será el rito de cierre del féretro. El último adiós al Papa «venido del fin del mundo» tendrá lugar el sábado 26 de abril a las 10:00, en la Plaza de San Pedro.
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