sábado, 29 de septiembre de 2018

Nuestra misión es construir un mundo más humano. Por José María Martín OSA

1.- Liberar de esclavitudes. Cada domingo tenemos que estar dispuestos a interpretar, actualizar y hacer vida en nosotros la Palabra de Dios. ¿Qué significa hoy día profetizar y echar demonios? Es profeta aquél o aquella que “testimonia”, es decir es testigo de una experiencia de fe que ha transformado su vida. Es profeta el creyente que analiza críticamente la realidad y denuncia aquello que no se ajusta con la dignidad humana y con el Evangelio de Jesús de Nazaret. Profetiza quien es capaz de transmitir esperanza en un mundo desesperanzado. Hay falsos profetas que se regodean en el anuncio de desgracias, que sólo ven lo negativo. Otros dicen lo que conviene a cada momento con el fin de alagar a la autoridad o mantenerse en el poder a cualquier precio. El auténtico profeta se distingue por su coherencia de vida. Echar demonios hoy es liberar de esclavitudes y de todo aquello que deshumaniza.

2.- A favor del ser humano. En el Libro de los Números Moisés desea que todo el pueblo reciba el espíritu del Señor: “¡Ojalá que todo el pueblo del Señor fuera profeta!”. Jesús no impide que otros hagan el bien en su nombre, más bien lo estimula. El objetivo es establecer y construir el Reino de Dios en este mundo. Muchas personas, sin saberlo, son cristianos anónimos. Son personas que luchan para que los Derechos Humanos se respeten en el mundo, comprometidas con las ONG y otras asociaciones benéficas. Nadie debe tener el monopolio de hacer el bien, como tampoco nadie tiene el monopolio de la gracia que Dios regala, ni siquiera la Iglesia. El esfuerzo del cristiano a favor de la justicia y de la paz debe unirse al de otras organizaciones que persiguen el mismo fin: hacer un mundo más humano. Nosotros lo llamamos Reino de Dios, o “civilización del amor” (Pablo VI). Otros hablarán de “un mundo mejor”. Da igual, lo importante es que se haga realidad la voluntad de Dios de que todos los hombres vivamos como hermanos. Jesús reprueba la actitud de sus discípulos. Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Fuera de la Iglesia católica hay en el mundo muchos hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros, pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.

3.- Tienes una misión… Jesús denuncia el abuso, el maltrato y el mal ejemplo dado a los niños. La sociedad está muy sensibilizada ante el maltrato de los menores de edad, pero nuestros niños están hoy más desprotegidos y amenazados que nunca por el bombardeo de unos mensajes que destruyen su inocencia. Hay muchos escándalos: uno de los mayores es que permanezcamos impasibles ante la lacra del hambre y de la injusticia que lo provoca. Y lo peor de todo es la “justificación” o la connivencia con situaciones injustas. Santiago en su carta utiliza palabras duras, los Padres de la Iglesia también denunciaron con palabras severas la injusticia. Hoy sigue habiendo pobres, no hace falta más que ver las colas que se forman en las oficinas de empleo, o en los despachos de nuestras Cáritas parroquiales. Hay falsos cristianos, que defraudan el jornal debido al trabajador, que regatean el salario justo al inmigrante desprotegido o le niegan cualquier tipo de seguro. Eliminemos de nuestra vida nuestras inconsecuencias y, sólo entonces, dejaremos de escandalizar. Nuestra misión es construir un mundo más humano. El Papa recordaba en la JMJ de Río de Janeiro que un cristiano sabe que la felicidad “no es andar por la vida dormido o narcotizado”, sino entregarse a los demás. Es decir, levantarse del sofá, “ponerse los zapatos y salir a caminar por senderos nunca soñados siguiendo la “locura” de un Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo, el preso, el inmigrante, o el vecino que esta solo”. Tu familia, tu comunidad, la parroquia, el mundo te necesita ¿Estás dispuesto a salir de ti mismo para acompañar, compartir y ayudar al que te necesita? Esta es tu misión...

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