martes, 27 de febrero de 2018

El arco esgonzado o la gran singularidad entre los arcos catedralicios

Por D. Agustín Hevia Ballina 

Sitúate conmigo en la primera arcada del pórtico de nuestra Catedral, como si fueras a adentrarte en el recinto sacro. Ten un recuerdo para Gil de Ontañón, el arquitecto que planeó el magnífico porche que da acceso. Todo normal en las estructuras arquitectónicas del espacio que habría servido, para realzar los basamentos de lo que habría sido la segunda torre de la Catedral. Ahora quiero que mires a tu izquierda. ¿Qué ves? Nada aparentemente anormal: un arco ojival simétrico con el que está enfrente y se abre a la calle de Santa Ana. Fíjate mejor: el arco parece igual, pero no lo es. Es como si una mano gigantesca le hubiera dado un retorcimiento y lo hubiera dejado desgonzado o esgonzado. Si fuera una puerta, dirías que la han arrancado de sus goznes, que la han desgoznado o desgonzado, que en nuestro bable dirías “esgonciau”. Te produce una sensación de tambaleo, de desazón que surge de la asimetría. Vuelves a contemplarlo y las ojivas cobran un sentido direccional que no es posible descubrir en lo otros arcos ojivales que tienes a tu alrededor. Como si el arquitecto hubiera querido introducir un elemento de desconcierto: esa arcada ojival no es como las otras. Es peculiar.

Se dan interpretaciones variadas a esa forma asimétrica, que adoptó el arquitecto: para unos es un simple juego de habilidad y dominio de la técnica de la arquitectura, que domina bien, postura más que atractiva. Hay quien dice que es una forma en esgonce, que orientaría la dirección del que salía del templo catedralicio para emprender la ruta del Camino de Santiago. Otros dirán que tiene funcionalidades de jugar con las corrientes de aire, bien para evitarlas o para orientarlas oportunamente. Seguramente es posible orientar hacia otros derroteros. 

Trato de buscar algún ejemplo de parecida habilidad o juego arquitectónico. ¿Por qué el arquitecto de la iglesia del Giesú de Roma, en vez de construir tres cúpulas, con apoyo de la arquitectura, recurrió a una bóveda plana, completando con el efecto de la pintura y la perspectiva el efecto óptico que habría proporcionado la arquitectura?

 ¿Por qué el del Panteón, destinado a glorificar a Agripa, dejó abierta la cúpula casi plana? En la Catedral de Oviedo, los avilesinos Menéndez Camina habían planeado una solución similar para la cúpula de la capilla de Santa Eulalia –funeraria, como el Panteón romano–, pero hubieron de desistir de su idea, dada la adversa climatología de Asturias. 

En nuestro caso, ¿fue afán de singularidad ese arco en esgonce? No lo creo. ¿Quizá para forzar la atención, dejando una sensación desconcertante en quien entra o sale del templo, como una marca de la habilidad técnica del arquitecto? ¿Mero efecto estético? La simetría es uno de los elementos de la arquitectura. Las asimetrías, por el contrario, ¿pueden convertirse en elemento enriquecedor de las estéticas del edificio? ¿Una arcada en ojiva para quien llega al templo por la ruta jacobea y otra simétrica, sí, pero disimétrica a la vez, para quien tiene voluntad de continuar hacia Santiago después de cumplimentar al Señor? También tú, después de esta reflexión, eres libre para formular tu hipótesis de ese arco en esgonce tan marcado.

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