La liturgia del Domingo de Pascua es muy sencilla en comparación al resto de liturgias del Triduo Pascual pero, sin duda, es muy emotiva. La celebración de este domingo es muy solemne, como corresponde al día más importante del año litúrgico.
Se inciensa el altar al principio, el evangelio, las ofrendas y el altar al ofertorio, la consagración y en muchos lugares se inciensa al terminar la celebración a la Santísima Virgen. Tanto al comienzo de la celebración como en el ofertorio se inciensa la cruz y no el cirio pascual.
El rito penitencial en este día suele ser sustituido por la aspersión del agua bendita.
El canto del gloria es acompañado del toque de campanas.
Es aconsejable que los sacerdotes canten en este día la oración colecta, prefacio, consagración, el inicio del rito de la comunión con el Padrenuestro...
Terminada la segunda lectura y antes del solemne canto del aleluya previo a la proclamación del evangelio tiene lugar la Secuencia de Pascua que puede ser cantada o recitada.
Para darle mayor solemnidad a la oración de los fieles puede hacerse cantada la invocación a cada petición.
En el prefacio el sacerdote ha de decir ''en este día''.
Atención a los embolismos propios de cada plegaria eucarística para este domingo de Pascua.
No se puede utilizar este día la plegaria eucarística IV
La bendición solemne es recomendable que sea cantada, al igual que la despedida de la asamblea ''podéis ir en paz aleluya aleluya''.
Es tradición terminar la celebración felicitando a María por la resurrección de su Hijo con el canto del Regina Caeli.
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