sábado, 8 de febrero de 2025

Monjas rebeldes y exmonjas cismáticas en Asturias, de Soto de Dueñas a Belorado pasando por Villamayor. Por R. H. M.

No se veían monjas por Parres desde hace mucho, aunque sí vino a mi memoria las aventuras de aquellas benedictinas de San Martín de Soto de Dueñas (Parres) igualmente "rebeldes" como las de Belorado, que fueron llamadas a capítulo en San Bartolomé de Nava por el prelado ovetense, Don Gutierre de Toledo, en aquellos finales del siglo XIV cuando el obispo las juzgó canónicamente suprimiendo aquella comunidad. Decidió el Prelado que las dos profesas que quedaban se incorporaran a la comunidad de monjas de Nava, y la abadesa depuesta fuera destinada a las benedictinas de Oviedo. 

A juicio de Don Gutierre las monjas habían cometido graves faltas de indisciplina al no haber guardado el voto de pobreza, no vestir el hábito monástico, además de llevar unas costumbres de vida contrarias a la regla benedictina, como con tanto detalle nos relató el cronista local D. Francisco Javier Rozada Martínez. Pero pasado un tiempo las monjas regresaron a San Martín de Dueñas (Viabañu), más ya fallecido el obispo Gutierre, al hacer la visita canónica al monasterio parragués su sucesor D. Guillermo García Manrrique, apodado ''Don Guillén de Monteverde'' (qué, cosas de la vida, había sido maestro de Roberto de Ginebra quien con los años sería el antipapa Clemente VII) se encontró el mismo panorama más empeorado aún que en tiempos de su predecesor, cuando ya se definió que llevaban “lubricam vitam…'' y se habló incluso de ''proles nefandas…” es decir ''hijos desafortunados..." en alusión al incumplimiento del celibato. 

Don Guillén decretó el cierre del cenobio y envió a las monjas de Soto al cercano monasterio de Villamayor en Piloña, pero el espíritu rebelde debió contagiarse cuando muchos años después la entonces abadesa del cenobio piloñés y sus monjas se enfrentaron al obispo de Oviedo, Don Diego de Muros. Aquí hay mucha enjundia: algunos creen que las acusaciones fueron inventadas desde Oviedo para acabar con el poder territorial de los cenobios de Nava, Dueñas y Villamayor, pues el obispo Gutierre las acusaba de los mismos cargos a las religiosas de esas tres comunidades. Las benedictinas de Villamayor eran de las religiosas que más poder tenían en toda la zona oriental asturiana y, en opinión de algunos historiadores, había choque frecuente entre la mitra diocesana y la abadesa mitrada; esto propició que ya Gutierre de Toledo intentara sin éxito repartir a las benedictinas por otros monasterios de la diócesis, cerrando Soto de Dueñas, respetando la comunidad de Nava (puesto que el Sr. de Noreña Don Enrique de Trastámara -que será el futuro Enrique II- concedió en 1351 al monasterio de San Bartolomé la inmunidad en sus territorios) y exclaustrando a las benedictinas de Villamayor, las cuales sustituyó por una comunidad de monjes cistercienses que el obispo trajo de Valdediós; todo sin éxito, pues en menos de diez años las benedictinas estaban de vuelta en Piloña. Don Gutierre murió en 1389 sin lograr el control de las benedictinas. Su sucesor Don Guillén sólo consiguió cerrar Soto de Dueñas, unificando ambas comunidades en Piloña como ya cité; sin embargo, los trece obispos siguientes convivirán con sus más y sus menos con las benedictinas de Villamayor. 

Fue con el obispo Diego de Muros con el que se produce el gran choque con la abadesa por la negativa de esta a acatar la norma de trasladar los monasterios a las ciudades o villas para un mejor control de los conventos, y acabando con la cantidad de cenobios rurales. Parece que en 1525 Don Diego de Muros ordenó el cierre del monasterio de Villamayor y el reparto de sus monjas, pero la muerte le llega al obispo en agosto de ese mismo año. El sucesor del obispo Muros, Francisco Fernández de Córdoba y Mendoza, apenas rigió la diócesis de Oviedo un año y diez meses, además sin perder de vista sus quehaceres en la Corte como Presidente del Consejo Privado de la emperatriz Isabel de Portugal, presidente del Consejo de Hacienda​ y primer Comisario General de la Cruzada, que le tenían demasiado absorto de la realidad diocesana. El siguiente obispo, Don Diego de Acuña, será quien retome la cuestión en 1530 recordándoles la orden de traslado de todas las monjas de Piloña a Oviedo. La abadesa, Doña Mencía de Mones y sus monjas, se revelan y apelan a Roma de donde llega la respuesta en 1545 cuando ya había fallecido el obispo Don Diego de Acuña, y rigiendo la diócesis Don Martín Tristán Calvete, reafirmando Roma la disolución del monasterio, la obligación del pago de costas y la condena de silencio perpetuo. Algunas personas han presentado la historia de la abadesa de Villamayor como una pobre condenada de forma inquisitorial a guardar silencio eterno y a no poder hablar por orden del Papa, pero en realidad ese silencio a lo que se refiere es a que el fallo de Roma, que daba el asunto por zanjado de forma ya inapelable.

