martes, 3 de mayo de 2016

El Arzobispo de Oviedo preside la primera profesión de una clarisa en Huesca después de 40 años

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La Iglesia del Convento de Santa Clara de Huesca ha acogido esta mañana, a las 12:30 horas, la profesión solemne de sor Sara Miriam Orozco Martins, un acto que no se celebraba en este mismo lugar desde hace 42 años.

La ceremonia, que ha estado presidida por el arzobispo de Oviedo, Mons. D. Jesús Sanz Montes, ha tenido lugar en el interior del templo que estaba abarrotado de personas, entre familiares de la homenajeada venidos de Portugal, amigos y fieles oscenses que han querido compartir con ella la ilusión y alegría de este día. También ha estado acompaña por sus hermanas de la comunidad, por el delegado de la Vida Consagrada, D. Rafael Samper, por el vicario general, D. Nicolás López, por otros sacerdotes de la diócesis y seminaristas.

La celebración, que se ha alargado hasta las 14:30 horas, se ha desarrollado con normalidad comenzando con las partes propias de la Eucaristía como son las lecturas y el Evangelio, seguido de las peticiones en las que sor Sara Miriam ha aceptado “ser admitida en la Profesión solemne en esta familia de Hermanas Pobres de Santa Clara”.

Mons. Jesús Sanz ha realizado una extensa homilía en la que, entre otros puntos, se ha referido al Año de la Misericordia y ha recordado las obras de misericordia y los compromisos que tienen las personas religiosas, en este caso de vida contemplativa. Además ha dedicado unas palabras a los familiares de sor Sara Miriam en portugués y ha mencionado en varias ocasiones a santa Clara.

El prelado ha señalado que “vamos a ser testigos de una solemne, una pública declaración de amor que se hace historia esponsal para siempre. Son los votos del para siempre que una hermana nuestra se propone contar en voz alta en medio de su iglesia”. Y se ha dirigido particularmente sor Sara Miriam diciéndole que “como hija de Santa Clara, fuiste llamada por el Señor para pertenecerle sólo a Él, con esa exclusividad propia que demanda a nuestro corazón”. El arzobispo de Oviedo ha denunciado también la búsqueda de “una felicidad que tiene trampa, que engaña, que tan sólo nos da la apariencia que ni colma ni calma lo que nuestro corazón reclama de verdad”.

Tras el interrogatorio, se ha tumbado en el suelo para proceder a la oración litánica, que ha cantado una de las hermanas de su comunidad. Posteriormente, la profesa, frente a la abadesa, ha realizado los votos de “vivir todo el tiempo de mi vida, en obediencia, pobreza, castidad y clausura según la Regla de las Hermanas Pobres de Santa Clara”, los cuales ha firmado sobre el Altar una vez leído públicamente. Al concluir la bendición solemne la abadesa ha introducido el anillo bendecido en el dedo de la neo-profesa, ha recibido la admisión a la orden, por parte de la abadesa y ha abrazado a cada una de sus hermanas de la comunidad y a su familia. La Eucaristía ha concluido con la ofrenda del pan y el vino, el santo, la comunión y el canto final a la virgen.

Al final las hermanas han invitado a un picoteo preparado por ella que se ha servido en uno de sus patios exteriores, donde además, como hecho excepcional (ya que son monjas de clausura) a causa de las obras que se están realizando en el convento, han podido compartir este tiempo directamente con los asistentes. En este momento, la homenajeada ha aprovechado para repartir a los presente un recordatorio con las palabras que, según ella misma explica, han guiado su vida: “Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor”.

Delegación de Medios de Comunicación de la Diócesis de Huesca

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