sábado, 4 de enero de 2025

San Manuel González, ¿Patrono de los Arciprestes de España?. Por Joaquín Manuel Serrano Vila, Arcipreste de Oviedo

El 4 de enero se celebra la memoria litúrgica de San Manuel González García, uno de los grandes santos españoles del siglo XX cuya obra sigue dando tantos frutos en nuestros días. Seminarista modélico, sacerdote celoso, arcipreste trabajador y obispo cercano, son algunos de los rasgos para resumir una vida larga y compleja, pero siempre muy de Dios. Sevillano nacido en el barrio de San Bartolomé, en antigua judería de la capital hispalense un 25 de febrero de 1877. Aunque de raíces malagueñas, dado que sus padres eran oriundos de Antequera. En la iglesia parroquial de San Bartolomé, sede canónica de la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de la Alegría, recibió las aguas del bautismo el 28 de febrero de 1877 con el nombre de Manuel Jesús de la Purísima Concepción Antonio Félix de la Santísima Trinidad González García. Muy niño ingresó en la Escuela para los Niños Cantores de la Catedral, llamado ''Colegio San Miguel''. Con nueve años ya formaba parte del grupo de "Seises" de la Catedral de Sevilla, que tienen el honor desde el Siglo XVI de bailar ante el Santísimo en las solemnidades más destacadas del año litúrgico. Fue de los primeros jóvenes en estrenar el nuevo edificio del Seminario Menor de Santo Tomás de Aquino de Sevilla en el curso de 1888-1889, en el desamortizado convento de las Santas Justa y Rufina, popularmente conocido por los sevillanos como el de La Trinidad. Los Salesianos llegaron a la Archidiócesis de Sevilla en 1881 en vida de San Juan Bosco y fundaron en Utrera, y comenzaron a trabajar pastoralmente en la ciudad de Sevilla en 1892. Aquellos primeros hijos de Don Bosco llegados a la perla del Guadalquivir eran de origen italiano, y una de sus primeras acciones fue la fundación del Oratorio Salesiano en el que participaría el pequeño Manuel González García. 

Persona de una gran sensibilidad social; tenía un gran conocimiento de Doctrina Social de la Iglesia, incluso participó en abril de 1894 en la Peregrinación Nacional Obrera a Roma, con motivo de la encíclica Rerum Novarum de León XIII, en el tercer aniversario de su publicación. Siendo seminarista colaboró en El Correo de Andalucía, donde firmaba bajo el pseudónimo de "Gonzalo de Sevilla". Ordenado diácono en 1901 en cuyo mismo año se doctora en Teología, y el 21 de septiembre -fiesta de San Mateo- recibe la ordenación sacerdotal en la capilla del Palacio Arzobispal de manos del hoy Beato Marcelo Spínola y Maestre. El 29 de setiembre -fiesta de San Miguel- cantó su primera misa en la iglesia del convento de La Trinidad (actual Basílica de María Auxiliadora). Su primer destino fue Palomares del Río; aquí, el primer día que entra en el templo, tiene una experiencia tan dura que marcará toda su vida: primero saludó al sacristán que le desilusionó por completo explicándole la desoladora realidad pastoral del pueblo, después explica él: «Fuime derecho al Sagrario... y ¡qué Sagrario, Dios mío! ¡Qué esfuerzos tuvieron que hacer allí mi fe y mi valor para no salir corriendo para mi casa! Pero, no huí. Allí de rodillas... mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba... que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio... La mirada de Jesucristo en esos Sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal». Tras unos meses en Palomares es requerido como capellán de las Hermanitas de los Pobres de Santa Juana Jugán en Sevilla, donde permaneció de 1902 a 1905. El primer día de marzo de 1905 es nombrado Ecónomo de la Parroquia Mayor de San Pedro de Huelva (Huelva perteneció al Arzobispado de Sevilla hasta la creación de la diócesis onubense en 1953). No pudo obtener el nombramiento de párroco, pues vivía aún el sacerdote titular que era muy anciano y aunque se marchó de Huelva no renunció a la plaza. Pocos meses después era nombrado arcipreste de Huelva, en concreto el día 16 de junio. 

Se encontró una realidad espiritual muy pobre; sin embargo, no se arredró, dedicó muchas horas tanto a su parroquia de San Pedro como al arciprestazgo. Fue un hombre cercano a la realidad de las familias de la ciudad, especialmente las más pobres. Había mucho absentismo escolar y él se empeño en dotar a Huelva de nuevas escuelas y de cuidar mucho la catequesis. ​Aquí escribió uno de sus primeros libros:  ''Lo que puede un cura hoy'', que se convirtió una lectura estimulante no sólo para los sacerdotes del arciprestazgo, sino que fue muy valorado en todo el presbiterio hispalense. En 1910 puso en marcha en la parroquia de San Pedro la «Obra para los Sagrarios-Calvarios». Esta misión nació según él mismo explicó para dar una respuesta de amor reparador al amor de Cristo en la Eucaristía, a ejemplo de María Inmaculada, el apóstol san Juan y las Marías que permanecieron fieles junto a Jesús en el Calvario.  Así nació lo que hoy conocemos como la Unión Eucarística Reparadora. Su génesis fueron los laicos, en la rama femenina  ''Marías de los Sagrarios'' fundadas en 1910, y en la rama masculina ''Discípulos de san Juan'', fundados en 1911. Pensando en los niños funda en 1912 los Juanitos del Sagrario. Tuvo tal éxito y se extendió por tantas parroquias que años después siente la inspiración de extender este apostolado entre el clero y entre la infancia, naciendo así los sacerdotes Misioneros Eucarísticos y la Reparación Infantil Eucarística en aquel 1918, siendo ya obispo. Así mismo, funda en 1921 la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret; en 1932  la institución de Misioneras Auxiliares Nazarenas y, finalmente, en 1939 la Juventud Eucarística Reparadora.