Y ahora la noticia de la semana: la llegada de las ex-clarisas de Belorado al barrio del Castañeu de Arriondas donde han alquilado el hotel restaurante Ribera del Chicu así como han adquirido una finca de 7.000 metros cuadrados en Mestas de Con (Cangas de Onís). Ciertamente aquí se cumple el dicho de que la realidad supera con creces a la ficción. Cuando saltó la noticia en mayo de 2024 de la ruptura de las Hijas Pobres de Santa Clara de Belorado con la Iglesia Católica, medio mundo se preguntaba cómo terminaría la aventura. A día de hoy aún no está claro, aunque a la vista parece que no acabará bien, aunque las ex religiosas parecen tener claro que ni vuelven al redil de la Madre Iglesia, ni se rinden en su batalla por llevar adelante su propia hoja de ruta. Sabiamente aventuró José Francisco Serrano Oceja, que Belorado no sería Port Royal; era algo evidente que no estábamos ante un cisma ideológico como aquellas cistercienses francesas que se abrazaron al jansenismo. La aventura herética de las monjas de Port-Royal des Champs duró setenta y cuatro años; pero claro, era una comunidad mucho más numerosa, aunque sí hay elementos a comparar con Belorado: una abadesa que revolucionó la vida del convento como fue Jacquelme Arnauld, su apuesta por un capellán poco apropiado en la persona del abad de Saint-Cyran Jean Duvergier de Hauranne (creo que ese no era coctelero) y la sinrazón de sus monjas que lograron con su obstinación el fin de la vida monacal en el lugar y que prefirieron que terminara el monasterio antes que rectificar. Port Royal se fundó en 1204 mientras que en Belorado sabemos que en 1350 había ya en el lugar un beaterío de mujeres que vivían en comunidad, las cuales adoptaron la regla de Santa Clara en el año 1358 con el visto bueno del Papa Inocencio VI, obteniendo 1446 la bula pontificia de erección del convento.

Si las monjas del valle francés del de Chevreuse se quemaron por seguir una corriente teológica errónea que les pasó factura por su exceso de puritanismo e intransigencia, aquí más bien estamos ante el espectáculo dantesco de una mujer ambiciosa que logró siendo abadesa, no que sus hermanas fueran sus hijas, sino más bien sus adeptas y súbditas. A lo largo de estos meses hemos visto desfilar entre ellas diferentes capellanes de corte sede-vacantista, múltiples proyectos no claros y no pocas locuras descabelladas, y es que al grupo de cismáticas les pasa algo así como al guardián de Israel: no duermen ni descansan todo el día maquinando qué paso es el siguiente en dar. Mientras tanto, el proceso de desahucio ahí está, y las religiosas ancianas que actualmente son las verdaderas propietarias del inmueble y quienes constituyen la comunidad monástica de Belorado, siguen sin recibir la atención espiritual que merecen. 

Por mucho que pretendan filosofar, aquí el "quid" de la cuestión que hizo saltar todo por los aires fue la negativa a la venta del convento de Derio por un precio muy inferior al precio de mercado, con tal de obtener liquidez para pagar la compra del convento de Orduña a las clarisas de San Antonio de Vitoria, al tiempo que se deshacían del cenobio bilbaíno por el que las religiosas sentían desafecto al haber vivido en dicho lugar -según ellas refieren- fenómenos paranormales y presencias demoníacas. Esto en la Asturias de finales del siglo XVII se hubiera solucionado, pues el entonces capellán de las Dominicas de Cangas del Narcea, Fray Antonio Álvarez Argüelles, era considerado uno de los mejores exorcistas y confesores de monjas del Reino, hasta el punto de ser requerido para encontrar el origen del mal que padecía el entonces monarca Carlos II, el hechizado. No han faltado en las peripecias del llamado Cisma de Belorado las trampas, el juego sucio y la ignorancia sistemática de leyes canónicas y civiles para sacar réditos en beneficio propio. En lo que a los edificios se refiere, todo apunta a que la venta de Orduña quedará anulada, volviendo el convento de Santa Clara del siglo XV a manos de la comunidad de Clarisas de Vitoria; eso sí, con los tejados en mejor estado que en 2002 cuando se cerró dicho monasterio. Una vez que las ex-religiosas cismáticas tengan que abandonar el monasterio de Santa María de la Bretonera de Belorado, está previsto que la Provincia de Clarisas de Aranzazu envíen religiosas de refuerzo para devolver la normalidad a la vida monástica del lugar.

