(COPE) La campaña de Manos Unidas de este año, bajo el lema “Compartir es nuestra mayor riqueza”, busca sensibilizar sobre la erradicación de la pobreza, el hambre y la desigualdad. Antonio Herrero, párroco de Teverga y Delegado episcopal del Clero, conoce bien esta realidad tras más de 30 años como misionero en Benín, primero en Bembereké y más tarde en Gamia. Allí conoció de primera mano la labor de Manos Unidas y su impacto en comunidades vulnerables.
Herrero insiste en que la mayor riqueza no está en lo material, sino en la solidaridad. “Los pobres, aunque no tengan dinero, poseen una riqueza enorme en humanidad, unión familiar y apoyo mutuo. A pesar de las dificultades, juntos logran salir adelante”, explica.
De la conciencia a la acción
Manos Unidas desarrolla proyectos en educación, sanidad y acceso a recursos básicos como el agua. Construcción de pozos, escuelas y asistencia médica son solo algunas de las acciones que llevan a cabo. Además, fomentan el papel de la mujer en comunidades vulnerables. “Es fundamental que las mujeres tomen conciencia de su valor y dignidad. Muchas veces son ellas las que sostienen a sus familias, y su empoderamiento es clave para el desarrollo”, señala Herrero.
Pero más allá de los proyectos, el sacerdote subraya la importancia de la implicación personal y de no quedarse en la indiferencia. “Somos espectadores de la pobreza a través de una pantalla, pero nos falta responder. Nos conmovemos con emergencias puntuales, como la de Valencia, pero pronto volvemos a olvidar”, advierte.
El mensaje de Manos Unidas es claro: compartir no solo significa aportar recursos, sino implicarse en la transformación social. Herrero concluye con una invitación a la reflexión: “Nuestra mayor riqueza es el amor. Despertemos, no dejemos que la vida pase sin vivirla plenamente”.
La misión continúa y, con ella, el reto de seguir ayudando a quienes más lo necesitan.
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