Al año de llegar a Huelva ya organizó los actos para que todo el arciprestazgo defendiera el dogma de Asunción; no sólo clero y fieles, sino cofradías y otras organizaciones civiles. Esto tuvo lugar en Agosto de 1906, adelantándose Don Manuel más de cuatro décadas a la proclamación del dogma que haría el Papa Pío XII en 1950. ​En 1906 funda la revista El granito de Arena, que empezó siendo una publicación para el arciprestazgo y actualmente llega a numerosos países. Se implicó de lleno en la reforma de la iglesia de San Francisco de Huelva que él mismo bendijo en noviembre de 1907, y se repetirá en este barrio una nueva inauguración al año siguiente con la bendición de las Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús, destinadas a los niños sin recursos del barrio de San Francisco y promovidas por el arcipreste Don Manuel. Tuvo trato y amistad con Don Andrés Manjón, cuya obra de las Escuelas del Ave María admiraba. En 1908 bendice las Escuelas con su templo del Sagrado Corazón para el alejado barrio del Polvorín de Huelva, que sería el germen de la parroquia que fue erigida en 1923. En 1914 logró que una pequeña comunidad de religiosas de la Compañía de Santa Teresa se hiciera cargo de la dirección de las Escuelas del Polvorín. 

De su obra escrita siendo arcipreste además del libro ''Lo que puede un cura hoy'' antes mencionada y que superó en 1999 su undécima edición, escribió también: ''Granitos de sal'' (1911), ''Un granito más'' (1911), Granitos de sal -2ª serie- (1914) y ''Aunque todos... yo no'' (1917). San Pío X lo recibió en Roma en 1912 siendo definido como «el apóstol de la Eucaristía» y bendiciendo su obra. Fue muy sonada la labor sacerdotal de Don Manuel en 1913 cuando la huelga de los mineros del Río Tinto Company Limited paralizó Huelva. El bendito arcipreste no se dedicó a hacer barricadas ni meterse en política, sino que se puso a repartir vales de comida para los comedores escolares y a recaudar limosnas para auxiliar a los hijos de los mineros. En aquel 1913 el Papa le concedió el título de Camarero de Su Santidad. En 1915 recibió dos noticias de parte del Papa Benedicto XV, la primera en el mes de abril en la que se le concedió permiso para tener al Santísimo en el oratorio de su casa, y el 6 de diciembre era preconizado obispo titular de Olimpo y Auxiliar de Málaga para ayudar al obispo residencial que era anciano y no gozaba de buena salud. Curiosamente, el obispo de Málaga D. Juan Muñoz y Herrera, era antequerano al igual que los padres de Don Manuel. Fue consagrado obispo en la catedral de Sevilla el día de Reyes de 1916. El 20 de enero celebró su primera misa como obispo en Huelva, donde fue recibido por multitud de personas. El Ayuntamiento de Huelva le dedicó en 1940 una calle que lleva por rótulo: calle del Arcipreste Manuel González García. En 1961 se inauguró el monumento a su memoria en la plaza de San Pedro; la estatua en bronce que Huelva dedicó a su arcipreste es obra de Víctor de los Ríos. Estuvo once años dedicados a Huelva en los que llevó a cabo una de las obras de fomento del culto eucarístico más sobresaliente en la historia de la Iglesia Española. Su vida da para mucho, sus obras completas recogen más de una treintena de libros, revistas y artículos, y diecinueve años de obispo en Málaga -cuatro de auxiliar y quince de residencial- hicieron que fuera impresionante su labor pastoral. Con el terrible suceso de la persecución religiosa de comienzos de los años treinta, se exilió fuera de la Diócesis, primero en Giblaltar y después Madrid, para finalmente por intervención de la Santa Sede ser trasladado a la diócesis de Palencia, vacante por el ascenso del que era su obispo, Monseñor Agustín Parrado García, a la sede metropolitana de Granada el año anterior. Los últimos años de vida de Don Manuel los gastó en la sede palentina a la que llega en 1935. Falleció el 4 de enero de 1940 a los 62 años. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 29 de abril de 2001 y canonizado por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016.

Sería bueno que la Comisión para el Clero de la Conferencia Episcopal Española estudiara la posibilidad de solicitar al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el patronazgo de San Manuel González García sobre los colegios de arciprestes de las diócesis del territorio español. En el campo literario, el más renombrado -aún- fue el arcipreste de Hita, D. Juan Ruiz, por su Libro del buen Amor, pero sin lugar a duda uno de los más notables arciprestes de los que podemos presumir es de San Manuel, este sacerdote diocesano de Sevilla que ejerció notablemente su celo apostólico en tierras de Huelva, antaño un arciprestazgo remoto de la sede de San Isidoro y hoy Iglesia Particular propia donde su recuerdo permanece muy vivo, así como en las propias diócesis de Málaga y Palencia. Como afirmó San Juan Pablo II: ''Manuel González es un modelo de fe eucarística, cuyo ejemplo sigue hablando a la Iglesia de hoy''.

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