sábado, 4 de enero de 2025

Onomástica de la Madre San Pascual

Juliana Mª Lavrilioux nace en Josselin, Francia el 4 de enero de 1809. Desde muy joven siente inclinación a la vida religiosa y después de una etapa de noviciado hace sus Primeros Votos en las Hermanas de la Instrucción Cristiana en Saint Gildas de Bois, donde anteriormente había entrado una hermana suya. En este momento toma el nombre de Hermana San Pascual, como será llamada en lo sucesivo. Destaca por su clara inteligencia, prudencia y rectitud, por lo cual pronto le confían cargos de responsabilidad en la Congregación. Ya en Quillán, pequeño pueblo cerca de los Pirineos, inicia con otras dos religiosas venidas con ella de Saint Gildas, una escuelita para niños, que junto con el Padre Luis Ormières, ponen todos sus desvelos en esta pequeña obra. Su capacidad para discernir la voluntad de Dios, su espíritu de oración y su amor a los niños más necesitados, hacen de ella un referente y modelo a seguir en esta andadura de una nueva comunidad. Debido a las dificultades que se presentan para seguir enseñando, se hace necesario dejar de pertenecer a su Congregación de Saint Gildas y así, de manera casi insospechada en un primer momento, se convierte en Fundadora de una nueva Congregación cuyo nombre será Hermanas del Ángel de la Guarda-.Su lema confiar plenamente en la Divina Providencia. Su carácter distintivo la sencillez evangélica. Sus preferencias los más necesitados. Su vocación buscar siempre y en todo la voluntad de Dios. Su perfil de educadora que los niños se sientan amados. La congregación de hermanas del ángel de la guarda, de Derecho Pontificio, fue fundada en 1839 en Quillán, Departamento de l´aude (Francia) por el sacerdote Luis Antonio Ormières y la madre San Pascual

Actitudes a imitar de la Madre San Pascual

Olvidarse de una misma, como la Madre San Pascual se olvidó de sí misma, es entender el evangelio. Es haber hallado su sabiduría, su clave, su corazón. Y saber que lo demás se nos dará por añadidura. 

Olvidarse de una misma, como la Madre San Pascual se olvidó de sí misma significa enterraren la tierra, en otra tierra que no era la suya, la semilla de su persona y de su entrega en la espera y en la confianza de que un día el Señor hará brotar en grandes espigas aquello que ella había sembrado.

Olvidarse de una misma, como la Madre San Pascual se olvidó de sí misma, significa ir más allá, ir más lejos -como ella- y entregarse -como ella- de cuerpo entero a la misión, abandonada en la Providencia, para bien de la Iglesia y de aquellos niños y jóvenes necesitados.

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