martes, 1 de abril de 2025

Se cumplen 66 años de la inauguración del Valle de los Caídos: ¿Sigue vigente la Carta Apostólica Salutiferae Crucis?

(Infovaticana) El 1 de abril de 1959, justo veinte años después del día que Francisco Franco ganó la Guerra Civil Española, se inauguró la basílica del Valle de los Caídos.

En un artículo publicado ese mismo día en ABC, el abad, Justo Pérez de Urbel, lo define como “una de las maravillas de la civilización europea”. Franco llega al monumento cerca del mediodía. Tras una misa solemne, salió a la explanada y dirigió un discurso.

«Nuestra guerra no fue, evidentemente, una contienda civil más, sino una verdadera Cruzada; como la calificó entonces nuestro Pontífice reinante; la gran epopeya de una nueva y para nosotros trascendente independencia. Jamás se dieron en nuestra Patria en menos tiempo más y mayores ejemplos de heroísmo y se santidad, sin una debilidad, sin una apostasía, sin un renunciamiento», dijo Franco el día de la inauguración del Valle.

El general Franco afirmó que «habría que descender a las persecuciones romanas contra los cristianos para encontrar algo parecido (…) En todo el desarrollo de nuestra Cruzada hay mucho de providencial y de milagroso. ¿De qué otra forma podríamos calificar la ayuda decisiva que en tantas vicisitudes recibimos de la protección divina?»

«Mucho fue lo que a España costó aquella gloriosa epopeya de nuestra liberación para que pueda ser olvidado; pero la lucha del bien con el mal no termina por grande que sea su victoria. Sería pueril creer que el diablo se someta; inventará nuevas tretas y disfraces, ya que su espíritu seguirá maquinando y tomará formas nuevas, de acuerdo con los tiempos. La anti-España fue vencida y derrotada, pero no está muerta», añadió.

Franco destacó en su intervención que «hoy, que hemos visto la suerte que corrieron en Europa tantas naciones, algunas católicas como nosotros, de nuestra misma civilización, y que contra su voluntad cayeron bajo la esclavitud comunista, podemos comprender mejor la trascendencia de nuestro Movimiento político y el valor que tiene la permanencia de nuestros ideales y de nuestra paz interna».
Carta Apostólica Salutiferae Crucis del Papa Juan XXIII

En este contexto de obsesión por parte del Gobierno de España por acabar y destruir el Valle de los Caídos en la farsa bautizada como proceso de resignificación en la que está colaborando activamente la Iglesia española con el aval de la Santa Sede, conviene preguntarse si la Carta Apostólica Salutiferae Crucis del Papa Juan XXIII sigue vigente.

Dicha carta, con la que se eleva al honor y dignidad de basílica menor la iglesia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, fue publicada en el año 1960 y está firmada por el cardenal Tardini. En esa misiva, el Vaticano destaca que en el monte donde se construyó la basílica del Valle de los Caídos «se eleva el signo de la Redención humana ha sido excavado en inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española».

«Esta obra, única y monumental, cuyo nombre es Santa Cruz del Valle de los Caídos, la ha hecho construir Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, agregándola una Abadía de monjes benedictinos de la Congregación de Solesmes, quienes diariamente celebran los Santos Misterios y aplacan al Señor con sus preces litúrgicas», escribió el cardenal Tardini.

Una de las partes que el Gobierno pretende «resignificar» es el impresionante mosaico que decora el interior de la cúpula de la basílica. Con estas palabras se refirió el cardenal Tardini a la misma: «Ni se debe pasar por alto el riquísimo mosaico en que aparecen Cristo en su majestad, la piadosísima Madre de Dios, los apóstoles de España Santiago y San Pablo y otros bienaventurados y héroes que hacen brillar con luz de paraíso la cúpula de este inmenso hipogeo».

En esa Carta Apostólica, el Papa Juan XXIII elevó a perpetuidad el Valle de los Caídos como basílica «sin que pueda obstar nada en contra. Esto mandamos, determinamos, decretando que las presentes Letras sean y permanezcan siempre firmes, válidas y eficaces y que consigan y obtengan sus plenos e íntegros efectos y las acaten en su plenitud aquellos a quienes se refieran actualmente y puedan referirse en el futuro; así se han de interpretar y definir; y queda nulo y sin efecto desde ahora cuanto aconteciere atentar contra ellas, a sabiendas o por ignorancia, por quienquiera o en nombre de cualquiera autoridad».

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