jueves, 9 de junio de 2016

Reconocimiento a Don Ángel Garralda, testigo de la fe y transmisor de ésta. Por Rodrigo Huerta Migoya


Mucha alegría me ha producido conocer la firma del Santo Padre con la que finaliza felizmente el largo proceso de beatificación que con tanto rigor como cariño llevó a cabo el entonces Párroco de San Nicolás de Bari de Avilés. Con ello queda restaurado el olvido de estos testigos de la fe, siendo colocados oficialmente a ojos de la Iglesia en el lugar del que ya gozaban desde el mismo momento de expirar para la gloria. Con esto, la Diócesis de Oviedo cuenta con nuevos intercesores que serán también para todo el orbe católico modelo a seguir, y, en un enfoque más humano y mundano, la Diócesis reconoce y aplaude públicamente el trabajo de este sacerdote, tan criticado y denostado en su día y que hoy es aplaudido y loado por todos, comenzando por nuestro Arzobispo, el cual públicamente ya lo ha hecho con su siempre brillante “carta semanal” del pasado de 28 de febrero.

Ha sido ciertamente una gracia de Dios que alguien rescatara los testimonios, experiencias y vivencias de ese nuestro trágico pasado antes de que el tiempo y los años borraran de la memoria viva del pueblo fiel estas autenticas catequesis practicas. Este es, sin duda, el mayor ejemplo de seguimiento de un discípulo tras las huellas de su Maestro, igualándolo hasta la muerte por medio de la sangre que, como canta la Liturgia, ha sido derramada como la de Cristo para confesar su nombre.

Pensar quizás en un sacerdote “pateándose” cada parroquia, una a una, para entrevistar a vecinos, familiares, sacerdotes, testigos… puede dar la idea de que este investigador era alguien con mucho tiempo libre o liberado de otros cargos expresamente por sus superiores para esta misión, más no fue así. Don Ángel hizo esto por su cuenta y riesgo, sin mandato ni ayuda de nadie y en más de una ocasión con muchos obstáculos en contra. A ello dedicó su “tiempo libre”; el tiempo libre de un pastor ejemplar cuya Parroquia nunca abandonó ni dejo en segundo plano para atender este meritorio trabajo, sino combinando ambos menesteres. Nunca nadie podrá reprocharle poca atención a su grey, pues ésta ha llegado a ser modelo a seguir en vida apostólica, vocaciones, religiosidad popular, formación en valores cristianos, así como un largo etc, con reconocimiento en toda la Archidiócesis y fuera de ella.

Si los etnomusicólogos recorren toda nuestra geografía para no perder la riqueza folclórica y musical, ¿podía dejarse perder algo tan valioso como es nuestro legado de fe?. Ciertamente hoy todos pensamos que no, sin embargo, concluido este trabajo, no faltaron quienes en el ámbito clerical de Gijón -los de siempre y cada vez menos porque la Ley natural también es para ellos- llevaron a cabo una fuerte campaña contra el inicio de los procesos de beatificación de los mártires del siglo XX. Trataron de convencer a muchos de que era un error por parte de la Iglesia llevar dicho tema adelante pues estos lo veían como un retroceso y un posicionamiento franquista. Cuentan algunos que incluso llegaron a “engañar” hasta al entonces Arzobispo Monseñor Merchán para que apelase a Roma con el fin de detener dichos procesos, cayendo en el dramático error de meter a los que dieron su vida no por “la España de Franco” sino por no renegar de su fe, pues los mártires no estuvieron en ningún bando; simplemente murieron por amor a la única verdad: Jesucristo. Don Gabino y los curas del Bibio llegaron hasta el Vaticano, pero volvieron como marcharon tras vérselas con alguien que sí conocía la verdadera historia, el Cardenal Pietro Palazzini. A Dios gracias, hoy cada cosa está ya en su sitio, y los clérigos que trataron de boicotear esto deberán celebrar ahora (si son fieles a la Liturgia de la Iglesia Universal y también del Papa Fracisco) a estos santos que antaño indignamente quisieron ignorar y que Ésta recordará el próximo seis de Noviembre.