Será difícil darle mucha vida al cenobio de Belorado, pues ha quedado muy estigmatizado, y una joven con vocación lo último que se plantea es entrar en un lugar donde en vez de paz se ha vivido tan monumental escándalo. Al menos mientras las monjas mayores vivan, se las cuidará "in situ", como en su día hicieron las de Belorado con las ancianas de Derio. El convento de Santa Clara de Derio es un edificio de 1970, aunque la comunidad fue fundada en Bilbao en 1366. Este edificio fue el cuarto que tuvo la hoy desaparecida Comunidad desde su fundación. Si en un futuro se lograra vender, lo más probable es que su enajenación sirva para devolver el dinero dilapidado que las comunidades de Clarisas de la Provincia de Aranzazu han tenido que cubrir desde mayo de 2024: ¿Habrá forma de salvar Belorado?... Es difícil pronosticarlo, pero no podemos perder de vista la cantidad de conventos de Clarisas que en los últimos años se han cerrado sólo en Castilla y León o en El País Vasco: Peñafiel (2001), Santa Clara de Vitoria (2003), Briviesca (2005), Nofuentes-Burgos (2010), Bergara-Guipúzcoa (2012), Loiu-Vizcaya (2013), Lerma (2015), Ciudad Rodrigo (2017), Medina de Rioseco (2017), Portugalete-Vizcaya (2017), Zarautz-Guipúzcoa (2017), Azkoitia-Guipúzcoa (2017), Elgoibar- Guipúzcoa (2018), la Anunciación de Salamanca (2018), Toro (2019), Villafrechos (2020), Santa Marina de Zamora (2023)... Sin perder de vista que aún son unos cuantos los que sobreviven a pesar de sus fragilidades.

Las cismáticas seguirán su camino hasta que el grupo empiece a fraccionarse, hasta que abran los ojos y vuelvan al redil, o a su casa siguiendo cada cual su camino: ¿Será Arriondas el plan B ante el inminente y más que seguro desahucio?. El alquilar un edificio tan amplio y adquirir un terreno a 18 kilómetros además de haberse cerciorado previamente que el Ayuntamiento de Parres no les pondrá muchas trabas para sus proyectos de negocios, parece indicar que la capital parraguesa no es algo casual o provisional. Aunque, ciertamente, todo suena demasiado estrambótico: ¿restaurante monástico con clausura?... Dan a entender que adaptarán el edificio a la clausura, quizá pasando la comida de la cocina al comedor por tornos para evitar cámaras y periodistas, más no está claro cómo van a salvaguardar la clausura papal que perdieron al dejar de estar con Pedro y bajo Pedro. Parece que traerán un "capellán particular" y los días que no esté: ¿verán la misa por la tele?... El pobre Don Amaro, párroco del lugar, menudo susto se llevaría este pasado día cuando la feligresía le informaba de que unas "monjas" se habían instalado en el pueblo. Pintaba raro que se abriera una comunidad religiosa sin autorización del Arzobispado, ni conocimiento del Ordinario en esa jurisdicción parroquial. Todo apuntaba que las ex-clarisas habían decidido asentarse en Asturias, cuyo arzobispo Monseñor Jesús Sanz Montes, franciscano de la provincia de Castilla, fue un buen amigo de las Hijas pobres de Santa Clara antes de estas romper con Roma. No creo que lleven un vida disoluta las exclarisas, más se cumple en ellas aquello que sentenció el arzobispo Pérefixe de París sobre las monjas de Port Royal:  "Puras como ángeles y orgullosas como demonios"...

1 comentario:

  1. Je, siguen teniendo gracia las contradicciones del modernismo, que son patentes en este artículo, pero cuyo autor no se da cuenta porque ya son habituales. Resulta que las monjitas de Belorado son las malas por querer ser católicas como siempre han sido las monjas católicas. Las buenas son aquellas que han logrado que se cierren conventos a mansalva por falta de vocaciones, y que luego se malvendan para seguir sustentando la primavera romana, que de primavera no tiene nada sino mucho invierno helado. Por sus frutos los conoceréis. Y también por su ceguera.

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