miércoles, 15 de mayo de 2013

El Barcelona y el Real Madrid

 
Por el Padre Julio Sainz Torres C.M.F.

Tengo un amigo madridista donde los haya. Aplaude cuando pierde el rival y el Madrid siempre es el mejor. Tiene un cargo importante en una Universidad de Madrid.
Las últimas semifinales de la Copa de Campeones europea ha sido una prueba de fuego para él. El martes pierde el Barcelona: 4-0.Mi amigo al día siguiente estaba satisfecho. El miércoles pierde el Madrid 4-1. Me imaginaba el disgusto que tendría. El jueves no coincidí con él en el Centro de Estudios. El viernes llegó la sorpresa. Ni culpa a los árbitros, ni maldiciones a los jugadores … como yo esperaba. Más o menos me dijo lo siguiente: Alemania nos ha dado una lección impresionante. Hay que trabajar más; con constancia y entusiasmo. Es la manera de vencer. Y esto se puede trasladar a otros aspectos de la vida.
Concediendo las limitaciones que sean necesarias. Alemania es un modelo en muchos aspectos. Se crece ante las dificultades. Un pueblo admirable en la Comunidad europea.
En el siglo pasado sufrieron dos guerras mundiales. Todos contra ellos. Una unificación dolorosa. Tuvieron que admitir millones de pobres, con muy poca capacidad de trabajo porque habían vivido del cuento del Estado. Pueden con todo.
Los chanchullos que cada día descubrimos en la sociedad son fruto de un vivir irresponsable. Es cierto que algunos `políticos han metido el cazo en el cajón. Pero otros muchos no hemos pagado el IVA cuando hemos arreglado nuestra casa. Y cuando nos preguntado: ¿Con IVA o sin IVA? ¿Qué respondimos? También esto es corrupción. No nos lavemos las manos. Se puede pasar con cuatro suspensos, etc.
También en la vivencia de la fe. No podemos arrastrarnos en la mediocridad de todo vale. El Papa Francisco, repetidamente, nos está recordando el horizonte de la santidad.
Solo las personas santas renuevan la Iglesia. Evitemos las murmuraciones para calmar nuestra mala conciencia de aves de corral. Levantemos el vuelo.
Hemos recibido una gracia enorme en nuestro Bautismo. Dejémosla fructificar: que eche ramas, que transforme la masa, que siembre el bien en la realidad concreta que nos toca vivir: familia amigos, comunidad religiosa, cultura, educación, trabajo, enfermedad, etc.

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