En un segundo apartado de mi reconocimiento, está el compromiso pastoral de este gran amigo de los amigos de Dios. Muchas mentiras y calumnias (lo de siempre) han circulado a través de los años sobre el quehacer del P. Garralda en Avilés, sobre todo desde su jubilación el pasado 2011. Han tenido que pasar tres párrocos, empezando por su inmediato sucesor y hoy Obispo de Astorga, para reconocer -el propio D. Juan Antonio- que en esa Parroquia se encontró todo lo contrario de lo que él imaginaba y cuyas leyendas urbanas y clericales algunos malintencionados hicieron llegar hasta la misma curia diocesana. Don Juan Antonio fue para la Villa del Adelantado con dos misiones supuestamente necesarias: por un lado poner en orden el aspecto material, espiritual, pastoral y económico, y por otro, para darle “cerrojazo” al Colegio parroquial. Sin embargo, como Pablo cayó del caballo camino de Damasco, el entonces Vicario General y nuevo Párroco de San Nicolás se percató de varias verdades que él mismo haría públicas después en todos los foros: que las economía de la Parroquia estaba detallada y al día; que no había en Asturias muchas comunidades con tanta vida y juventud, y, finalmente, que el Colegio era un lugar de formación católico de los pies a la cabeza.

Don Ángel, por su corazón sacerdotal guardó silencio, aceptó su cese y se conformó con quedarse de adscrito en la misma, aunque ya tenía preparado su plan de salida si el nuevo párroco no quisiera tenerle allí. Tras la preconización del nuevo Auxiliar de Oviedo, llegó D. Manuel Antonio, que por su cargo de Vicario Territorial siempre debía andar de un sitio para otro, llegando a comentar las piadosas avilesinas: “no sé pa que lu jubilaron, cuando ye el que más tira del carru”. Y, finalmente, de aquella Cornellana de esencia benedictina llegó el nuevo titular de San Nicolás, volviendo a repetirse la historia de encontrarse ante una labor digna de quitarse el sombrero.

La envidia, el ambiente revanchista barnizado de progresía religiosa o el “cliché” franquista del ya emérito párroco, hicieron mella impidiendo a muchos no valorar y apreciar al que ha sido todo un prototipo de pastoral conciliar, cuyas cifras ya han hablado por si solas, por mucho que a alguno le pese. Pero claro, según los que fueron críticos hasta la infamia, una parroquia con Adoración Nocturna y cofradías no puede compararse a una que tenga HOAC o “semanas sociales”… Curioso es el caso de algunos de los coadjutores de D. Ángel que a pesar de haberse estrenado en esta modélica escuela se han pasado a las antípodas más mediocres y ramplonas no exentas de protagonismos “amarillos” en tabloides “Digitales”, mientras que a la vera de este gran párroco San Nicolás se ha convertido en una de las feligresías más levíticas de toda la Archidiócesis.

Gracias Don Ángel por no rendirse nunca; gracias por haber querido incardinarse aquí haciendo más por la evangelización de Asturias que muchos de los nacidos en este suelo; gracias por haber sacado de entre el polvo y las telas de araña la historia, la verdad y la vida de nuestros héroes de la fe. Gracias por ese celoso corazón sacerdotal que como el de los mártires perdona incluso a sus enemigos.

Dicen de Gijón que es villa “roja y guerrillera”, más no es del todo exácto, sino que como su madre gijonesa y su abuelo porceyense (Gijón rural) bien sabían ambos que también es morada de Dios entre los hombres y cuna de santidad.

Por muchos años Sr. Cura le guarde el Señor, y, como dirían sus maestros de Comillas: “Ad maiorem Dei gloriam.”

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